Los necesarios cazadores
El equilibrio de la fauna es frágil, se altera cuando existe un crecimiento excesivo en el número de un animal concreto. Las causas pueden ser muchas. Durante la pandemia por covid-19, cuando se decretaron los confinamientos y la caza dejó de practicarse, las calles de las ciudades europeas cercanas a lugares boscosos quedaron a merced de algunos animales salvajes más adaptables e inteligentes para encontrar el sustento. El rey de todos fue el jabalí (Sus scrofa). Desde entonces su número no ha parado de crecer y constituye un importante problema para la sanidad agropecuaria, la agricultura y la seguridad vial. Se estima que hay más de un millón de jabalíes vagando por la España peninsular, el doble de los existentes hace dos décadas, y que ese número se verá doblado en solo dos años. Son muy prolíficos. Las hembras inician su periodo de fertilidad a los seis meses de vida, viven diez años y son capaces de sacar adelante dos camadas anuales, cada una compuesta por cuatro o cinco crías de media. Son bonitos, verdad, los rayones, y qué graciosos, todos en fila siguiendo a la madre. ¡Ay! ¡Vamos a darles de comer! Pues no, ni se le ocurra. No son animales de compañía, ni amigables. Son voraces, omnívoros y fieros, y solo responden a su instinto de conservación. Si ven que los humanos —sus únicos depredadores en ausencia del lobo— nos hemos vuelto inofensivos, ellos van a ir invadiendo poco a poco nuestro espacio. La importancia de los daños que ocasionen será cada vez mayor.
Estamos pecando de ingenuos con los jabalíes. Las administraciones públicas competentes tienen que dar autorizaciones para que se organicen batidas en las que caiga el mayor número de ellos, sin discriminar época del año ni edad de los animales. Se han intentado estrategias menos cruentas que la caza para reducir su número, pero estas se han demostrado fallidas. El 26 de julio, hace poco más de mes, vio la luz en el BOE una «Resolución de 21 de julio de 2023, de la Subsecretaría, por la que se publica el Acuerdo de encomienda de gestión entre el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y la Agencia Estatal Consejo Superior de Investigaciones Científicas M.P., para la realización por el Instituto de Investigación de Recursos Cinegéticos, de trabajos para la estimación de densidades poblacionales de jabalí en España». La duración de los trabajos se estima de tres años. Es mucho tiempo. Esperemos que se tomen las medidas adecuadas antes: no hacen falta sesudos y extensos estudios para ver que sobran jabalíes. Hay comunidades autónomas —principalmente Cataluña, Asturias, Galicia y Comunidad Valenciana— donde el choque con ellos constituye ya la principal causa de accidentes de tráfico. Resulta habitual verlos incluso en Las Viñas o en los alrededores de La Gomera, esos paraísos de la naturaleza localizados en el término municipal de Osuna, algo impensable hace años. Me dicen que se han visto hasta en la A-351 en dirección a Écija, a pocos kilómetros de Osuna, en una zona esencialmente llana. Pero lo que más preocupa no es su proliferación sino sus causas. El campo se está quedando solo, todos lo sabemos, se despuebla en beneficio de las ciudades, que crecen de una forma insostenible. Los habitantes antiguos de los pueblos eran los que estaban en contacto con los jabalíes y podían limitar su número cazándolos. Esos cazadores ya murieron, y no parece haber relevo generacional para ellos. Además, hoy, en general, la caza está mal vista. Se la relaciona con una opción política concreta —de derechas— y a sus practicantes se les considera personas insensibles; esa parece la opinión pública mayoritaria. Alguien tuvo un mínimo de conocimiento en el anterior gobierno de la nación y la Ley de Bienestar Animal pudo ser reformada a tiempo para que los cazadores pudieran seguir haciendo uso de sus perros como lo han hecho desde hace milenios, en una simbiosis perfecta, como un inseparable binomio. Menos mal. Además, cazadores los hay en todos los partidos políticos. Conozco muchos de izquierdas, también apasionados, de los que no perdonan un día de fiesta para salir a cazar. Ellos, los cazadores, aman y conocen el campo como nadie, y resultan imprescindibles para ayudar a mantener el equilibrio de la fauna y luchar contra la proliferación desmesurada del jabalí.
Imagen de jabalíes rebuscando en la basura. (Fotografía de Francesco Fotia).
Víctor Espuny.
CUADERNO DEL SUR
(Madrid, 1961). Novelista y narrador en general, ha visto publicados también ensayos históricos y artículos periodísticos y de investigación. Poco amante de academias y universidades, se licenció en Filología Hispánica y se dedica a escribir. Cree con firmeza en los beneficios del conocimiento libre de imposiciones y en el poder de la lectura.