Un respeto por el doblaje
Con 12 años todas las mañanas de cada finde me despertaba con entusiasmo para encender la tele y poner La Sexta 3. Eso para un crío que sólo daba el coñazo con las películas era un jolgorio, pues este canal, que duró menos que la promesa de un borracho, emitía un programa matinal llamado “Todo Cine”. Había de todo sobre el mundo de las pelis: reportajes, noticias, gazapos, curiosidades, entrevistas, resúmenes de estrenos y clásicos… Gran parte de la pasión y conocimiento sobre cine en mí lo saqué de exprimir cada segundo de ese programa. Una de las secciones más interesantes – y de mis favoritas – iba ni más ni menos que sobre el doblaje, el dichoso tema que parece tabú entre los cinéfilos.
Cuando se dan casos como el de hoy, en el que un supuesto cómico (Yunez Chaib) de cuya presencia no era yo consciente, aparece en La Resistencia para poner de vuelta y media al mundo del doblaje con muchas chorradas y muchos tacos, y con muy poca sensatez, el tema deja inmediatamente de ser tabú para mí. Porque si existe algo peor que la opinión sin coherencia es la opinión sin tener ni puta idea. Aunque bueno, no es de extrañar que La Resistencia, un programa en el que cualquier tontería tiene cabida, sea el escenario de donde salga, a pesar de que Broncano opinase en sentido contrario.
En aquella sección sobre el doblaje del Todo Cine de la Sexta 3 ya daban a conocer a un sector altamente ignorado por la cinefilia, y las voces detrás de los ídolos a los que vi desde pequeño se convirtieron en ídolos por igual. Constantino Romero, Pepe Mediavilla, Nuria Mediavilla, María Dolores Gispert, Luis Posada, Ricardo Solans, Marta Martorell… Todos ellos en habitaciones de 20 metros cuadrados, dando vida para muchísimos españoles a personajes míticos que nunca habrían sido conocidos de no ser por ellos. Claro, porque… “¿Alguna vez te has topado con alguien a quien no deberías haber puteado?”, “El corazón de una mujer es un océano de recuerdos”, “Sayonara, baby”, “¿Abogado?”, “¡Te repito que eres un juguete!”… Las frases estampadas en mi cerebro de las películas que amaba y sigo amando las propiciaron estos intérpretes. Porque no se llaman dobladores, ni tampoco son personas al otro lado de un micrófono “hablando como si estuvieran a punto de eyacular todo el rato” (palabras textuales del susodicho personaje), ni pretenden “hablar como en la vida real”. Son actores que como Morgan Freeman, Cate Blanchett o Gene Hackman están inculcados en la interpretación, y que tanto como ellos interpretan un guión. Lo único que queda evidente de alguien que menciona que los diálogos en una película no suenan como en la vida real es que no ha visto nada con una duración superior a lo que dura un reel de TikToK.
Aunque el problema no es que existan personas que no durarían más de 3 segundos al frente de un plano fijo sin diálogos (que las hay), sino la falta de respeto, de interés, y de conocimiento. Tengo amigos que ven sólo cine doblado, y tengo otros que sólo ven la versión original subtitulada. Todo bien. El problema está en cuanto se insulta la otra opción sin ningún raciocinio, que guste más o guste menos, cuenta con profesionales del mismo calibre.
Chaib, te lo dice alguien que ha vivido en Estados Unidos, ve –y entiende– películas en versión original y que aún ve –y admira– las pelis dobladas. Ahora que ya has ganado likes, a ganar respeto.
BULEVAR DE PELÍCULAS
Escribiendo guiones desde que alcancé edad de dos cifras. Ex estudiante de cine y ahora intentando el periodismo. Dirigí y escribí un cortometraje que hice con mis compañeros de vida («Thugs»), tengo un podcast en Spotify («Reservoir Cinema») y mi pasión está reservada a las películas.