Yo soy la democracia
Conforme pasan las horas en esta cuenta atrás del narcisismo, el absurdo incrementa alcanzando cotas preocupantes. Tenemos a Pedro Almodóvar diciendo que lloró cuando leyó la emotiva misiva del presidente, a la escuadra tertuliana local echándose las manos a la cabeza porque Puigdemont ha dicho que a la política hay que venir llorado de casa, tenemos ponencias sobre la importancia de la salud mental y la necesidad de esas nuevas masculinidades que se extraen de la carta de Sánchez, el hombre que es capaz de decir al mismo tiempo que está profundamente enamorado de su señora mientras con su comportamiento deja claro que también está rabiosamente prendado de sí mismo. Tenemos a los del Psoe haciendo cartelitos para redes sociales versionando el ‘Quédate’ de Quevedo, ensayando una sorpresa que les queda fatal. Tenemos a Bolaños citando a Sabina, a periodistas firmando manifiestos, a activistas del establo de Pablo Iglesias en la Televisión Pública llamando a dar un golpe de Estado blando, es decir, un golpe de Estado friendly porque solo sería purgar a jueces y a periodistas, fascistas con togas y teclados.
Tenemos a Ramón Espinar hablando de claveles y de puños, a Errejón animando a tomar otra vez las plazas, como cuando pibes. Tenemos a todos los irresponsables argumentando que esto no va sobre Pedro Sánchez, que esto va sobre democracia. Querido votante de PedroSanxe, sí, eso es lo que te están diciendo, que Pedro es la Democracia. Él y su cara morena. Y tú te lo estás tragando por el miedo a que venga un lobo. Es tu pastor y, aunque todo te falte, tú ahora lo tienes que defender de la malvada, cruel y despiadada oposición. En definitiva, estamos donde Sánchez quería que estuviese esto, en el encallamiento de la nada, en mitad de un numerito de circo de época, de una película de tres al cuarto, almibarada hasta el extremo con un romanticismo superfluo y quinceañero. Sánchez le tiene bien cogido el pulso a esta sociedad. Hay personas que dicen sentirse como él: el “soy yo literal” es un arma de estos tiempos deformados y la está utilizando. Tras Broncano, llegarán La Pija y La Quinqui a la 1.
Está salvando a España de la máquina del fango y al mismo tiempo va a enfrentar a sus groupies y a su militancia con los descerebrados del Noviembre Nacional a las puertas de Ferraz. A ver si con suerte hay un mal golpe, una anciana con un ojo morado que nos sirva de coartada para salir el lunes a decir que no pasarán los fascistas, que aún el líder de los populares no ha condenado una agresión de la que le harán responsable ipso facto. Eso es lo que busca el hombre que hoy pone cara de circunstancia, de perrito pachón reflexivo, y que antes de ayer hablaba de la fachosfera, le decía a Feijóo con el dedo que había más cosas sobre su mujer y levantaba el célebre muro que divide a los españoles. Una fortaleza afianzada con el cemento armado de su rostro. Uch, qué feo está el clima, cómo es la maldita polarización. Nadie ha sufrido más que Pedro El Mártir. Es casi casi el Jesucristo de Mel Gibson.
