Macao, el pasado colonial de la capital mundial del juego
Los portugueses, con el explorador Jorge Álvares a la cabeza, desembarcaron en el delta del río de las Perlas de China el 14 de agosto de 1556. A su llegada, preguntaron a los lugareños cuál era el nombre de la tierra. Sin embargo, los lugareños entendieron mal y pensaron que estaban preguntando por el nombre de la bahía. “A-Ma-Gao”, respondieron. Significa Bahía de A-Má, que lleva el nombre de la diosa venerada en el Tempo de A-Má, la diosa del cielo. A raíz de la respuesta, los portugueses lo tradujeron a “Macao”. En 1557, el gobierno de la dinastía Ming otorgó las tierras a Portugal a cambio de un tributo pagado a Pekín, en virtud de un acuerdo que establecía que estaría bajo la jurisdicción de los funcionarios chinos de la provincia de Cantón.
Macao se convirtió en la primera colonia europea en el este de Asia. Los portugueses establecieron en este pequeño territorio costero una base de operaciones para el comercio con China, especialmente con la provincia de Cantón, y Japón. Además, en poco tiempo, terminó convirtiéndose en un lugar importante en el desarrollo del comercio de Portugal con el sur de China, Japón, la India y el sudeste asiático. Tanto es así que fue la única puerta de entrada para que Occidente comerciara con Oriente. Sin embargo, el 24 de julio de 1622, los holandeses asaltaron la ciudad. Al final, el intento de derrocar a los portugueses fracasó, pero el interés continuo en China llevó a la apertura forzosa de otros puertos en la costa este del país, lo que disminuyó la importancia de Macao.
Durante los siglos XVII, XVIII y XIX, Macao fue un importante centro para el comercio portugués con China, Japón, la India y Filipinas durante las dinastías Ming (1368-1644) y Qing (1644-1912). Sin embargo, Inglaterra se fue involucrando cada vez más en el creciente comercio en Cantón, principalmente con el objetivo de intercambiar el opio que se cultivaba en la colonia de la India por té, que se había vuelto muy popular en Gran Bretaña. En 1841, los británicos ocuparon la isla de Hong Kong, que rápidamente se convirtió en el principal centro financiero del sur de China, superando a Macao. El desarrollo de Hong Kong por los británicos, junto con la apertura de diferentes puertos en la costa de China, eclipsó la importancia comercial de Macao, lo que supuso un gran golpe para la economía del pequeño territorio costero.
Con el objetivo de recuperar la economía ante la competencia de Hong Kong, los portugueses legalizaron el juego en Macao en 1844. Los ingresos aumentaron considerablemente en el pequeño territorio costero con la legalización de esta actividad. Hoy en día, el juego sigue siendo la principal actividad economía de Macao, ya que más del 80% de los ingresos gubernamentales proceden de los casinos. El 20 de diciembre de 1999, Macao volvió a la soberanía china después de casi 450 años como colonia portuguesa, poniendo fin al dominio colonial de Portugal.
Epicentro mundial del juego
En la actualidad, Macao es conocida oficialmente como Región Administrativa Especial de Macao de la República Popular China. Es una de las dos regiones administrativa especiales del país, por lo que goza de un alto grado de autonomía, teniendo su propia política monetaria y de inmigración. La influencia portuguesa todavía se puede sentir hoy en todos los aspectos de la vida, desde los mercados hasta la cocina, pasando por los casinos de estilo occidental. En los últimos años, este pequeño territorio costero, que sigue siendo el único lugar en China donde el juego es legal, se ha convertido en el epicentro mundial del juego, ganándose el apodo de Las Vegas de Oriente. Cada año, millones de turistas de todo el mundo visitan los complejos de juegos que se construyeron desde que la ciudad se abrió al desarrollo occidental en 2002.
Los casinos son las principales atracciones de Macao. La mayoría de los establecimientos de juego se encuentran en la propia ciudad de Macao, entre el centro histórico y el puerto a donde llegan la mayoría de los ferries de Hong Kong. The Venetian Macao, el casino más grande del mundo, es el más conocido. Inaugurado el 28 de agosto de 2007, este casino de temática veneciana cuenta con una superficie de 980.000 metros cuadrados, donde los turistas y los aficionados a los juegos de azar pueden disfrutar de 3.400 máquinas tragaperras y 800 mesas de juego. El complejo de ocio recibe a 75.000 visitantes al día, principalmente de China y Hong Kong, y ha desempeñado un papel fundamental en la transformación de Macao en la ciudad del juego más importante del mundo.
Una ciudad más allá de los casinos
Si bien el entretenimiento es la principal atracción, la ciudad de Macao tiene mucho más que ofrecer a los visitantes. No se trata de una ciudad china tradicional, o una metrópolis llena de rascacielos como Hong Kong, Macao es un lugar único que destaca por la maravillosa mezcla de Oriente y Occidente. El Centro Histórico de Macao, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es el corazón de la ciudad. Un lugar repleto de edificios y plazas, así como calles históricas adoquinadas, que reflejan el legado colonial portugués. Destacan la Plaza del Senado, rodeada de edificios neoclásicos que crean un ambiente mediterráneo, que es la pieza central del Centro Histórico, y las ruinas de la catedral de San Pablo, una de las Siete Maravillas de Origen Portugués en el mundo.
La península de Macao está conectada por tres puentes con la isla de Taipa, donde los turistas pueden disfrutar del verdadero encanto del Viejo Mundo. Este encantador pueblo cuenta con calles principales salpicadas de villas coloniales, iglesias señoriales, templos interesantes y mercados pintorescos. La Rua da Cunha, la principal calle peatonal de Taipa, permite a los visitantes saborear el genuino sabor de Macao, ya que está llena de vendedores que ofrecen muestras gratuitas de galletas de almendras de Macao y carne seca. Además, también hay pequeños cafés que venden tartas de huevo y pudín de serradura portuguesa, dando muestras de la singularidad de un destino imprescindible para cualquier viajero.
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