Hispania a través de la Zaragoza “romaña”

En el sur estamos acostumbrados a ver grandes ciudades romanas con un temprano desarrollo urbanístico, económico y social. De ello son culpables fenicios, griegos y cartaginenses en colaboración con el producto local. En el norte costó un poco más. Para explicar de manera resumida el proceso de romanización, hablaremos de Caesar Augusta, la antigua Zaragoza.

Salduie, como era llamada por sus habitantes, quedó integrada en la provincia Citerior con la primera ordenación territorial romana (197 a.C.). La conquista fue avanzando lentamente hasta el año 19 a.C. en el que definitivamente toda Hispania quedó bajo el control romano. A principios del imperio se llevaron a cabo una serie de reformas administrativas, momento en el cual se funda la colonia con el nombre del mismo emperador, Caesar Augusta, en el año 14 a. C. A mí me gusta llamarla la Zaragoza “romaña”. Dicha fundación dio asentamiento a los veteranos de las legiones que participaron años antes en las guerras cántabras, conflicto que dio bastante dolor de cabeza al emperador. También fue un acto de propaganda política, sin Twitter ni nada de eso. La cercana ciudad de Celsa fue fundada por Lépido, que junto a Marco Antonio, compartió triunvirato con el futuro emperador. Una vez quedó como único representante (porque la unión salió regular), Augusto convirtió Caesar Augusta en la capital de un nuevo conventus y firmó la caída en picado de Celsa. Nos paramos un momento para explicar un nuevo término. El conventus era una estructura administrativa con respaldo jurídico y capital propia. Equivaldría de manera un poco forzada a nuestras actuales provincias. Los diversos conventus se agrupaban dentro de una provincia romana, una especie de comunidad autónoma. Al hilo de la desconfianza de Augusto, con Urso intentó algo parecido a lo de Celsa y Caesar Augusta. Fundó la Colonia Augusta Firma Astigi y la convirtió en capital del nuevo conventus astigitanus. Augusto no se fiaba ni de Urso ni de ninguna ciudad partidaria de la política de César.

Volviendo al norte, Caesar Augusta fue una ciudad agitada por las crecidas del Ebro. Debido a una de ellas y a posibles fallos estructurales, el foro tuvo que ser reconstruido y aprovecharon para subir la cota del terreno tres metros en época de Tiberio. Entre la Basílica del Pilar y el SEO se encuentra el Museo del foro romano con restos de este y otras construcciones. Bajen, porque merece la pena. Algo más al sur se encuentra el teatro romano. Buena musealización y bar con vistas al graderío para tomarse “un copas” como diría el granuja de Mario. El patrimonio está para disfrutarlo.

Museo del foro romano de Caesar Augusta (Jesús Muñoz Cádiz)
Vista del teatro romano de Caesar Augusta (Jesús Muñoz Cádiz).

Como muchas ciudades de Hispania, a finales del siglo III d.C. Caesar Augusta redujo su perímetro urbano y se construyó una nueva muralla. El motivo de estos cambios, entre otros más complejos, era que tenían “más susto que siete viejas”. La estructura del imperio se estaba descomponiendo y las invasiones de otros pueblos tenían a los hispanos como a los béticos antes del penalti de Juan Miranda.

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En cualquier caso, en los últimos años ha cambiado la percepción que tenemos respecto al periodo bajo imperial y tardoantiguo. Claro que hubo crisis, decayó el urbanismo (aunque con excepciones) y la sociedad tendió la ruralización. Los edificios y espacios públicos se vieron conquistados por la población debido al interés de mantenerse dentro de las murallas. El cristianismo jugó un papel trascendental en muchos de estos cambios, pero, ciudadanos de Urso y de otras ciudades hispanas, dejaremos este tema para otro capítulo.

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