Vestirse de nazareno
Es la noche de los encuentros. Con uno mismo, con hermanos que vemos de madrugada en madrugada y sólo reconocemos con la túnica de nazareno, con los nervios que sólo sentimos esa noche, con la emoción que sólo brota en esas horas, con las oraciones que, bajo el antifaz, cobran otro sentido. Con las cuentas de ese rosario que tanto nos ayuda a colocar las cosas en su sitio.
Vestirse de nazareno justifica las fatigas de todo el año. Merece la pena. Cuando nos quitamos la túnica, tras la emoción de otra estación de penitencia cumplida, ponemos en marcha el reloj que nos lleva a la liturgia familiar de las horas previas. La cena en familia, siempre lo mismo, con los nervios de unos, los recuerdos de otros y la ilusión de los que se estrenan. Las túnicas colgadas esperando el momento. Los capirotes dispuestos cual fiel infantería de corazones enamorados, dispuestos a la conquista de la Esperanza.
Esa noche ha llegado. Y queremos vivirla. De lo que pasará después, Dios sabrá. ¿Quiénes somos nosotros para valorar lo que se nos escapa? La estación de penitencia no siempre es en la calle. También es interior y, esa, no hay agua que la suspenda. Vestirse de nazareno ya es, en sí, un sueño, una emoción, un tributo a la historia de aquellos hermanos antiguos que nos transmitieron su mejor legado. Sentir las manos de una madre colocándote la túnica, ciñéndote el cíngulo o ajustándote la capa es un gozo que forma parte de nuestra mejor historia.
Llegar a la capilla vestido de nazareno, con tu hijo de la mano, acompañando a quien te transmitió la devoción y te enseñó a vivirla, es un regalo de la Virgen. El abrazo, la oración, el recuerdo… son vivencias que debemos disfrutar. Es una pena no poder hacer la estación de penitencia, pero no privemos a los hermanos del momento de vestirse de nazareno, rezar ante nuestros titulares y compartir con otros ese momento de hermandad.
Comienza el rito y vuelve la memoria. Demos gracias a Dios.
POR DERECHO
Abogado, socio-director Bufete Rodríguez Díaz. Profesor en la Universidad de Sevilla (US), Universidad Pablo de Olavide (UPO) y Loyola Andalucía.