La herencia y la pena de muerte.Ventura Medina I

Se recomienda que se escuche mientras se lee este relato la música adjunta aquí.

La abundante herencia que nos dejó mi madre se cifra en carpetas… ¡qué digo carpetas!… maletas y maletas atestadas de cuadernos de distintas formas y tamaños. Conocimientos y acontecimientos de la familia, vecinos, y de todos los que se rozaron por ella narrado a su estilo. Documentos a puño y letra de una gran carga emotiva anudadas con fervor religioso y momentos históricos.

Es pronto para leer objetivamente sus letras, intuyo que en éste caso, por lo que me toca, la objetividad la tengo a buen recaudo en la batidora. En el fondo creo que jamás seré capaz de leerlas con la dosis de distancia que requiere la imparcialidad. De todas formas, me llamó la atención el relato de un acontecimiento impactante que conmocionó a todo el pueblo de Osuna. Este acontecimiento concretamente se recoge en el libro de pastas verde y páginas blancas, en cuya portada cuidadosamente escrita dice:

Recuerdos de toda una vida
Mª de los Ángeles Gómez Cifuentes

Destaco el prólogo, a modo de introducción, escrito a tinta negra por mi hermano Alberto (octavo y último de sus hijos):

Llena este libro, Madre, sin reparos por tu caligrafía, ni por tus faltas, ni porque algunos episodios de tu vida afloren sabores a hiel. Llénalos, Madre, que los que te queremos sólo deseamos leer tus historias, tus anécdotas, tus leyendas…
Como lo vamos a leer con el corazón, nada importa: ni que estén desordenadas, ni que las dejes a medias ni que sean o no totalmente ciertas.
Ve dejando, hoja a hoja, tus recuerdos plasmados en este libro en blanco, para que como una fotografía, nos transporte a lejanos tiempos que ni siquiera hemos vivido.
Háblanos de tus antepasados, de tu niñez, de todo aquello que nos enriquezca y, tal vez, que nos prevenga en los avatares de la vida.
No te dejes nada en el tintero.
Tu hijo:
Alberto

Sin más, paso a transcribir el suceso que no tiene pizca de desperdicio del que sólo he corregido faltas ortográficas y cuya lectura me ha servido para roer bibliotecas, reflexiones que anotaré bajo esta página porque sé que ella, mi madre, era amante de fechas justas (o aproximaciones), y veracidad histórica.

Trascripción
Sería por el año 1904 en Osuna, estaba llena de gente como no se había conocido nunca.
¿Qué sucedía para que hubiera tal gentío? En El Lejío de Osuna se había levantado un patíbulo, pues iban a ajusticiar a un delincuente.
Se llamaba Ventura Medina y este hombre tenía una posada en el pueblo vecino del Rubio, perteneciente a la jurisdicción de Osuna.

Sucedió que cierta tarde llegó a la posada un hombre con dos hermosos caballos llenos los cerones de buenas piezas de paño, y se hospedo en la posada. Ventura tenía mujer joven y una hija pequeña.
De madrugada, Carmen despertó sobresaltada, su marido no estaba en la cama. En la habitación donde dormía había una pequeña ventana, sin encender la luz se asomó por ella. Quedó horrorizada: su marido llevaba el cuerpo sin vida del pañero hacia una cuadra que tenían vacía.
Sintió golpes en la tierra haciendo un hoyo para enterrarlo. Muerta de miedo, con el corazón palpitante, sintió que su marido había dejado de dar golpes, se acostó y se hizo la dormida.
¿Carmen, Carmen?, ¡Qué quieres! contestó la mujer, ¿Tú no has sentido ruido abajo?, ¡Yo no he sentido nada! ¿Por qué, Nada sigue durmiendo. Y él se acostó con ella.

Por la mañana, la mujer hizo el desayuno y cuando creyó que era la hora, cogió el canasto para ir a la plaza. El marido estaba bromista y ella le siguió la broma y le dijo: Dale una vuelta a la niña qué está dormida.
El marido se quedó en la puerta viéndola marcharse, pero cuando ella volvió la esquina corría al cuartel de la Guardia Civil.
Llegaron tres civiles fusiles en mano y Ventura les dijo: ¿Qué traéis de bueno por esta casa?, los civiles lo encañonaron y le dijeron, ¡Cava en la cuadra!, cuando llevaba un rato dijo Ventura, todos los trabajos merecen un cigarrillo, le apuntaron muy serio, Siga cavando o le damos un tiro.
Al poco salió el cadáver.
Lo trajeron preso y el juez lo condeno a la horca.


