No caerá esa breva
Lo ha vuelto a hacer. Doble mortal con tirabuzones. Lo que nadie esperaba. Pedro Sánchez juega a ser Pedro Sánchez. Hay que reconocer que es lo que mejor se le da. Ocurrió cuando dimitió y cogió el coche para recorrerse España y terminar derrotando a la todopoderosa y protegida por el establishment socialista, Susana Díaz. Cuando presentó una moción de censura temeraria, justo después de que el Gobierno hubiera aprobado los presupuestos y se augurara estabilidad. O cuando, tras la debacle de las municipales, convocó unas generales que, todos pensaban, sería su tumba.
Lo que vaya a pasar estos días no lo sabe ni Pedro Sánchez. Cinco días en la cabeza de ese personaje dan para mucho. Vuelve a la jugada inesperada, la que rompe la cintura al defensa y deja abierta todas las posibilidades. Estoy convencido que la decisión del lunes no está tomada. Si así fuera, no habría montado este circo. Cuando uno se quiere ir, se va. Lo que ha hecho es poner el balón en juego y, en función de los toques del resto de jugadores, decidir si tirar a puerta o llevarse la pelota y dar por terminado el partido. Es pronto para tomar decisiones. Quiere ver cómo se mueven los demás.
Son tantos los frentes abiertos, que es imposible adivinar la causa que provoca la decisión: el chantaje de Puigdemont, los malos resultados que pronostican las elecciones europeas y el previsible cambio de criterio económico de Bruselas que le puede llevar a tomar medidas para las que no tiene socios, los supuestos líos de su mujer, el caso Koldo, Marruecos, Palestina, Pegasus…
Aun así, suena a órdago al prófugo. No olvidemos que todo esto es una comuna de intereses. Ninguno de sus socios estará mejor que con Sánchez y este sabe que la necesidad es mutua. Esto me recuerda a aquello de Lopera de “me estáis exigiendo que me estáis cansando”. Huele a patada al tablero para meter miedo.
Por otro lado, el comodín del público: la constante referencia a la derecha y la ultraderecha. El toque de clarinete para movilizar a la tropa. El “no pasarán” que se le escapó a Patxi Lopez en su babeante tuit de apoyo, es la miguita de pan que enseña el camino.
¿Y si la tropa no se moviliza? ¿Y si la jugada no sale como pretende? Quedará siempre la opción de marcharse, defendiendo su coherencia con lo que anunció y presumiendo de la dignidad de que él no está para esta política de niños, que es un estratega al que hemos cansado con nuestras chiquilladas.
5 días. Eso, en nuestra tierra, es un quinario. Y mientras, el país entero esperando, como si no tuviéramos problemas. Es lo que pasa cuando nos gobierna un patán de este calibre. No se ilusionen con su marcha. Desgraciadamente, no caerá esa breva. Ojalá me equivoque.
POR DERECHO
Abogado, socio-director Bufete Rodríguez Díaz. Profesor en la Universidad de Sevilla (US), Universidad Pablo de Olavide (UPO) y Loyola Andalucía.