Política, políticos y corrupción: La solución
La política trata de la gestión de las relaciones de poder que se producen en cualquier grupo humano. Somos herederos del pensamiento griego, empezaron a pensar más allá de los mitos, entre otras cosas sobre el gobierno de las ciudades. La palabra política nace con Aristóteles (siglo V a.c.) tituló así, su obra en que trata de este perpetuo problema ¿cómo gestionar la sociedad? Su precedente, el señor Platón, hizo discursos muy bellos, lo recordamos en el amor platónico, define la política con unas bellas y certeras palabras: causa del bienestar del Estado que debe favorecer el bien público y no el bien particular, el interés común liga y une las partes del Estado, mientras que el interés privado las desune.
Platón, prefería la Aristocracia (el gobierno de los mejores) a la Democracia (el gobierno de todos) por ser el capricho del pueblo. Dos mil quinientos años después, ha triunfado la democracia, más fácil de aplicar en la práctica, que definir eso de quienes y por qué son los mejores. La política es necesaria, relaciones de poder se establecen en cualquier relación humana, y tratarlas de la mejor manera ha de ser nuestro objetivo.
Actualmente, los políticos hablan y hablan de corrupción, siempre es la del adversario, no son una excepción social y tienen su porcentaje de corruptos, tramposos, sinvergüenzas, delincuentes. Categorías humanas no exclusivas de la política, pero claro como ellos manejan el poder, tienen más posibilidades de caer en la tentación y ejercerlo corruptamente.
La corrupción política no es patrimonio de la derecha ni de la izquierda, es de los corruptos. Pero ¿hay corrupción de derechas o de izquierdas?
Para mí, la corrupción de izquierda son imágenes asociadas a personajes como Juan Guerra y ahora Koldo Aguirre, a los ERES, una corrupción de colocar a la familia y a los amigos, comprar un piso, unos terrenitos, sin quitarle importancia a esto. La de la derecha asociada al Jaguar que encontró en su garaje Ana Mato, o a un Maserati aunque sea de segunda mano, o a un ático en Marbella, al caso Gurtel y al paseillo de invitados en la boda de la hija de nuestro expresidente Aznar. No está estudiado, pero el montante económico y el lucro rampante personal de los de derechas probablemente sea más eficiente.
Mi experiencia con corruptos es corta, hace unos años coincidí con Juan Guerra, en la feria de abril, se hizo socio temporal en la caseta de un amigo, por allí anduvo. Al terminar la feria pregunté y resulta que les dejó una deuda. Genio y figura hasta la sepultura.
Luchar contra la corrupción es un deber social para el bienestar público, la propuesta de Platón es la solución ideal, que gobiernen los mejores, los mejor preparados y menos chorizos.
¿Qué podemos hacer? Muy fácil, teníamos un problema con las muertes por accidente de tráfico, hemos conseguido mejorar mucho. Hagamos igual, para poner un político on the road, que supere una prueba de selectividad, y después su ITV cada cuatro años, revisamos sus finanzas, sus andanzas y lo que es más importante su ordenador central, su mente, para lo que los psiquiatras y los psicólogos tendríamos que esmerarnos en inventar unas pruebas que nos garantizaran eso, que son lo mejores y los menos malos.
Siempre soñé comprarme un helicóptero, evitaría los atascos bajando del Aljarafe en hora punta. Un asuntillo de corrupción igual hubiera hecho realidad mi sueño, aunque ya he perdido esa ilusión, no tengo que bajar a hora punta, menos peligro de corromperme, así evito soñar a la sombra como les ocurre a muchos de esos corruptos. Afortunadamente para todos.
EL CIBERDIVÁN, LA OREJA DE FREUD.
Psiquiatra psicoanalista impulsó la reforma psiquiátrica “salta la tapia” en el hospital de Miraflores. Fue Director de la Unidad de Gestión Clínica (UGC) y Coordinador de la Unidad de Salud Mental Comunitaria del Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla. Autor de numerosos artículos científicos. Tiene dos libros publicados: Psicoanálisis medicina y salud mental, y La religión en el diván.