Decía mi padre que nunca se había conocido en Osuna más gente con coches de caballos y toda clase de vehículos, los trenes llenos hasta los topes para ver ajusticiar a Ventura Medina.

* * *

Ni que decir tiene que si mi madre nació en 1923 y tomando como fecha la de 1904 en que sitúa los acontecimientos arriba reseñados implica que no los vivió en primera persona como bien aclara en el último párrafo cuando escribe: “Decía mi padre que nunca…” por lo que me llevó a calcular posibles errores de fechas, nombres, o circunstancias, así que, basándome en la certeza de la ejecución en Osuna de Ventura Medina, puse manos a la obra; ojeé todo lo que obraba en mi poder, Tiempos de Historia, libros relacionados con la pena de muerte, artículos de periódicos viejos, boletines políticos locales de la época de la transición, documentos en Internet y un largo etcétera tropezando con aquella tirada corta de la nueva versión de El Paleto que se llamó 2ª EPOCA –el paleto-. Periódico mensual que comienza a editarse en Diciembre de 1979, cuyo nombre evoca “El paleto” originario impreso en Osuna en la Imprenta de M. Ledesma Vidal en el siglo XIX.

Si de algo tiene que vanagloriarse la humanidad entre tantas beligerancias, ofensivas y guerras fraticidas es (además de otras artes) de la conquista de la escritura.
Bien común sin distinción de bandos, religiones, ni ideologías, y aunque, aún vetada a millones de ciudadanos, el testimonio de nuestras raíces y conflictos se hallan en buena medida recogidos en esos signos que otros alcanzaron a dejar por el mero hecho de compartir, ya fuese su rebeldía, o aceptación del transcurrir de sus días, de sus fechas y sus tiempos que les tocó vivir de la misma forma que ahora hacemos los que vivimos, conformando ese gran puzzle multidisciplinar y sin tiempo como si de un único ser se tratara: La humanidad.

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Gracia a estas fuentes, tanto podemos conocer que en 90 países aún se sigue aplicando la pena de muerte (3.797 personas ejecutadas en el año 2004 – Amnistía Internacional-), como que Ventura Medina fue ejecutado en Osuna el 1 de Octubre de 1889 en El Lejío. Información recogida ésta última en el 2ª EPOCA – el paleto – Nº 2 Enero 1980, pág. 9, donde se homenajeaba al periodista D. Manuel Ledesma Vidal que no pudo ver en vida la abolición de la pena de muerte aprobada por la Constitución Española de 1978.

Homenaje consistente en un artículo en el que Mariano Zamora, además de reproducir literalmente la hoja “OSUNA AL DÍA. NUMERO EXTRAORDINARIO. 1º DE OCUTUBRE DE 1889” (lanzada como señal de repulsa por Ledesma horas después de la ejecución de Ventura Medina), como decía, además nos desgrana Mariano Zamora los espeluznantes métodos y la trayectoria de ejecuciones españolas desde 1600 hasta 1974.

Así mismo el artículo recoge que Ventura Medina Rodríguez fue un posadero de Badolatosa que mató de tres porrazos a un quincallero ambulante que vendía lencería y encajes por los pueblos, que enterró el cadáver en la cuadra, y que Isabel, la mujer que vivía con el posadero, por los ruidos, el ir y venir, el talante de Ventura, la tierra removida de las cuadras y quién sabe qué más, cogió miedo y huyó a la mañana a casa de sus parientes. Siendo en la mañana del 1 de Octubre de 1989 cuando Ventura Medina fue agarrotado en medio de un gentío inmenso.

Los entresijos de la historia, de todas las historias y de nuestro pueblo merecen ser contados, conocidos y transmitidos de generación en generación. Conocimientos que brinda a salir de los cajones si son escritos, o de las memorias si son recuerdos. Lo que hoy nos asusta o reprime mañana cautiva, seduce.

Y como ni puedo, ni quiero dejar en el olvido las reflexiones acerca de la pena de muerte que en 1889 D. Manuel Ledesma Vidal nos dejó al pueblo de Osuna para la posteridad, para no extenderme, las transcribiré literalmente en mi próximo artículo “La herencia y la pena de muerte. Ventura Medina II”.

Inma Valdivia

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