Derrapar con cinturón
No es lo mismo un momento de resaca que una resaca de momentos. Es preciosa esa ensalada de recuerdos que se arremolinan en la cabeza, el espíritu de una noche bonita que ya parece lejana antes de acostarte. Al cerrar los ojos le ponemos fin a la obra de teatro del día, bajamos las persianas de la tienda de nuestra pupila. Siempre tendemos a emparejar lo idílico con lo lejano, cuando lo idílico solo es lejano porque lo pensamos idílico. Los ratos bonitos siempre nos parecen antiguos, los tiempos de tedio guardan un componente de inmediatez, como un mecanismo que se activa para poder rebobinar hasta el momento exacto en el que nos lamentamos. Hay cosas que no amarillean por mucho que discurra la farsa, pienso que todos necesitamos derrapar con cinturones, saber que podemos volver, aunque sea una noche, a un sitio seguro y familiar.
El peligro es una cosa que llega por casualidad, lo peligroso es un pretexto que inventaron los valientes. Todo se trata de sortear penumbras, encender luces en la oscuridad, intentar dormir lo mejor posible, sonreír con lo que nos haga felices, caminar de una forma distinta entre los iguales. Me suda el alma lo que diga El Xokas, me preocuparía mucho más estar escuchándole todas las tardes, mirando a través de la pantalla del ordenador a un tipo que se pasa la vida encerrado en su casa. Me daría pánico dar algún tipo de importancia a sus palabras, ser tan carajote de llamar padre a alguien que no conozco. El pobre idiota de Xokas no tiene culpa de que una sociedad enferma le haya hecho famoso, él se limita a decir las mismas tonterías que diría en un bar con sus colegas, solo que ahora lo hace con público y cobrando.
Somos responsables de muy pocas cosas, una de ellas es de con quien decidimos perder nuestro tiempo. Me dan pena los canallas ricos a los que les pillan sus fechorías, ellos, a diferencia de los pobres, no tienen a nadie al lado que lamente lo capullo que fueron, solo tienen la ausencia de aquellos que estuvieron cuando había parné, el silencio de los que se desvanecieron, la mentira de sus vidas: el descubrimiento de sopetón de que la piel siempre debe ir antes que el papel. El dinero es una droga de diseño: diseña los trajes de preso más oscuros para los reos de la celda de la avaricia.
Musk quiere comprar Twitter y una de las modificaciones que parece que va a implantar es la creación de un botón que permita editar los tuits. No me gusta, para mí el encanto del mensaje está en la imperfección, en el botepronto, en el bocajarro, en el quemarropa. El otro día un colega me decía que le daba mucho coraje que de vuelta a casa se le ocurriesen los mejores argumentos para conversaciones que ya habían pasado. Tenía razón, es una putada que a veces no seamos tan ágiles mentalmente, pero también es verdad que creo que esas palabras se encasquillan por algún motivo que se nos escapa, los apuntadores callan queriendo. Las palabras correctas, las de verdad, salen sin pensarlas, y luego son un hámster orgulloso caminando en la rueda de esa resaca de momentos. Recuerden, aunque no lo crean, siempre derrapamos con cinturón.
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EL POYETE
Sevilla, 2001. Caballo de carreras de fondo, escritor de distancias cortas. Periodista, bético, sevillano.