Pilar o termita

Divierte ver a un sector de la izquierda mediática, los mismos que hace escasas semanas decían que no cabía una amnistía, haciendo contorsionismo. Empezaron después del 23 de julio con el goteo contradictorio, tratando de normalizar y dulcificar lo que días antes les parecía un disparate. Que sí, que por supuesto que cabía esa medida de gracia, que es una manera de encarar el futuro, que esa es la política conciliadora que hay que llevar a cabo. La realidad es que Carles Puigdemont, al que se jactaban de haber vencido y al que, incluso, decía el presidente que iba a traer de vuelta para ser juzgado, tiene 7 diputados. Y de esa famosa llave que posee el prófugo dependen dos cosas: la continuidad de Pedro Sánchez en el poder y la estabilidad de un país. Por ese orden, para el PSOE y su camarilla de irresponsables voceros. Primero Sánchez, luego España.

El problema es que, como dice el meme, más sabe el perro sanxe por perro que por sanxe. Y éste, decidió testar a la sociedad mandando a Yolanda Díaz, una de las personas más interesadas en que no haya repetición electoral, a hacerle una visitilla exprés al amigo Carles. A ver cómo sentaba aquello. Dio la casualidad de que ir a ver a un delincuente fugado que intentó atentar contra los pilares de nuestro Estado y que, encima, vacila desde lejos como un cobarde, después de haber dejado tirados a sus compinches en el talego, no sentó muy bien. Por lo que fuera, a la gente le costó digerir aquella foto de la vicepresidenta haciéndole carantoñas al del maletero. Entonces, cambió la estrategia. Ahora el incontestable razonamiento que han puesto en marcha los líderes de opinión de la izquierda es: “¿Se ha concedido ya la amnistía? No, ¿verdad? Pues no adelanten acontecimientos”. Ajá, ya no es un disparate, tampoco es tremendamente compatible, ahora es un castillo en el aire que se ha inventado la malvada derecha.

Bueno, la derecha y la antigua izquierda que, en realidad, no era más que una derecha encubierta. Felipe, Alfonso Guerra, Joaquín Leguina, Joaquín Almunia, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, Nicolás Redondo y tantos otros que no son más que ancianos cascarrabias que no quieren que avance el socialismo, profetas de un pasado que no entienden el presente. Anteayer, conocíamos que Redondo ha sido expulsado del partido. Puedo entender los motivos, eso de que en los estatutos pone bien claro que no se puede simpatizar con formaciones contrarias. De la misma manera, me queda meridianamente claro que esta expulsión, y el momento en el que se hace, no significa otra cosa que un aviso a navegantes. O conmigo, o contra mí. Mirad socialistas, esos traidores que, algunos, seguramente, ni siquiera nos votan han decidido conchabarse con el enemigo. En esa ruptura con el pasado, hemos escuchado a María Jesús Montero muy socarrona dándole la vuelta a la famosa frase de Guerra: “En este PSOE, el que se mueve sí sale en la foto”. Es buena, si no fuera porque el PSOE ya no es el PSOE, sino Sánchez, y la foto no es una foto sino un selfie. Y en esa foto los que salen son aquellos como Adrián Barbón, que dicen que la amnistía le parece buena si eso significa que Sánchez seguirá como presidente.

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Quien seguro que sí les votó fue Javier Cercas. Uno de los firmantes de un manifiesto que animaba a los españoles a votar las pasadas elecciones a fuerzas progresistas. Pero vaya, ¡sorpresa!, al catalán tampoco le parece bien que se amnistíe a unos golfos que en 2017 decidieron atentar contra la Constitución y el Estatut. Puede, eh, y esto es una simple suposición, que fuera porque en ningún momento de la campaña nadie pusiera encima de la mesa el tema. Nadie votó ceder ante Puigdemont, no había una propuesta expresa para ello. Pero recuerden, aún no hay amnistía, como tampoco, en su día, iba a haber indultos ni reforma del delito de malversación. Todo el que alerta del peligro, convoca manifestaciones o muestra su preocupación, no solo es un agorero, también corre el riesgo de que lo tachen de golpista. Se me ocurre una idea de zanjar el tema, igual es muy loca, pero ahí la dejo: ¿Qué tal si sale Sánchez y dice ya que no va a haber amnistía? Todo apunta a que lo hará, que tiene claro que esta jugada de póker la puede llevar hasta donde la puede llevar, que, llegado el momento, dirá que, por responsabilidad y sentido de Estado, no puede aceptar el chantaje de Puigdemont. Mientras tanto, ambigüedad, revisando cada día las encuestas. No descarta ningún escenario, pero sabe que la única salida plausible son las urnas. No se puede perdonar a un tipo que quiso dinamitar nuestra Constitución, que huyó y que, esta semana, ha insistido en que los cimientos del Estado español están podridos. Sánchez tiene que elegir entre ser termita, y humillar a la Justicia, al Rey y a toda una nación, o presentarse como pilar. Por nuestro bien, esperemos que sea lo segundo.

Santi Gigliotti
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