Domingo de Resurrección. Cuando todo cobra sentido
“Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra fe”. Es una frase de una de las múltiples cartas que el apóstol San Pablo escribió a los Corintios.
El Domingo de Resurrección es el día más importante para los católicos, ya que con la Resurrección de Jesús es cuando adquiere sentido nuestra religión. Trasciende incluso a la celebración de la Pasión y Muerte. Tanto es así que para recordarlo las cruces de los templos se tapan con un velo desde el 5ª Domingo de Cuaresma para centrar la atención de los fieles en la Resurrección del Señor. Costumbre que se va perdiendo, pero que aún se conserva en algunas iglesias o en la propia Cruz de Guía de la Hermandad de la Quinta Angustia de Sevilla. Incluso este año se ha podido ver al Cristo de la Buena Muerte de la Hermandad de los Estudiantes cubierto por un velo morado.
Los ritos son importantes en la religión. También lo son en el ejército y en la tauromaquia.
Son muchas las ganaderías que durante la Semana Santa tienen la tradición de quitar los cencerros a los bueyes, que estos días hacen sus labores sin ese bonito sonido en señal de luto por la Pasión de Cristo.
Y el Domingo de Resurrección también tiene su ritual en el mundo taurino y más en concreto en Sevilla.
En 1983 se realizó el primer pregón taurino de la Real Maestranza de Caballería. Aquel año el pregonero fue el polifacético Juan de Dios Pareja Obregón. Compositor, poeta, ganadero por herencia de la ganadería de Concha y Sierra y matador de toros. Era además nieto de “El Espartero”, fallecido de manera trágica por la cornada de un toro de Miura.
Solo fue matador de toros por un día. El de su alternativa. Fue una corrida histórica, inédita e insólita. El 1 de noviembre de 1951 en Utrera. Ese día se produjeron en la misma corrida dos alternativas y tres retiradas de los diestros actuantes. El mítico Manuel Jiménez “Chicuelo” daba la alternativa a Juan de Dios Pareja Obregón y a Juanito Doblado y se retiraba ese mismo día. Los dos que habían recibido la alternativa también se retiraron ese día. En el caso de Pareja Obregón, porque se casaba esa misma noche y su retirada era el regalo de bodas para su mujer que no quería que torease. Ese día cortó dos orejas a cada uno de sus toros.
En el primer pregón taurino cosechó otro gran éxito hasta el punto de ser sacado en hombros del Teatro Lope de Vega nada más y nada menos que por Curro Romero y Fuentes Bejarano.
Desde ese primer pregón se han celebrado treinta y nueve. Ni en 2020, ni en 2021 por la pandemia hubo pregón y por tanto el que se celebrará este año será el número cuarenta.
El Pregón Taurino de la Real Maestranza ha pasado a formar parte del ritual del Domingo de Resurrección en Sevilla y en todo el orbe taurino, ya que después de Pareja Obregón han pasado por el atril de los distintos teatros donde se ha celebrado, pregoneros de primerísimo nivel. Premios Nobel de Literatura, Premios Cervantes, el Presidente de la Real Academia de la Lengua, académicos de tan docta institución y de otras como la de Historia o Medicina, periodistas insignes, catedráticos de muy diversas materias, escritores consagrados, diplomáticos y hasta un Lord inglés; Lord Garel Jones.
Cada uno de estos pregones taurinos es un tratado de tauromaquia. Podría decirse que mientras que el pregón de Semana Santa se ha estancado en los tópicos, el Pregón taurino ha elevado su nivel literario y su erudición en torno a la tauromaquia. Hasta tal punto que cuando le fue encargado a Vargas Llosa uno de sus amigos le dijo: “Dar el pregón taurino de Sevilla, es más importante que ganar el Nobel”. A lo que Vargas Llosa contestó: “Lo sé muy bien”.
“El Domingo de Resurrección todo vuelva a la vida”, como dijo en su pregón Félix de Azua.
La Maestranza se engalana. Durante el año ha estado “velada” esperando este día, aunque en todo su esplendor.
Desde el Viernes Santo sus banderas están a media asta en señal de duelo por la muerte del Señor.
Hoy cabe recordar aquella escena de la famosa serie “Juncal”, en la que el protagonista galantea con la Plaza a la que todas las mañanas daba los buenos días desde la calle Betis quitándose el sombrero.
“ Buenos días, mi reina. ¿Has dormido bien? Y yo que me alegro. Dicen que todas las plazas son redondas, pero tu naciste redonda”.
En ese coqueteo con la Maestranza todos nos hemos visto alguna vez y nos hemos sorprendidos a nosotros mismos pensando para nuestros adentros. “Mira que es bonita y que está bien hecha”. Aunque hay que quitarle la razón a Juncal, pues la plaza de la Maestranza no es redonda.
