La torre de los toreros
El 18 de marzo de 1254 Alfonso X el Sabio, en su afán de repoblar Sevilla, concede a la ciudad la celebración de dos ferias anuales.
«Otorgo para siempre que se hagan en Sevilla dos ferias: la primera que sea por cincuesma, quince días antes o quince días después; y la segunda feria que sea por San Miguel, quince días antes o quince días después».
Bonito término el de cincuesma, ya casi perdido en nuestro léxico. Se conserva el término de cuaresma, para conmemorar los 40 días previos a la Resurrección del Señor, pero se ha perdido el de cincuesma para contar el tiempo que va del Domingo de Pascua al de Pentecostés.
Eran ferias comerciales, mercantiles, nunca festeras. En determinadas épocas tenía lugar en los alrededores de la Parroquia de Ómnium Santorum. La actual calle Feria debe su nombre a aquellas celebraciones. El mercadillo de los jueves que se sigue celebrando en esa calle, es un vestigio de aquellas ferias.
Años más tarde, en 1846 un vasco y un catalán, José María de Ibarra y Narciso Bonaplata fundan la Feria de Abril realzando la concesión que en su día hizo Alfonso X.
Se aprobó por el Ayuntamiento el día 18 de septiembre de 1846 y se inauguró el 18 de abril de 1847 en el Prado de San Sebastián, con 19 casetas y con un éxito tal de público y de negocio que, ya al año siguiente, los encargados de organizar la venta de ganado se dirigían al Municipio para pedirle una mayor presencia de agentes de la autoridad porque “los sevillanos y sevillanas, con sus cantes y bailes, dificultaban la realización de los tratos”.
La Feria de Abril rápidamente adquiere un carácter festero y se pierde pronto su origen de mercado agropecuario.
Pero siempre fue acompañada de festejos taurinos. No siempre se ubicó en el lugar en el que se celebra hoy día.
En sus inicios se celebraba en el Prado de San Sebastián.
Al inicio la entrada a la Feria se realizaba por la Puerta de San Fernando, situada al final de la misma calle. Con motivo del Ensanche de la ciudad fue derribada y allí se colocó la antigua «Pasadera» o Pasarela del Prado.
En el lugar donde actualmente se encuentra la fuente de las Cuatro Estaciones, obra de Manuel Delgado Brackenbury instalada en 1929 se encontraba este monumento.
Se trataba de una estructura metálica de más de 80 toneladas, inspirada en la arquitectura del hierro en Francia. Fue levantada por el ingeniero Dionisio Pérez Tobías y fundida en los talleres de Pérez Hermanos. Se instaló en 1896 y fue derribada en 1921.
Contaba con la particularidad de que se podía subir a ella por cuatro escaleras y se usaba como mirador. Ayudaba a los peatones a sortear el tráfico de tranvías y llegó a ser conocida por los sevillanos como «la pequeña Eiffel».
Las cuatro escaleras convergían en un quiosco central que se adornaba con globos de luz blanca cuando se celebraba la Feria de Sevilla en los terrenos del Prado. Se llegaban a poner casi 800 globos de gas y en la cúpula se instalaba un arco voltaico.
Aquella pasarela se convirtió en un símbolo de la ciudad y durante los 25 años de su existencia se convirtió en portada permanente de la Feria. La costumbre del alumbrado de la Feria procede de aquellos globos de gas con los que en su día se adornaba la Pasarela en los días de la Feria del Prado.
Cuando la Pasarela se derribó, las autoridades por exigencia popular se vieron obligadas a construir todos los años una pequeña puerta de entrada al Prado durante los días de Feria, pero se hacía de manera improvisada y no reglada.
Las primeras referencias que existen a estas arquitecturas efímeras en la ciudad son las que se colocaban para conmemorar la entrada de los reyes, la celebración del Corpus u otros motivos religiosos, como el monumento que se montaba en la catedral, o el túmulo funerario por la muerte de Felipe II, que tanto revuelo causo en la ciudad
Fue en 1949 cuando el Ayuntamiento fijó en sus ordenanzas la obligación de edificar «una gran entrada al recinto».
Y ello fue provocado por el gran éxito que tuvo la portada de 1948, conmemorativa del centenario de la Feria, de dimensiones monumentales y simulando un faro gigante que el pueblo bautizó como «Torre de los Toreros», ya que en su remate tenía fotos de toreros, cabezas de toros, carteles taurinos y capotes de paseo.
Esa portada era un templete de cinco cuerpos todos ellos inspirados en motivos taurinos.
El primer cuerpo, de arcos mudéjares, era un dodecaedro con balconcillos imitando los palcos de la Maestranza, con dibujos de las suertes del toreo en su interior.
El segundo cuerpo, soporta un friso con cabezas de toros famosos sobre carteles taurinos antiguos de la Feria.
En el tercer friso aparecían los números de los tendidos de la Plaza de toros.
En el cuarto se destacaron los retratos de los más ilustres toreros de Sevilla. Con el traslado de la Feria a Los Remedios en 1973 fue cuando se nombraron las calles con nombres de toreros casi todos ellos recogidos en los retratos de esta portada.
En el quinto se instalaron los lienzos de una barrera, rematado con una gran banderilla de 40 metros que ensartaba tiras de gallardetes.
La torre en su totalidad estaba adornada con trofeos taurinos de toda clase, capotes de brega y capotes de paseo.
Desde entonces se mantiene la tradición de la portada de la Feria que surgió de casualidad al existir una pasarela peatonal en el primer recinto ferial del Prado, y al pasar a ser de obligatoria construcción tras el éxito de tan egregia portada taurina.
Disfruten de la semana ferial y taurina.
MANOLETINAS
Manuel Fernández Leal es licenciado en Derecho, máster en asesoría jurídica de empresa, docente en diversos cursos de postgrado. Aficionado práctico taurino. Conferenciante en temas de la historia de la tauromaquia. Autor del blog “Leales del toreo”. Coordinador del Aula Taurina de Antiguos Alumnos del Colegio Tabladilla. Colaborador en tertulias taurinas en Radio Ya, Radio Decisión y Onda Capital y en la revista francesa “Toros”, decana de la prensa taurina en Europa.