La plaza Mayor de Osuna (y XIV)
Ahora vemos una fotografía que nos lleva a una cuestión bien distinta: el destrozo ocasionado por un camión en el edificio sede del Ayuntamiento. Según la abundante información sobre el asunto contenida en el legajo 221 del Archivo Municipal, el accidente tuvo lugar a las dos y media de la madrugada del día 22 de noviembre de 1968, cuando un camión frigorífico conducido por un vecino de la localidad segoviana de la Granja de San Ildefonso que circulaba «por la carretera de Sevilla-Málaga-Granada y con dirección a Sevilla […], al llegar al arco existente en el Ayuntamiento salida a Plaza de España enganchó la parte de arriba del camión del último arco viniéndose este abajo».
El arco siguió en pie, aunque, eso sí, sufrió graves desperfectos en su parte central, punto de apoyo de las tensiones de toda esta parte de la fachada. Según se observa, la gran mayoría de las dovelas se desprendió y se hizo necesario reforzar de manera urgente el espacio con puntales de madera, los únicos disponibles en la época. Para intentar impedir el paso de peatones, vehículos de dos ruedas y caballerías, en los primeros momentos se colocó una escalera de mano atravesada y en paralelo a la fachada. En la imagen se aprecian las columnas y los capiteles en las que se apoyaban las piedras del arco, quizá reutilizados en su momento de construcciones más antiguas. También se aprecian apuntalados los dos primeros arcos del primer piso. Aparte del hecho de que una carretera general pasase por la Carrera, algo impensable hoy en día, lo que más llama la atención de este suceso es la diferencia de daños sufridos por el edificio y el camión. Este, aunque con algunos desperfectos, pudo seguir su marcha, mientras el Ayuntamiento tuvo que alquilar un inmueble —el numerado en la actualidad como 2 de la Calle San Pedro—, al que se trasladó en abril de 1969, y no pudo volver al suyo hasta 1973, cuando finalizaron las largas y costosas obras de reconstrucción. Durante esos años, y según leemos en una carta que lleva fecha de enero de 1971 y que dirige Manuel Mazuelos Vela, el alcalde, a Florentino Pérez Embid, director general de Bellas Artes, el pueblo permanece «dividido en dos sectores prácticamente incomunicados, con la consiguiente incomodidad para el vecindario, con un tráfico desviado que está causando grandes destrozos en otras vías municipales».
Los planos del proyecto de la reconstrucción del edificio llevada finalmente a cabo están firmados por el arquitecto Rafael Manzano Martos, reputado profesional responsable también de la reforma de la plaza Mayor contemporánea al accidente del camión y de la solución a los problemas estructurales que la Colegiata sufría y amenazaban gravemente su integridad. Varios de los elementos del proyecto del nuevo Ayuntamiento, como un murete situado en la parte superior, desaparecieron en la obra ya acabada, decisión que despertó polémica y produjo un intercambio de cartas entre el Ayuntamiento y la dirección de Bellas Artes en Madrid, alguna conservada en el legajo ya mencionado. El proyecto de Manzano incluyó también la apertura de un segundo arco para el paso de vehículos, sabia solución que agilizó el tráfico rodado.
Hay que decir, una vez más, que la conservación de un edificio histórico de Osuna, el Ayuntamiento en este caso, se debe al amor por su patrimonio de don Manuel Rodríguez-Buzón Calle. Este señor, que sería llamado a ocupar más altos destinos tras la brillante labor realizada en Osuna, se hallaba presente, en calidad de Teniente de Alcalde, en la sesión extraordinaria celebrada el 27 de noviembre para tratar el serio problema provocado por el camión. En ella se había tomado el acuerdo de derribar completamente esta parte del edificio para facilitar la comunicación entre la calle Asistente Arjona y la plaza Mayor, entonces llamada de España. De todos los miembros de la corporación fue el único que se opuso a este infamante acuerdo, y aún fue más allá: pidió encarecidamente el dictamen previo del arquitecto titular de Bellas Artes, precisamente Rafael Manzano Martos, al que no se había podido localizar desde el día del accidente. Así, gracias al empeño de Rodríguez-Buzón, el edificio del Ayuntamiento de Osuna no siguió el camino de muchos inmuebles sevillanos de gran valor patrimonial que, precisamente en esos años, estaban siendo destruidos para levantar horrorosos edificios comerciales. Recuerden cómo eran las sevillanas plazas del Duque y de la Magdalena antes de esa desgraciada fiebre destructora. Ese desprecio por los edificios antiguos fue un mal extendido por toda España. Ciudades poseedoras de armoniosos centros históricos, como Cartagena, Málaga, Murcia, Valladolid o Alicante, vieron muy mermada su belleza arquitectónica a causa del desarrollismo y el interés económico más burdo. Osuna se salvó. Hoy día es un museo al aire libre.