De estilo tardo-barroco se empezó a construir sobre la antigua plaza original que era de madera y cuadrada. La obra se comenzó sobre una estructura de octavas, pero fue paralizada por Carlos III en 1781. Se reanudaron las obras y fueron varios los arquitectos que participaron en cada fase hasta que Aníbal González sustituyó la piedra por el ladrillo visto.
El cambio de materiales, la construcción por fases y la mano de diversos arquitectos fueron la causa de que la plaza sea ovalada e irregular.
La perfección de lo imperfecto. Como diría otro insigne pregonero taurino, el famoso arquitecto Rafael Moneo, “la Maestranza es una obra con vida propia que representa lo mejor que la fiesta puede dar”.
Y lo mejor que la fiesta puede dar no tiene que ser necesariamente un lance de la lidia. Uno de los momentos cumbres se produce todas las tardes antes de empezar el paseíllo, cuando suena el cerrojazo de la puerta de cuadrillas y arranca el pasodoble “Plaza de la Maestranza”.
Si en la Quinta Sinfonía de Beethoven la primera nota es un silencio, en el pasodoble Plaza de la Maestranza la primera nota es un cerrojazo, la segunda un silencio y la tercera el arranque del paseíllo.
Fue escrito por Daniel Vela Roy , militar de la Banda Soria 9 y pianista del desparecido Teatro San Fernando. Fue estrenado el 29 de septiembre de 1979 y seguro que de tanto escucharlo en cada paseíllo todo buen aficionado puede tararearlo. Para sorpresa de muchos el pasodoble también tiene letra que fue escrita por Juan Manuel Borbujo de la Hera, redactor del diario “Sevilla” y de la “Hoja del Lunes”. Singular crítico taurino que se sentaba en el tendido 4 con su eterna corbata blanca.
Existe una versión cantada por Macarena del Rio que pone los vellos de punta. Dejamos algunos versos de esa letra
“Plaza de la Maestranza,
La de la dorada arena,
Con tu oro y con su sangre
de mi España eres bandera”.
Escuchen la versión instrumental y la versión cantada y si no se emocionan empiecen a preocuparse.
Y tras el paseíllo llegará el momento de la verdad. Porque como dijo Rafael El Gallo “torear es tener un misterio que decir, y decirlo”.
Y también llega el momento de la verdad para el aficionado. Afición viene del término latino “affectum”. Y el afecto es sentimiento. Hay que ir a la plaza a sentir. No importan los conocimientos. El conocimiento siempre va detrás del sentimiento.
Una corrida de toros es una fiesta de los sentidos. No olvidemos que , como decía Antonio Bienvenida, “el toreo es algo que se nos va en cada pase”.
Vamos a la plaza porque un instante de gloria puede dar sentido a una vida entera, como nos pasa en otros tantos aspectos de la vida.
Las faenas, los lances, como tantas cosas en la vida, son efímeras, aunque pueden recordarse toda una eternidad.
Vamos a ver a toreros que andan pidiendo poetas, porque paran el tiempo en lances de eternidad.
Pero también vamos a la plaza , como dijo Lord Garel Jones en su pregón “a no olvidar que lo fundamental de la vida es aprender a mirar a la muerte a la cara y caminar hacía ella con dignidad”.
Dignidad que tendrá sentido y renacerá con la llegada de la Resurrección.
Vean los toros en silencio, disfrutando de cada instante, porque el silencio en la Maestranza es “algo de lo que Sevilla sigue hablando cuando calla”.
Los toros son un reflejo de la vida, donde hay valor, honor, religión, rito, cultura y muerte. Muerte que solo cobra sentido con la Resurrección.
En el pregón taurino de Sanchez Dragó contaba que un torero siempre que iba a la capilla rezaba esta antigua oración
Mira que te mira Dios,
Mira que te esta mirando,
Mira que vas a morir,
Mira que no sabes cuando.
Caballero Bonald decía que ”somos el tiempo que nos queda”. Pero también somos lo que fuimos. Olvidaba que el tiempo que nos queda puede ser eterno.
Disfrutemos este Domingo de Resurrección y vivamos mientras morimos, para que luego todo cobre sentido.
MANOLETINAS
Manuel Fernández Leal es licenciado en Derecho, máster en asesoría jurídica de empresa, docente en diversos cursos de postgrado. Aficionado práctico taurino. Conferenciante en temas de la historia de la tauromaquia. Autor del blog “Leales del toreo”. Coordinador del Aula Taurina de Antiguos Alumnos del Colegio Tabladilla. Colaborador en tertulias taurinas en Radio Ya, Radio Decisión y Onda Capital y en la revista francesa “Toros”, decana de la prensa taurina en Europa.
manolofdezleal@gmail.com