La batalla de derbi vale una guerra
Acaba de terminar cuando, escribo esta columna, el derbi, el partido entre los eternos rivales: el Real Betis Balompié y el Sevilla Fútbol Club. Estoy agotado y muy mosqueado, han quedado 1 a 1, un empate, ni ellos ni nosotros hemos ganado, a nadie le gusta empatar una guerra.
La pregunta que me hago es: ¿Qué tiene el fútbol para que tenga tanta repercusión y éxito social? En nuestro país es el fútbol, en otros países pueden ser otros deportes, eso sí de equipo, el beisbol en USA o en Cuba, o el rugby en Nueva Zelanda…
Un derbi, un partido de máxima rivalidad, es como una batalla anunciada, y si gana tu equipo puedes celebrar la victoria sin medida, molestar a las huestes perdedoras, disfrutar saltándote las normas un poco, avasallar al rival perdedor.
El éxito de los campeonatos de fútbol, de su repercusión social, se explica por ser las competiciones deportivas las herederas y sustitutas de las contiendas bélicas entre grupos humanos, es decir de las guerras, que debieron iniciarse en el paleolítico, con el nacimiento de los poblados. Desde entonces hasta la fecha, han seguido produciéndose acontecimientos bélicos, a pesar de que el derecho internacional se ha consolidado e instituciones mundiales como la ONU, hoy las guerras más conocidas en Ucrania y Gaza.
En las contiendas deportivas, se produce una sublimación de las pulsiones agresivas, el componente social permite la satisfacción de la pulsión sublimada, del arte de la guerra que consiste en dominar realmente al otro. En los fenómenos deportivos se produce esta sublimación, como demostración del poder real de unos sobre otros, en lo que consiste la guerra. En los fenómenos marginales deportivos, como los hinchas de club rivales que quedan para pegarse, se pone en evidencia lo que subliman a través del enfrentamiento deportivo, que está sometido a reglas civilizadas, la agresividad.
Esta relación entre deporte y guerra tiene sus antecedentes en las olimpiadas griegas que detenían las guerras durante su celebración, la mayor evidencia de que eran su sustituto civilizado.
El porqué del éxito del fútbol, y de los deportes de equipo para convertirse en el representante más exitoso de esta sublimación de la guerra, consiste en que son juegos colectivos, de un grupo de jugadores como un ejército, contra otro grupo, no es un pistolero aislado. Esto facilita el juego psicológico de proyección e introyección, de un país o de un colectivo con el equipo que lo representa. El descubrimiento de las neuron mirror (neuronas espejo) por Rizzolati en 1996, explica porque disfrutamos viendo trabajar (deporte de jubilados), o viendo a un cantante. Nuestro cerebro se activa y hace lo que ve, incluso aprende mirando, por eso si ganamos disfrutamos como los jugadores y si perdemos sufrimos, realmente. Este sistema neuronal soporta la empatía.
El fútbol al jugarse con los pies, deja claro que es un juego de cabeza, la que tiene que mandar en los pies, ya que no es una actividad natural como puede ser el correr, saltar. Enhorabuena al fútbol y a esos otros deportes que permiten el ejercicio de la pulsiones agresivas, de forma civilizada, sublimada.
En fin para no ser pesado, iré terminando, no les he dicho cual es mi equipo, ni pienso decírselo, manque pierda y que gane, ya que hemos empatado. Para ser un poco feliz he decidido acordarme de los mundiales de fútbol, de ese 11 de julio de 2010, en que todos conseguimos una estrella de campeón del mundo, y de ese 20 de agosto de 2023 en que conseguimos otra con la selección femenina, lo que nos enorgullece ante otros pueblos. Porque, aunque sólo se trate de un juego, es un juego real y en esos años les ganamos a todos y a todas.
EL CIBERDIVÁN, LA OREJA DE FREUD.
Psiquiatra psicoanalista impulsó la reforma psiquiátrica “salta la tapia” en el hospital de Miraflores. Fue Director de la Unidad de Gestión Clínica (UGC) y Coordinador de la Unidad de Salud Mental Comunitaria del Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla. Autor de numerosos artículos científicos. Tiene dos libros publicados: Psicoanálisis medicina y salud mental, y La religión en el diván.