Copla de Seises

Si Dios a cuerpo se echa a la calle es que hoy es el día más importante del año.
Y si otras celebraciones son ahora más populares en el calendario católico, como la Semana Santa o la Navidad, no hay que perder de vista que la del Corpus Christi, que reluce más que el sol, es la fecha más señalaíta: repito, que Dios mismo sale a la calle.
Así lo saben en Toledo, Granada y Sevilla, baluartes del catolicismo, donde han conservado la celebración, con su correspondiente día feriado, en jueves como dios manda.
En otros lugares, donde el Corpus era grande, como en el Cádiz de mis entretelas, han cedido a la tentación populista de llevarse el festejo al domingo para regalarle el día festivo al carnaval. En Sevilla, no en vano, hicieron lo propio con la onomástica de San Fernando, arrumbada en favor de la Feria. Este año, por cierto, “coincide” con el Corpus.
Alguien que supo transmitir, desde su recuadro de papel, la importancia del Corpus fue Antonio Burgos, que siempre que llegaba esta fecha escribía un artículo -¡o dos!- en el que, además de poner en hora los relojes de Sevilla, glosaba ese ramillete de conceptos asociadas al día de la eucaristía callejera: los seises, las uvas, la custodia de Arfe, el repique de las campanas de la Giralda, el romero, los escaparates de Sierpes y Francos, la juncia, las plumas versallescas, la espiga rubia de trigo, los rigodones, los madrugones, los retales amarillos, la luz divina, las zapatillas blancas, Santa Justa y Rufina, los toros a la tarde (la corrida capicúa del 18-6-81 con Curro, el Paula y Manolo Vázquez)…
Burgos, que ya ha pasado a formar parte de ese divino bestiario de Corpus, de ese universo propio donde Cádiz era el Caribe y al que se entraba por el Arco del Postigo del Aceite, no sin antes comprar un cartucho de calentitos en la calentería de María y persignarse ante la Limpia y Pura; decía que Burgos le hizo por voz de Carlos Cano un himno, ‘Copla de seises’, a esta bendita mañana de Corpus Christi, que decía así:
En las tardes de junio, / juncia y romero, / vente conmigo, / que ya cantan los seises/ sus rigodones de uva y de trigo. / Que está rubia la espiga, / azul el cielo, / verde el racimo.
En las tardes de junio, /que Dios a cuerpo/ se echa a la calle, / ya se ha puesto Sevilla/ la zapatilla/ blanca de baile. / Repican los palillos, / pluma al sombrero, / Dios en Versalles.
Ay, que madura la espiga, / ay, que el romero está en flor, / ay, que esta copla es bandera, / Purísima y bella/ de la Concepción.
Pero más allá de guardar la tradición, que no es sino conservar viva la llama de eso que nos legaron a nosotros, y que Antonio logró a través de la repetición, un año tras otro, de esos conceptos asociados al Corpus, evocando sus imágenes desde la poesía periodística; más allá de ello, Burgos venía desde hace un tiempo llamando la atención sobre los elementos que podían amenazar esta fecha tan señalaíta como la sustitución de la corrida en la Maestranza por una novillada nocturna o la exaltación de las vísperas por encima de la propia fiesta.
Hoy, en su día, Antonio Burgos será honrado con la predilección de Sevilla a título póstumo. En Cádiz lo nombramos Hijo Adoptivo en 2002. Nadie es profeta en su tierra.
