Antonio García y García, un anticipador de la Institución Libre de Enseñanza


Hay nombres que, sin que se sepa por qué razón, pasan desapercibidos. A mí me ha ocurrido con el doctor don Antonio García y García cuyo nombre no me decía nada. Documentándome para la redacción de mi novela La última travesía del Goede Hoop, busqué libros de medicina del siglo XIX que me ayudasen a conocer cómo se combatían algunas enfermedades. El casi inagotable almacén que es Google me permitió acceder a algunos, entre los que figuraba uno que deseché pronto por no ajustarse a mis necesidades: Memoria sobre el modo de perfeccionar el estudio de la Medicina, publicado en Sevilla en 1820. Más que un libro, es un opúsculo, un informe que ocupe solo 56 páginas.
Hace aproximadamente un mes, de forma casual, volví a encontrármelo en mi ordenador. Atraído por su subtítulo: Relación de una Academia establecida con este objeto en la Villa de Osuna, me dispuse a leerlo. La experiencia ha sido fructífera y, pese a ignorar qué otras cosas escribió, lamento no haberlo conocido antes.
Dos preguntas comenzaron a rondar por mi mente: ¿quién podía ser este médico y de qué Academia hablaba? Pronto resolví la primera: don Antonio García y García nació en Osuna en 1765 y murió en Marchena en 1841. Fue Maestro en Artes y catedrático de Filosofía, más tarde también de Medicina, en la Universidad de Osuna. Mi buen compañero y mejor amigo José Manuel Ramírez Olid me informa, además, de que fue el padre del gran hebraísta Antonio María García Blanco.
En La Universidad de Osuna en el siglo XIX (1812-1823), artículo aparecido en una revista de la Universidad de La Rioja, José Alberto Jordán Fernández, alude a su enfrentamiento con el rector y lo califica de, «máximo representante local del liberalismo». En nota al pie recoge lo que de él afirma Francisco Luis Díaz Torrejón en su libro Osuna napoleónica: «don Antonio García y García se erige en la voz más crítica y disonante de dicha corporación universitaria, enfrentándose en numerosas ocasiones al estamento particularmente retrógrado de la institución y sus catedráticos». Puede ser una buena presentación de su figura.
¿Pero qué sucede con esa Academia a la que se refiere? En la Memoria, Antonio García y García solo dice: «fundé en la VilIa de Osuna, provincia de Sevilla, una pequeña Academia con un hijo mío y algunos discípulos y amigos, solo con el objeto de hacer ensayos sobre los medios de llevar la Medicina al grado mayor de perfección». Las dudas no se me aclaraban. Recordé haber leído en un libro, Hijo del entendimiento, homenaje a don Alfredo Malo, un artículo de José María Barrera López: Un grupo olvidado del XVIII: la Academia Silé, de Osuna, en el que se afirma que el fundador de dicha Academia fue Manuel María de Arjona y que Antonio García y García fue uno de sus miembros. En Silé participaban profesores y alumnos críticos con las líneas pedagógicas de la Universidad. Sus reuniones se celebraban en el cortijo del Ciprés, hoy en total ruina, y cercano a otras ruinas, las del convento del Calvario. Estas reuniones eran clandestinas para evitar los riesgos que suponía el enfrentamiento con las fuerzas políticas y religiosas dominantes, dispuestas a acallar cualquier atisbo de liberalismo. Solo durante el breve tiempo que duró el Trienio Liberal pudieron exponer sus ideas con libertad. ¿Habla este «díscolo» doctor de esa Academia o de otra? Ramírez Olid sale de nuevo en mi ayuda y cree que son la misma, pues, me dice, no le consta que en aquellos años existiese ninguna otra en Osuna.
Despejado quién fue el autor de esta Memoria sobre el modo…, su lectura me desvelaba lo que me interesa reflejar aquí, la modernidad de las ideas que en ella se exponen. Por ejemplo, su convencimiento de que todas las personas deben tener unos conocimientos básicos sobre la salud para que los facultativos puedan cumplir con efectividad con su función, pues la ciencia médica (que atiende a cuerpo y mente) no se basta por sí sola si estos conocimientos generales no se cumplen. Por citar solo dos casos, niega la efectividad de la automedicación y reprende la actitud de quienes exigen una asistencia continuada…
No siendo experto en medicina, dejo a un lado lo que a esa ciencia se refiere. Quiero limitarme a señalar lo que la Memoria dice sobre la salubridad de las escuelas y las soluciones que propone, cuestión que, por mi condición de docente, me interesa más.
