Triunfo de Antonio Ferrera y Curro Díaz ante un desigual encierro de Victorino

¡Qué bonito es cuando se habla del toro! El sábado noche, el número 57 con guarismo del 0 de la ganadería de Victorino acaparaba todas las conversaciones de los aficionados que asistieron a la segunda de la feria taurina de Osuna o que tuvieron la posibilidad de visionar el festejo a través de las pantallas gracias a la presencia de la televisión autonómica; que si se llamaba Paquetito aunque fuera inscrito como Paquito, que si merecía el indulto a pesar de la oposición vehemente de su ganadero, que si tenía poca presencia y cara. Incluso en algunos mentideros, se refería que era hijo del célebre Cobradiezmos pero que por esta última razón no había sido lidiado en otra plaza de mayor enjundia. ¡Qué suerte la de Osuna de cruzarse en su camino!
Y por supuesto, qué suerte la de Ferrera de poder disfrutarlo en primera persona. Fue una faena de enorme calado en los tendidos ante un toro humillador y con mucha calidad por ambos pitones. Previamente, Ángel Otero se había desmonterado en el tercio de banderillas tras un par que puso al tendido en pie. Comenzó el extremeño la faena por la derecha en los medios y pronto conectó de pleno con el respetable con unas embestidas en las que Paquito acariciaba el albero ursaonense con el hocico. Toreo clásico al inicio de la faena y al más puro estilo “Ferreriano” hacia el epílogo cuando la plaza bullía pidiendo el indulto del astado. La firmeza del presidente y la negativa del propio Victorino, presente en la barrera del 2, hicieron el resto tras sonar dos avisos. Pañuelo azul y máximos trofeos para un Ferrera que despidió a su oponente con un beso durante el arrastre. En el segundo de la tarde, poco pudo hacer ante un toro que se revolvía en un palmo de terrero quedándose en los tobillos en el embroque.
Rafaelillo acudía a su primera cita importante del fin de semana. Recibió a su primero de rodillas con una cambiada en una evidente declaración de intenciones pero ya en el capote, el toro empezaba a revolverse y a quedarse corto. Una auténtica alimaña ante la que nada pudo hacer el murciano a pesar de intentarlo. Sin embargo le ganó la pelea al interesante cuarto al que metió en el canasto a base de bajarle la mano. Se trababa de un toro con más prontitud y fijeza que sus hermanos. Una pena que no lo exprimiera más por la izquierda por la que igualmente tuvo calidad y apenas se pudo demostrar con unos cuantos de naturales de uno en uno y sin ligazón. Oreja.
Curro Díaz alcanzó momentos de enorme estética en la faena al primero de su lote; lo recibió con verónicas de buena ejecución y ya, en la muleta, lo templó por ambos pitones con mucho relajo y desmayo. Destacaron dos trincherazos que hicieron crujir los sillares del centenario coso de San Arcadio. Tras una estocada delantera y desprendida, obtuvo dos orejas. El sexto y último no le ofreció posibilidad alguna, quizás descoordinado y maltrecho tras una fea voltereta. Abrevió y fue silenciado.
Por segunda vez se lidiaban Victorinos en la dilatada historia taurina de Osuna y por segunda vez no dejaron indiferentes a nadie, eso es lo importante y vital del asunto. Los tres espadas, a la altura, la afición podría haber estado mejor teniendo en cuenta que había poco más de media plaza a pesar de contar con unos precios muy asequibles.
