Uno de los nuestros
Ayer nos dejó Juan Miguel Ortega Ezpeleta, quien fue nuestro Hermano Mayor y cuyo nombre quedará para siempre enmarcado en nuestra historia.
Durante sus mandatos fueron numerosos y destacados los logros patrimoniales, pero sin duda hubo uno que trasciende lo material, porque una casa no tiene precio y con su carisma y empeño lideró el proyecto de obtención de la cesión de los terrenos y posterior construcción del Santuario de nuestra Hermandad.
Juan Miguel fue Hermano Mayor de Los Gitanos, como también fue durante décadas el vestidor de nuestra Bendita Madre La Virgen de las Angustias, pero Juan Miguel fue mucho más que eso, su vida estuvo ligada a nuestra Hermandad desde siempre y probablemente no haya mejor título honorífico que ese, Juan Miguel fue uno de los nuestros.
Vivimos tiempos de memoria frágil, en una sociedad donde todo corre deprisa, donde la historia parece que empezó ayer y los recuerdos solo permanecen cuando nos avisa Facebook. La última vez que coincidí con él, fue poco después del verano, yo tomaba algo en una cafetería de la Calle Imagen, a él lo llevaba paseando un cuidador en su silla de ruedas, al verlo me levanté a saludarlo y él que no me había visto sonrió al verme, conversamos unos minutos y me lanzó un mensaje como despedida “no seas tonto, las hermandades son muy ingratas, no me ves a mí”.
Hoy la muerte de Juan Miguel trae a mi memoria su frase y me lleva a reflexionar que a veces estamos tan enfrascados en estrenos, extraordinarias, itinerarios, eventos e inventos varios, que se nos olvida que una Hermandad es o debe ser una gran familia, se nos olvida cuidarnos y querernos más, se nos olvida que no hay o no debería de haber mayor título que ser, uno de los nuestros.
El Señor de la Salud y la Virgen de las Angustias a la que tanto mimó en su vida, premien su entrega, perdonen sus faltas que como cualquier ser humano tuvo y lo acojan en su gloria, en ese bendito balcón del cielo de la Hermandad de los Gitanos. Descanse en paz.
Carlos de Paz Moreno