Oportunidad perdida
No doy crédito. Ya me advirtieron mis amigos que mi optimismo irredento no me daría alegrías. Pero los que vivimos al cobijo de la Esperanza, nunca damos el partido por perdido.
Sinceramente pensaba, y esperaba, que alguien impediría la barbarie de ayer. Comprendo que llenar la nevera todos los meses cuesta, y más en los tiempos que corren, pero irse a la cama tras haber tirado por tierra los principios de tu partido y haber desarmado a España, no tiene justificación.
Este verano, leyendo el libro de Ignacio Varela (Por el cambio: 1972-1982: cómo Felipe González refundó el PSOE y lo llevó al poder), comprobé los esfuerzos de un grupo de jóvenes socialistas por refundar un partido caduco, actualizarlo a las necesidades de la sociedad y convertirlo en el referente de toda una generación. De aquello, no queda nada. Y aunque ha habido algunas voces contrarias a la línea oficial, tenemos la sensación de que han sido más posturales que reales.
No está sobrado de líderes el PSOE, quizás sólo García-Page -apoyado por otras federaciones- podría hoy liderar un partido acorde al que Ignacio Varela describía en su obra. El sanchismo no perdona infieles y posiblemente pronto clavará el rejón a los no sumisos, razón de más para que no entendamos que no haya existido un movimiento que impidiera la investidura, provocara nuevas elecciones e intentara volver a los principios post Suresnes. Nada de eso ha existido. Oportunidad perdida.
De nada sirve la tourneé por medios de comunicación de históricos socialistas mostrando su disconformidad con la situación si reconocen, como han hecho, que todos votaron al personaje. Como si no lo conocieran. ¡Eso no vale! Los golpes de pecho el día de las elecciones y no a toro pasado.
No vale culpar a Sánchez de todo. Él es, sin duda el artífice y el máximo responsable, pero en esta tragedia cuenta con el beneplácito, por acción u omisión, de todo el partido socialista. No caigamos en la trampa. Ha comenzado la campaña de salvar al partido pensando en el futuro y echar todas las culpas a quien, si Dios quiere, desde ayer, empieza a ser pasado. Tan responsable es el que hace como el que calla.
Iniciaba mi reflexión haciendo referencia a la esperanza como forma de ver la vida. Las crisis son oportunidades y todos debemos aprender de la experiencia. Y cuando llegue el día, que llegará, de volver a enfrentarnos a las urnas, que no se nos olviden las noches de sufrimiento en las que volvimos a desempolvar las banderas como si hubiéramos ganado otro mundial.
Socialismo o libertad.
POR DERECHO
Abogado, socio-director Bufete Rodríguez Díaz. Profesor en la Universidad de Sevilla (US), Universidad Pablo de Olavide (UPO) y Loyola Andalucía.