La plaza Mayor de Osuna (IV)
Salvador de Azpiazu, fotógrafo vitoriano, estuvo en Andalucía a finales del siglo XIX. Tenía treinta años y un nombre ya consolidado en el mundo de la ilustración. Había vivido en París una temporada y colaborado en la prensa francesa. Espíritu inquieto, en aquellos años finiseculares, quizá acompañado por el escultor marchenero Coullaut Valera, amigo suyo, visitó Écija, Marchena, Lora del Río y Sevilla, donde inmortalizó la Feria y la Semana Santa. También pasó por Osuna. En esta última localidad fotografió la plaza Mayor en un momento muy especial: la visita de un circo. Nos dejó dos imágenes de la plaza.
Tomada sin una preparación especial del encuadre —atento el fotógrafo sólo a los personas que se mueven—, esta primera fotografía inmortaliza algunos de los artistas que veremos en la imagen siguiente, lo que parece indicar que ambas fueron tomadas en un corto espacio de tiempo. Tres trabajadores de un circo, provenientes de la Carrera de Tetuán y de otras calles del pueblo —donde han anunciado la próxima función—, se dirigen a la plaza Mayor seguidos de una nube de chiquillos y mayores desocupados. Se trata de un trompeta, un tambor y una mujer vestida con traje llamativo: una chaqueta muy entallada, llena de colores —hay que imaginarlos— y acabada en una tira de flecos. Los tres parecen llevar mallas cubriéndoles las piernas. Enfrente del fotógrafo se aprecia un local que parece un bar. Los balcones del edificio parecen ocupados por mujeres. En la esquina hay paradas tres personas que observan la escena con distanciamiento, entre ellas un hombre vestido con capa española; debe ser el final de la primavera. El empedrado de la calle es muy irregular, seguramente debido al descuido y al azote de las lluvias. El edificio del Casino, aunque falto de pintura y mantenimiento, resulta inconfundible.
Según la web del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz, la fotografía fue tomada alrededor de 1900. Una comparación de esta con otras fotografías de Osuna cuya fecha se conoce con exactitud, como las tomadas por los arqueólogos franceses Paris y Engels en 1903, invitan a adelantar un poco la estancia de Azpiazu en Osuna. El aspecto del edificio de la esquina contraria al Casino es muy diferente en esta foto al que presenta en aquellas tomadas por los franceses. Quizá había cambiado de manos y se había dedicado a otro uso. Pudo reformarse, sin más, en poco tiempo. Pero no lo veo, no sé. Habría que buscar en archivos y hemerotecas para encontrar la fecha exacta de la visita de Azpiazu a Osuna. Pudo ser anterior. La foto tiene un indudable sabor a antigüedad.
Azpiazu se ha unido al público como un espectador más. Los artistas circenses han llegado a la plaza Mayor, donde evolucionan sin parar de tocar. Se les ha añadido un payaso con un bombo, posiblemente fuera del encuadre de la foto anterior. Su pesado instrumento es transportado por niños, algo habitual en una época en la que el trabajo infantil era frecuente. En el centro de la plaza, que parece tener el suelo de tierra —obsérvense las piquetas para los vientos clavadas en él—, hay levantadas varias estructuras de madera que sujetan redes de seguridad y, seguramente, trapecios y plataformas, aunque estos permanecen fuera del encuadre. Al fondo y a la derecha, la esquina de la calle rotulada hoy como Tía Mariquita. No parece que estuvieran instaladas las farolas. Dispuestos sobre soportes cúbicos, y alrededor de toda la plaza, unos largos tablones sirven de asiento a los espectadores de pago. Es una hipótesis: en ellos se observan grandes claros y sus pocos ocupantes se distinguen fácilmente del resto del público por la calidad y el corte de la ropa. Detrás de estos privilegiados, en pie sobre los bancos de la plaza, subidos a los árboles, los menos pudientes se preparan para contemplar el espectáculo. Su entusiasmo compensa la incomodidad de la postura. Un vendedor de frutos secos, quizá almendras garrapiñadas, se pasea canasto en ristre ofreciendo su mercancía. El sol va camino de Sevilla una tarde más.
Esta fotografía, perteneciente a la Semana Santa de 1903, puede servir para comparar el aspecto del edificio de la esquina de Luis de Molina. Se advierte con claridad el cambio de apariencia y de uso en relación a la imagen de Azpiazu. Muy drástico, creo, para tan poco tiempo.
La imagen recoge el momento del paso de la hermandad del Dulce nombre de Jesús hacia la Colegiata. Los costaleros se disponen a subir la calle Luis de Molina, por la que ya ascienden los penitentes confundidos con el público. El fotógrafo tomó la imagen desde el borde de la plaza Mayor dejando a su izquierda uno de los puestos de comestibles a granel que habitualmente se colocaban en la acera de la plaza. En el primer plano, a la izquierda de las dos jovencitas vestidas de oscuro, se ven palos de cañaduz. El paso que sirve de soporte a la figura de Jesús Niño había sido estrenado pocos años antes, entre 1891 y 1894, y había sido fruto del impulso que, según el historiador José Manuel Ramírez Olid, había dado a la hermandad Victoriano Aparicio durante el tiempo en el que estuvo a cargo de la iglesia de Santo Domingo. La fotografía posee infinidad de valiosos detalles. Los hombres que no llevan túnica van con la cabeza descubierta como muestra de respeto a la imagen sagrada y algunos usan el sombrero para protegerse la cara, pues aquella primavera de 1903 estaba siendo especialmente seca y calurosa. Según testimonio del mismo Pierre Paris, «desde diciembre de 1902 ninguna gota había mojado la tierra». La imagen está comprendida en el álbum de la misión arqueológica francesa.
(Continuará).
Fotografías provenientes de la web del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz (Fondo Azpiazu) y del libro Osuna retratada. Memoria fotográfica de la misión arqueológica francesa de 1903, de José Ildefonso Ruiz Cecilia y Pierre Moret (eds.), Patronato de Arte y Amigos de los Museos de Osuna, 2009.
Víctor Espuny.
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CUADERNO DEL SUR
(Madrid, 1961). Novelista y narrador en general, ha visto publicados también ensayos históricos y artículos periodísticos y de investigación. Poco amante de academias y universidades, se licenció en Filología Hispánica y se dedica a escribir. Cree con firmeza en los beneficios del conocimiento libre de imposiciones y en el poder de la lectura.