La salud mental, ¿un bien secundario?
Hace unos días coincidiendo con el reciente examen de acceso a psicólogos internos residentes, aparecía una noticia en el periódico el País sobre una persona que había intentado suicidarse, y que, obviamente, aún tenía bastante riesgo suicida. La noticia explicaba que dicha persona había sido trasladada al hospital en un primer momento, pero que a las horas le habían dado el alta, recentándole ansiolíticos y antidepresivos y recomendándole que pidiera ayuda psicológica. Dado que económicamente, no se podía permitir un psicólogo privado, esta persona pidió cita en el servicio de salud mental de dicho hospital.
15 de enero de 2024. No, no es la cita de ninguna celebración a la que esta persona haya sido invitada, ni de un festival, ni tampoco es la fecha de su aniversario, ni siquiera de un viaje. Se trata de la cita más urgente que le podían dar desde el servicio de salud al que acudió, el cual, las fechas que tiene disponibles son similares a la del resto de servicios públicos de salud en España.
Asombro, sorpresa, decepción, resignación, enfado, rabia y sobre todo mucha tristeza, son las principales emociones que sentimos al escuchar este tipo de noticias. Si al oír la noticia experimentamos estas emociones, no quiero ni imaginar lo que tuvo que sentir la persona que lo vivió. Y ahora, yo me pregunto…¿para qué tanto marketing y publicidad sobre la importancia de cuidarnos, de apreciar nuestra salud mental si después desde el servicio público de salud no tienen recursos para ofrecer la ayuda psicológica adecuada?
Como decía al principio, coincidiendo con esta noticia se realizó el examen de psicología interna residente (PIR), el cual, ha sido noticia un año más por la inclusión en el examen de contenido más propio de carreras como medicina, ciencias políticas o filología que de psicología, así como, por ser el examen que menos plazas ofertaba de todas las disciplinas (200 para toda España). De nuevo, emociones como asombro, decepción, enfado y tristeza son las protagonistas.
¿Cuál es la finalidad de preguntar sobre medicina/política/filología/ funciones matemáticas en un examen de psicología?. ¿Es que en pleno siglo XXI aún no distinguimos y conocemos las diferencias entre psicología y el resto de disciplinas? ¿Acaso a la persona que necesite ayuda le va a servir de algo que la persona que la atienda conozca cómo se produce un tipo concreto de cáncer?. No, no es un ejemplo pensado por mí, en el examen de psicología había preguntas sobre cánceres, funciones y algoritmos matemáticos, entre otras temáticas que nada tienen que ver con la psicología. Sin embargo, sorprendieron hasta a los profesores preparadores de este tipo de examen, las escasas preguntas sobre ansiedad o depresión que aparecieron en el examen, los cuales, son los principales problemas de salud mental que los pacientes traen a consulta.
¿Cuándo vamos a valorar realmente a la psicología y a la salud mental? Suele decirse que vida solo tenemos una, ¿acaso no merece la pena vivirla con una buena salud mental?
Autora: Paula Morales Olivares
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