Esta otra fotografía tuvo que ser tomada a finales de 1969 o principios de 1970. El proyecto de reforma de Rafael Manzano, felizmente localizado a tiempo por Rodríguez-Buzón, lleva fecha de junio de 1969. Puede apreciarse hasta qué punto llegó el derribo del edificio. Entre otros detalles, se advierte, con las puertas abiertas para tomar la fotografía, el altar dedicado a la Virgen de la Inmaculada situado al final del pasillo de la primera planta. Parece haberse conservado de milagro.
Y ahora, para finalizar, un tema bien distinto.
El 3 de abril de 1976, cuando el edificio del Ayuntamiento llevaba tres años reconstruido, Osuna recibió la visita del Jefe del Estado acompañado por su esposa, Sofía de Grecia. Iban de paso en un viaje en coche de Sevilla a Córdoba. Hicieron paradas al menos en Osuna, Estepa y Puente Genil. En la Villa Ducal apenas permanecieron cuarenta minutos, empleados en ser recibidos por las autoridades —entonces era alcalde Francisco Calle Jaldón—, decir unas palabras desde un balcón del Ayuntamiento y, finalmente, saludar a un auditorio muy entregado. Como vemos en la imagen, era un día lluvioso, pero aun así el público era muy numeroso. La fotografía puede resultar de interés a pesar de su mala calidad. Vemos el amplio espacio de seguridad creado en la puerta del edificio y limitado por un cordón de guardias civiles con capote y tricornio. Tras ellos se agolpa la gente. Entre la multitud se observan pancartas cuya lectura resulta complicada pero debemos suponer de adhesión a los reyes: otra cosa no cabía en aquel momento, cuando Franco llevaba meses fallecido. A pesar de ello, y según puede constatarse en un vídeo de Miguel Arregui publicado en El Pespunte, las había reivindicativas: en una de ellas, sostenida por jóvenes, se leía «Pedimos para nuestros padres trabajo y vivienda». Los elementos verticales de la plaza, árboles y postes, fueron adornados para la ocasión con banderas y escudos nacionales. También fueron engalanados los balcones del Ayuntamiento y el Casino, incluso con grandes tapices. El gentío, muy numeroso, se perdía por la Carrera.
Uno de los detalles más valiosos de la imagen, sin embargo, no está relacionado con la visita de los reyes. Se trata del estado en el que se encontraba el edificio de la esquina de la calle Luis de Molina con la Carrera, derribado en los meses previos. Su lugar, que tanta atención mereció en las primeras entregas de esta serie de artículos, fue ocupado por una construcción modélica por la armonía que guarda con el resto de la plaza. Como diría Ángel Ganivet, Osuna la Bella.
La serie acaba con este artículo. Nosotros nos iremos y la plaza Mayor, nuestra querida Alameda, plaza de España o como quiera llamársele, continuará ahí, sirviendo de escenario a la vida de los que vengan. Será lugar de intercambio, de comunicación. Sus árboles seguirán dando sombra y sirviendo de dormitorio a los gorriones, que continuarán eternamente con sus rencillas por el sitio y su canto alborotado. Los ursaonenses, atareados, la cruzarán en diagonal buscando la calle Sevilla y los turistas los verán pasar sentados en los bancos de piedra y acariciados por el sol de invierno. En ella continuarán jugando los niños y las parejas se darán la mano en público para oficializar su relación.