Sin ambages, creo que Antonio García y García es un adelantado a su época, un precursor. Los fallos que observa en el ámbito escolar y las soluciones que propone me hacen pensar en los postulados de la Institución Libre de Enseñanza, la más importante experiencia pedagógica que se haya dado en toda la historia de España, pero que se crearía cincuenta y seis años después (1876) de publicado el librito de Antonio García. La ILE, como la Academia Silé, fue producto de la rebeldía de unas mentes preclaras y abiertas que se oponían a un sistema caduco y opuesto a cualquier avance. Francisco Giner de los Ríos, Gumersindo de Azcárate y Nicolás Salmerón, sus creadores, habían sido depuestos de sus cátedras por un decreto de 1875 que suspendía la libertad de cátedra y exigía atenerse a los dogmas de la fe católica. La ILE, en este estado de cosas, luchó por aplicar (en todos los niveles educativos) una pedagogía «ajena a todo espíritu o interés de comunión religiosa, escuela filosófica o partido político». De su prestigio da cuenta la cantidad de figuras que colaboraron con ellos: Charles Darwin, Bertrand Russell, Santiago Ramón y Cajal, Rabindranath Tagore, Juan Ramón Jiménez y una inagotable cantidad de nombres ilustres.
Sus principios metodológicos se pueden exponer con brevedad: formación total de la persona (compaginando la instrucción con la educación del carácter); cultivo del cuerpo y el alma de manera de forma conjunta, prestando atención a la salud, a la higiene y al decoro; compaginar una educación física, artística y moral (con introducción del deporte y los ejercicios al aire libre); empleo de una metodología del «descubrimiento», partiendo de la curiosidad y la reflexión; el libro de texto no es la base para la adquisición de conocimientos (fomento de la consulta de fuentes, la toma de notas, la observación personal y la elaboración de cuadernos personales)…
Si revisamos en la Memoria… algunos fragmentos sobre las escuelas podemos ver las coincidencias de pensamiento de Antonio García y García con la ILE:
«Las escuelas de primera educación, las de lenguas y bellas letras, y las universidades, son otras tantas especies de sociedades particulares en quienes deben resplandecer ideas y prácticas conducentes a la salud de los escolares». Defensa del principio de formación integral de la persona.
[En los centros escolares de cualquier nivel] «no hay señalados juegos, y otros ejercicios, corporales en que los estudiantes se ocupen alternativamente con los literarios, morales, y urbanos. Ejercicios acomodados para robustecer el cuerpo y que sirvan de distracción de las tareas mentales». Mens sana in corpore sano, educación en contacto con la naturaleza, ideal de educación «física, artística y moral», en que ambos entienden «moral» como formación del carácter.
«Desde la primera enseñanza se comienza a faltar a la ley fundamental del buen método de caminar siempre de lo conocido a lo desconocido, para que deje de serlo con la luz de aquella, y sirva de apoyo para pasar a otra cosa igualmente desconocida». Fomento de la curiosidad y metodología del «descubrimiento».
«Son pocos los libros en que no se encuentran a cada paso palabras, cuya definición se da mucho tiempo después […] En estos libros se pasa de lo oscuro o desconocido, a lo claro o conocido que es la definición». Al rechazar el valor único del libro de texto, el ursaonense, tal como ocurría en la ILE, denuncia dos errores: por un lado, que rompe el principio de que, gracias a la curiosidad y la reflexión, el alumno adquiera nuevos conocimientos a partir de los que ya tiene; y por otro, que esa curiosidad queda coartada por la continuada actuación del profesor, que ha de explicar lo que en los libros se explica mal.
«¿Y se juzgará acaso que esta falta de método no tiene relación con la salud? Respondan los muchos que la han perdido o que se han debilitado por la gran fatiga que les ha costado aprender a leer, o algunas de las primeras artes o ciencias que se siguen a la primera educación, principalmente cuando les han tocado maestros atroces que han querido suplir su falta de método y la de los libros que ponen en manos de sus discípulos con castigos y opresiones». Los métodos inadecuados pueden afectar la salud e los alumnos. La ILE, no lo olvidemos, excluía los castigos.
Por fin, los puntos que unen ambas pedagogías la encontramos refrendada en las siguientes palabras: «De no examinar las disposiciones físicas, intelectuales y morales de los que salen de las escuelas de primera educación, o de los que han de pasar de unas clases literarias a otras resultan graves desazones o incomodidades, […] que en toda su vida miran con tedio su destino, no hacen progresos en él y arruinan su temperamento».
La lectura de los párrafos transcritos y la comparación pertinente es lo que me lleva a considerar la claridad de pensamiento de Antonio García y García y a declararlo un adelantado a su tiempo, una mente preclara y un verdadero anticipador de aquella Institución Libre de Enseñanza en que se formó lo más destacado de la intelectualidad española de nuestro siglo XIX y parte del XX.
El nacimiento de la Academia Silé de Osuna (y la que fundó Antonio García y García, caso de no ser la misma) fue consecuencia de la rebeldía de unas mentes abiertas opuestas a un sistema pedagógico obsoleto y oscurantista. La Institución Libre de Enseñanza surgió por una actitud igualmente rebelde de quienes se oponían a un sistema que coartaba la libertad de cátedra y sometía la enseñanza a criterios religiosos y políticos. En 1939, acabada la guerra civil, esos mismos criterios ordenaron su clausura.
Ese espíritu rebelde y abierto de don Antonio García y García es el que nos autoriza a considerarlo eslabón que une las dos instituciones.
Anastasio Álvarez Martín, catedrático de Lengua Española.

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