Con sabor a espigas verdes
Es una suerte compartir amistad en las redes sociales, Facebook, por ejemplo, con el escritor y poeta Francisco Mármol Moreno. Cada día invita a leer sus poemas, relatos y letras flamencas en cualquiera de sus estilos. Una demostración de capacidad creativa la suya. Tampoco se frena a la hora de denunciar, a través de sus comentarios, las injusticias de ámbito político y social. Y es que también es un activista comprometido con la sociedad.
Paco Mármol es de La Puebla de Cazalla y pertenece al éxodo de emigrantes andaluces en las décadas de los 60 y 70. Antes de recalar en el Prat de Llobregat, donde reside, estuvo en Holanda, Francia, Ibiza y Madrid, hoy es un ciudadano totalmente integrado en esta generosa tierra de acogida a la que siente y respeta como corresponde.
Hablar de él no es difícil, ya que es contar una historia muy parecida a la de muchos andaluces que saboreamos el trago amargo de dejar la tierra de origen en plena juventud.
Me consta que muchos emigrantes, andaluces o no, hicieron borrón y cuenta nueva una vez dieron el portazo al salir de sus pueblos. Se desvincularon de las raíces, de la cultura de origen y creyeron que el desapego era el modo correcto para la mejor integración en una tierra distinta.
Sin duda no es el caso. Paco Mármol, aunque sigue cargando con el sentimiento de rabia y coraje, siempre entendió que la cultura camina ajena a los rencores, no tienen por qué estar reñidos los versos de poetas catalanes con la desgarradora seguiriya de Diego Clavel. Difícilmente permitirá que los recuerdos se escurran por el desague del olvido.
Cuando el escritor salió de su pueblo dejó la puerta entorná. A menudo regresa y, entre el Corbones y los olivos de la Fuenlonguilla, calma la morriña y se nutre de argumentos naturales que brotan de la tierra.
Fruto de sus inquietudes poéticas y la nostalgia, editó su primer trabajo literario en 1988: “Poemas y canciones con sentimiento morisco”. Desde entonces ya son 7 los libros editados. Destaco la extraordinaria novela “Sevillanos entre tulipanes” que escribió coincidiendo con la pandemia y dando un salto cualitativo como escritor. En ella narra las vivencias como emigrante en Holanda.
Anteriormente, en 2017, escribe el primer volumen de “Letras flamencas de la Campiña Morisca”. Cientos de letras de estilos de cantes que demuestran no solo los conocimientos que atesora, también los recuerdos que almacena en la memoria y aparecen mientras pasea por el Prat de Llobregat o su infinita Puebla de Cazalla.
La pasión por el Flamenco, la sabiduría y el ejercicio de memoria, han hecho posible sacar adelante éste segundo volumen de “Letras Flamencas de la Campiña Morisca”. Siguiendo en la línea de enriquecernos con su escritura y honrar con poemas a geniales cantaores como Fosforito, Lebrijano, Enrique Morente o al mismo Antonio Mairena, sin olvidar a los grandes cantaores locales, que no son pocos: La Niña de la Puebla, José Menese o el citado Diego clavel… Tampoco se deja atrás al escritor y pintor Francisco Moreno Galván, al que reconoce como su maestro y referente.
El escritor y critico Manuel Bohórquez dice de él: “Paco Mármol no es académico, pero es de esa cultura popular del pueblo que siempre ha dado buen cante y buena poesía. En su pueblo, La Puebla de Cazalla, saben mucho de esto. De cantar cosas sencillas que huele a campo”. Así lo define el crítico flamenco, como digo, y a eso saben las letras del escritor y poeta morisco. Poemas que rezuman sentimientos y versos por bulerías que saben a espigas verdes.
La Rae, la Real Academia dice que los gentilicios se deben escribir en minúsculas. Como ven no he querido faltar a esa correcta norma, si bien, créanme, me resulta difícil escribir de Paco Mármol si no es con letras grandes. Es un MORISCO con mayúsculas.
Antonio Moreno Pérez
A PIE DE CALLE
Pertenezco al envio franquista de ursaonenses a Cataluña en 1973. Aquí sigo enamorado del ayer…, de las aceitunas gordales, los majoletos de las Viñas y del Flamenco que se canta con faltas de ortografía. Aquí estoy para contarlo con escritura autodidacta. ¡Ah, y del Betis!