Cuadros, esculturas, relieves, textiles, relicarios, belenes… Las 3 salas de las que consta el Museo de Santa Paula reúnen una destacada colección de arte de la que forma parte el propio continente. Dan fe de ello los artesonados mudéjares de la sala principal y el coro alto, así como el monasterio en su conjunto, edificio declarado Bien de Interés Cultural (BIC) por decreto del 3 de junio de 1931.
El visitante que accede al museo desde el patio interior del monasterio, tiene ante sí las obras que las jerónimas han reunido desde que la madre Ana de Santillán fundara el cenobio tras la bula del papa Sixto IV, fechada en enero de 1473. El itinerario comienza en el atrio del torno, subiendo una escalera hasta los locutorios. La 1.ª sala expositiva, hoy utilizada como locutorio, sorprende en primera instancia con La Inmaculada de Mateo Cerezo, un San Jerónimo atribuido a Ribera y un retrato del cardenal de Solís. Esto es lo más destacado de un catálogo en el que también conviene resaltar el ajuar litúrgico y esculturas de diversas cronologías.
Relicarios, lienzos, nacimientos…
De ahí se pasa a la sala principal, donde llama la atención el artesonado de alfarje mudéjar. Desde ahí se puede contemplar el claustro principal del monasterio, reservado para la clausura. Y en esta sala es obligado detenerse ante La Adoración de los pastores, en la que la imagen de la Virgen está tomada de la hija de Ribera. Entre los lienzos se agrupan varios relicarios, sobresaliendo uno en bronce y cristal de roca, regalo de Doña Mariana de Austria a las comendadoras de Santiago de Madrid.
El coro alto es la última estancia del museo. Su artesonado de madera está firmado por Diego López de Arenas, y en sus muros se acumulan obras de diversa autoría y procedencia. Destaca un San Jerónimo penitente del siglo XVII, el Descanso en la huida a Egipto, de Juan de Sevilla, y una copia de La Piedad de Van Dyck. Pero, por encima de todo, llama la atención el Nacimiento del siglo XVIII que se contempla tras una vitrina, y que se atribuye a Fernando de Santiago. Está compuesto de numerosas figuras de barro cocido que representan escenas de la historia de la salvación, empezando por el pecado original. Esta sala regala una visión elevada de la iglesia del monasterio, presidida por el magnífico retablo que realizara José Fernando de Medinilla en 1730.
Silencio, paz… Y mermeladas
El recorrido expositivo se completa con el regalo que supone transitar por un patio interior donde el visitante siente el peso liviano del silencio, la historia y la paz que regalan todas las comunidades de vida contemplativa. Santa Paula, además, se suma a la larga nómina de comunidades que elaboran productos de repostería para su sostenimiento. En este caso sobresalen sus magníficas mermeladas, un referente culinario cuya bien merecida fama trasciende los límites de la ciudad que acoge a estas monjas desde hace quinientos años.
‘Domus romana amplissima’
‘El monasterio de Santa Paula de Sevilla. Domus romana amplissima’ es el título del libro que ha escrito Salvador Guijo, con la aportación gráfica de Daniel Salvador-Almeida. Es un volumen divulgativo con más de 350 fotografías cuya edición ha sido patrocinada por la Real Maestranza de Caballería. La recaudación por su venta se destinará al sostenimiento de la comunidad religiosa.
Horarios de visitas
La exposición está abierta de martes a domingos, de 10 a 13 horas.
Reserva de entradas (donativo de 5 €) en la web del monasterio o en el propio monasterio.