A gusto de todos
Hoy, cuando escribo, es 22 de marzo, Viernes de Dolores. No paro de mirar al cielo y consultar la predicción meteorológica, que no puede ser peor. El Domingo de Ramos parece salvarse —solo dan un poco de agua en la noche—, pero a partir de ahí las temperaturas bajan y la lluvia acompaña durante la semana entera. Todos sabemos que el agua es necesaria, lo más indispensable para la vida. La sola idea de sufrir cortes de suministro y ver los campos secos resulta muy desagradable, pero… ¿no puede llover antes o después de estos días?
No soy una persona muy de iglesia, creo que la mayoría de los amantes de la Semana Santa no lo son. Y sin embargo… Las razones por las cuales las procesiones, sobre todo las de la población propia, nos emocionan y nos atraen hunden sus raíces en la infancia. Son unos días en los que el misterio parece haber tomado las calles. Quién no recuerda la primera vez que vio la muerte canina, o sintió en su interior el redoble de los tambores que pasaban a su lado, o se emocionó con una saeta, esa sensación que prende en nosotros y nos acompaña toda la vida, aquella ocasión en la que asistió, enmudecido, los ojos inundados de lágrimas, a la interpretación de una saeta por alguien anónimo, a menudo una mujer mayor, que cantaba desde el suelo, confundida entre el gentío, a un Jesús Caído, ese hombre necesitado de ayuda, que los cobardes dejan solo con su pesada cruz. Quién, aunque no sea creyente, puede dejar de imaginar y desear un hombre capaz de dar su vida por todos nosotros, qué necesitados estamos de un héroe así, pero de carne y hueso.
He vuelto a mirar por la ventana. Ahora mismo luce un sol de justicia y veo a la gente pasar en manga corta por la calle. Ya se sabe que las predicciones fallan en la cantidad de agua que va a caer, pero no suelen fallar en el hecho de que llueva, y menos cuando faltan pocos días. Y si llueve van a lamentarse más personas. No puedo mencionar a todas, desde luego. Pienso en los dueños de los bares y restaurantes, que han hecho acopio de artículos en previsión de una venta abundante. O en los músicos que integran las bandas que acompañan los pasos. Estos llevan ensayando todo el año y son dueños de esa ilusión por las cosas que solo se posee hasta que uno deja de sentir como un crío, cosa que ellos, a menudo, no hacen nunca. Esos artistas quieren salir, alegrar las calles, acompañar con sus sentidas interpretaciones a las vírgenes afligidas por el sufrimiento y la pérdida del hijo; a los cristos, firmes en su sacrificio; a los resucitados, que se yerguen incólumes hacia el cielo. Qué emotiva la Semana Santa. Qué necesaria es para todos. Pero la naturaleza manda. Llevamos años de sequía y necesitamos el agua aún más que el espectáculo estético, para algunos la confirmación de su fe, que es la Semana Santa. Vengan cantaores espontáneos, para los que el cante de saetas es una oración, florida pero rezo al fin, esos que no vienen a lucirse y de los que no sabemos los nombres. Las grandes voces, por supuesto, también emocionan. Cuando uno está lejos de su tierra busca en la red el vídeo de aquella saeta que el ursaonense Manuel Cuevas cantó a la virgen Macarena en la madrugá del Viernes Santo de 2013, con letra del también ursaonense Antonio Rodríguez-Buzón. Uno se lo sabe de memoria de tantas veces como lo ha visto y escuchado, y sin embargo se emociona siempre que lo hace y envidia la suerte de todos los que estaban allí ese día, en el balcón y, sobre todo, en la calle, sus miradas y sus oídos pendientes de la portentosa voz de Manuel, de esos momentos de delicadeza o de fuerza que sabe entreverar con maestría y llevan a sus escuchantes a cumbres de emoción. Porque la Semana Santa, que rompe los amaneceres de la primavera perfumada de azahar, es, sobre todo, sentimiento y recuerdo, que ya son muchos los que van faltando, y cada año se les hace un homenaje mudo solo con nuestra presencia.
Así que lluvia, sí, por supuesto, que es necesaria, pero que no haya fastidiado demasiado. Y si lo ha hecho, al menos agua tenemos.
P. D.: Después de la redacción del artículo me ha llegado la revista Semana Santa y Glorias de Osuna 2024, editada por el «Consejo General de Hermandades y Cofradías de la Villa de Osuna». Además de artículos históricos, como los de Juan Carlos Maysounave y Francisco Javier de Soto Galván —interesantes a pesar de los duendes de imprenta que suprimen las notas al pie—, contiene uno, de Evaristo Cuevas Rodríguez, sobre el origen, la tipología y la evolución de la saeta, que sigue la brillante escuela flamencóloga del ursaonense José Romero Jiménez, Pepe Romero, tan olvidado en su pueblo.
CUADERNO DEL SUR
(Madrid, 1961). Novelista y narrador en general, ha visto publicados también ensayos históricos y artículos periodísticos y de investigación. Poco amante de academias y universidades, se licenció en Filología Hispánica y se dedica a escribir. Cree con firmeza en los beneficios del conocimiento libre de imposiciones y en el poder de la lectura.