Disonancia en la protección de los jóvenes en Estados Unidos
El compromiso de un país con la salud y bienestar de sus niños y adolescentes es un indicador crucial de su evolución y su ética como sociedad. En este sentido, la noticia reciente de la demanda presentada por 41 senadores estadounidenses contra Meta, la empresa matriz de gigantes de las redes sociales, como Instagram, Facebook y WhatsApp, representa un avance significativo en la lucha por la salud mental de los jóvenes. Estos legisladores alegan que Meta ha engañado repetidamente al público sobre los peligros sustanciales que sus plataformas representan, lo que ha llevado a un aumento preocupante en los problemas de salud mental de niños y adolescentes. La iniciativa de estos senadores no solo arroja luz sobre estos problemas, sino que también les da visibilidad y destaca la necesidad de abordarlos de manera efectiva.
Este movimiento legal refleja la preocupación de una nación por el bienestar de sus jóvenes, una señal alentadora de que se toman en serio la salud mental de las futuras generaciones. Esta demanda pone de manifiesto la importancia de enfrentar de manera activa los desafíos que plantea la tecnología en la vida de los más pequeños, y la necesidad de que las empresas asuman responsabilidad en este proceso. Sin embargo, es imposible ignorar la contradicción inherente que existe en el país, especialmente cuando se observa la persistente y devastadora problemática de la violencia armada, causante también de muchos problemas de salud mental en los más jóvenes.
No se busca comparar directamente las redes sociales con las armas de fuego en términos de peligro, pero la comparación destaca una priorización de problemas y una falta de coherencia en la preocupación por la seguridad de los jóvenes en Estados Unidos. La doble moral se vuelve evidente cuando existen medidas enérgicas contra la tecnología que potencialmente daña la salud mental de los jóvenes y medidas inexistentes ante la amenaza aún más mortal que implica la posesión de armas.
La falta de medidas enérgicas ante la violencia armada, que también afecta la salud mental de los jóvenes, plantea interrogantes sobre la priorización de los problemas en el país. La doble moral se vuelve evidente cuando se ven medidas contundentes contra la tecnología que potencialmente daña la salud mental de los jóvenes y la falta de medidas similares frente a la amenaza aún más mortal que implica la posesión de armas. Esta incoherencia es un tema de preocupación global que debería inspirar una reflexión más amplia sobre la necesidad de abordar de manera equitativa y efectiva todos los desafíos que enfrentan nuestros jóvenes en todo el mundo.
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DE LA CALLE AL PAPEL
Monica Montero, premio Excelencia Literaria, es estudiante de quinto curso de Relaciones Internacionales y Comunicación Global en la universidad Pontificia de Comillas en Madrid.
Le gusta la Fotografía Urbana y escribe desde los 16 años artículos de opinión sobre los valores de su generación. Especializada en Economía Mundial analiza la importancia de la responsabilidad social, la inclusión y la diversidad, siendo partícipe de forma activa en mesas redondas, programas de voluntariado y actividades de fomento del deporte. Apuesta por el liderazgo de la mujer en áreas de interés económico y en sectores de la comunicación. Participa actualmente en Youthquake Talks, Rebellious Words y Comillas Solidaria donde integra sus valores y su finalidad de hacer del mundo un entorno donde habite la coherencia y la Responsabilidad social.