Y seguirá siendo nuestra plaza Mayor, aunque nos hayamos ido.
Las imágenes de este artículo provienen de particulares y del Archivo Municipal de Osuna.
Víctor Espuny
Alguna de la documentación empleada en esta serie de artículos:
Archivo Municipal de Osuna.
Web del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz. Fondo Azpiazu.
Osuna retratada. Memoria fotográfica de la misión arqueológica francesa de 1903, de José Ildefonso Ruiz Cecilia y Pierre Moret (eds.). Obra colectiva. Patronato de Arte y Amigos de los Museos de Osuna, 2009.
«La torre de la Colegiata de Osuna: vicisitudes y restauraciones acaecidas en los siglos XIX y XX», de Pedro Jaime Moreno de Soto y Francisco Manuel Delgado Aboza, en Apuntes 2, n. 4, págs. 189-215. Ayuntamiento de Osuna, 2004.
Osuna durante la Restauración (1875-1931), de José Manuel Ramírez Olid. Ayuntamiento de Osuna, 1999.
Historia general de la fotografía en Sevilla, de Miguel Ángel Yáñez Polo. Sevilla, Sociedad Sevillana de Médicos Escritores Nicolás Monardes, 1997.
Socialismo, República y revolución en Andalucía (1931-1936), de José Manuel Macarro Vera. Secretariado de publicaciones de la Universidad de Sevilla, 2000.
La derecha en la II República: Sevilla, 1931-1936, de Leandro Álvarez Rey. Servicios de publicaciones de la Universidad y del Ayuntamiento de Sevilla, 1993.
Osuna, 20 de julio de 1936: consecuencias de la rebelión militar, de Félix J. Montero Gómez. En el cuerpo del texto no están indicados ni la editorial ni el año de edición. PDF de acceso libre.
La UGT de Sevilla. Golpe militar, resistencia y represión (1936-1950), de José María García Márquez. Córdoba, Fundación para el desarrollo de los pueblos de Andalucía, 2008. PDF de acceso libre.
A sangre y fuego, de Manuel Chaves Nogales. Barcelona, Libros del Asteroide, 2011.
Espuelas de papel, de Olga Merino. Madrid, Alfaguara, 2004.
Andalucía en la historia, nº 28. Sevilla, Centro de Estudios Andaluces, abril-junio de 2010. (Número de la revista dedicado a la emigración andaluza a Cataluña).
El alma de Andalucía en sus mejores coplas amorosas, de Francisco Rodríguez Marín. Madrid, Tipografía de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1929.
Rodríguez Marín, Periodista (1880-1886), de Rodolfo Álvarez Santaló. Osuna, 1993.
«Rodríguez Marín, íntimo», de José Manuel Ramírez Olid, en Cuadernos de los Amigos de los Museos de Osuna, n. 8 (2006); págs. 9 a 13.
Vida y personalidad de D. Francisco Rodríguez Marín, “Bachiller de Osuna”, de Joaquín Ráyego Gutiérrez. Sevilla, Diputación Provincial de Sevilla, 2002.
Sevilla. El Casco Antiguo. Historia, Arte y Urbanismo, de Diego A. Cardoso Bueno. Sevilla, Guadalquivir Ediciones, 2006.
El pasado de Sevilla, blog de Óscar García Scott. (elpasadodesevilla.com).
Feria de Osuna, revistas de diferentes años.
Números 1.290, 1.326, 1.361, 1.394 y 1.430 de El Paleto de don Manuel Ledesma Vidal (para la feria del ganado de Osuna entre 1931 y 1935).
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CUADERNO DEL SUR
(Madrid, 1961). Novelista y narrador en general, ha visto publicados también ensayos históricos y artículos periodísticos y de investigación. Poco amante de academias y universidades, se licenció en Filología Hispánica y se dedica a escribir. Cree con firmeza en los beneficios del conocimiento libre de imposiciones y en el poder de la lectura.