Decía ayer María Jesús Montero, decidida a batir los 10.000 metros cinismo, que es inaceptable y que define muy bien al PP que Feijóo diga que todo esto le parece un espectáculo adolescente. Ese es uno de los objetivos de esta maniobra vestida de gesto humano, de esta estratagema aparentemente improvisada, que, aparte de conseguir que no se esté hablando de los chanchullos de Begoña, Koldo and company, pretende invalidar por completo cualquier crítica de la oposición. Si la oposición cuestiona a un hombre herido de profundidad por la flecha de Cupido, es porque son unos fascistas, insensibles e intolerantes que se saltan todas las líneas rojas. Sirviéndose con astucia del pretexto de las dantescas e hilarantes denuncias de Manos Limpias y Hazte Oír, el guapo oficial del Estado quiere blindarse en su pena sobreactuada para que sus adversarios políticos no le hagan rendir cuentas por las reuniones de su esposa con Aldama e Hidalgo, por sus cartas de recomendación. Ni siquiera hay interés ya en hablar del novio de Ayuso, sin el que parecía que hace tres días se acababa el mundo. Solo Sánchez, su hastío, su corazón de marido del año, de héroe herido que se levantará. En esta nueva aventura pirómana e irresponsable no les duelen prendas en volver a renegar de la hemeroteca. Tras una chapa del tebeo de la vicepresidenta sobre la envergadura de la reflexión a la que nos ha invitado el presidente a todos los españoles, una pensada sobre los estándares de crispación de la política que vivimos en la que se llega, incluso, a señalar a los familiares, un periodista le preguntó si ella se incluía como artífice de esa situación al haber ido a por la mujer de Feijóo en sede parlamentaria hace pocas semanas. Montero, sin que le temblara el pulso, negó la evidencia y comenzó una nueva perorata, esta vez, sí, sobre el novio de Ayuso. Realmente gracioso fue observar como en la tarde del jueves, mientras se derramaba tinta y saliva sobre la necesidad de tener empatía y no meter a los allegados en el fuego político, los mismos que decían esto cargaban contra la hija del juez instructor porque era concejal del PP en un pueblo de Madrid. Y así todo.
Este es el trampantojo que ha creado Mr. Handsome, la enésima tela de araña de un estratega kamikaze que siempre usa la misma táctica, imponer un marco mental límite, instaurar una conversación tan delimitada, llena de minas, sobre la que mandar, y si alguien se mueve un milímetro estará, para el imaginario colectivo, en el lado malo. Siempre juega en el conmigo o contra mí. En anteriores ocasiones era: o estás en el progreso (ejem), en la reconciliación (ejem), en la concordia (ejem), o estás del lado de la España franquista. Porque sí, todo lo que no sean él y sus socios es franquismo. Un franquismo del que es el único que sigue sacando tajada, recordemos aquella entrañable visita hace unos días a Cuelgamuros para fotografiarse junto a los huesos. Sin embargo, ahora la apuesta es otra más fuerte, o estás conmigo, con la democracia, o estás con los que se la quieren cargar. Esto es, el ilusionista está tratando de socavar la separación de poderes, queriéndola adherir a un plebiscito sobre su liderazgo, con unas dosis muy altas de sentimentalismo superpopero mientras acusa a sus adversarios de querer cargarse el sistema. Ver para creer. Es su nueva urna detrás de la mampara, un derrape que ya no hace montado en un Peugeot sino a lomos del Falcon.
Hay quien dice que la decisión no está tomada, eso es lo que comentan los coristas a los que les han dado la premisa de que hay que hacer ver que ha llegado a una situación límite para dotar de epicidad la performance del lunes. Sigo en mis trece de que creo que es imposible que se marche, me espero cualquier cosa de este conductor suicida, pero nada que ponga en riesgo su status. Es el tipo que reniega de la resistencia para resistir. Lo único plausible es que esté enganchado por la entrepierna y lo sepa, que haya algún pinchazo telefónico de Begoña del que sepa que no se va a poder levantar. En tal caso, la hipótesis en la que más confío es en la de María Jesús Montero. Me refiero a que se haga un Pablo Iglesias con Yolanda, pero bien hecho y a lo grande. Pasando a la historia como el primer presidente que dimitió para dejarle paso a la primera mujer presidenta del Gobierno de la historia, camuflando su escapismo bajo el manto de un feminismo irreprochable. No sería descabellado, bueno, sí, pero no para Sánchez, dejar a alguien que sabe que levanta más o menos la misma animadversión entre esa masa social que, recordemos, le dio la victoria en las elecciones generales al Partido Popular. Así va España, solo queda reírse por no sacar esas lágrimas de cocodrilo de Almodóvar.
EL POYETE
Sevilla, 2001. Caballo de carreras de fondo, escritor de distancias cortas. Periodista, bético, sevillano.