Daniel Diosdado, ilustrador: «Los que nos exponemos al público estamos en el punto de la crítica»
Rodeados de un auténtico olor a oro líquido, en plena bodega de la Cooperativa Santa Teresa de Osuna donde se produce el Aceite de Oliva Virgen Extra 1881 y tras la presentación del cartel para las III Jornadas de Diseño y Creatividad que organiza ESEA ‘El Folio en Blanco’ nos atiende en una cercana entrevista el diseñador, ilustrador y creativo, Daniel Diosdado (Jerez de la Frontera, 1978).
Hablamos con Daniel, una figura de referencia internacional en el mundo de la ilustración, pues ha tocado la cima con la publicación de sus trabajos en la portada de prestigiosas revistas a nivel mundial como The New Yorker y publicado en periódicos como The Wall Street Journal o El País y con empresas como Solán de Cabras o instituciones como Ayuntamiento de Sevilla o el de Jerez de la Frontera.
Daniel Diosdado un profesional muy comprometido con la sociedad, una mente muy inquieta que también se refleja en su agilidad mental nos atiende rodeado de botellas de Aceite 1881, pues la Cooperativa Santa Teresa ha querido agradecerle su implicación con ‘El Folio en Blanco’ dándole su peso en aceite.
¿Qué vas a hacer con tantos litros de aceite?
Tenía pensado regalar, pero ahora creo que ya no, porque son poquitos al final. Es lo que tiene a uno estar en forma (risas). No hombre, primero regalaré a mi familia y amigos, que hoy en día no creo que haya mejor regalo que regalar aceite y después disfrutar mucho. Esto es para disfrutarlo.
Para las Jornadas de Diseño y Creatividad de ESEA, ‘El Folio en Blanco’, no solo has hecho el cartel, sino que también impartirás un workshop para los alumnos del grado en diseño gráfico. ¿En qué consistirá?
El workshop se llama “Retratos Ilustrados” y será un taller donde voy a enseñar técnicas para ejecutar un retrato con un tipo de ilustración como cartoon, cómic, con un estilo vintage de los años 60-70, con textura, con esa gráfica de periódico de estos años.
¿Qué significa para ti un folio en blanco?
Un folio en blanco es el primer paso a enfrentarte a un nuevo trabajo, en mi caso casi a diario. Es el vértigo de enfrentarse a ese nuevo trabajo y que al final resulte satisfactorio. Tal y como simboliza el cartel de estas jornadas, los diseñadores somos ese funambulista que está haciendo equilibrio sobre el canto de un folio en blanco donde existe una delgada línea entre el éxito y el fracaso.
¿Qué hay de aquel niño que creía querer estudiar biología?
Pues queda mucho de ese niño, queda bastante. No sé si para bien o para mal. La altura y el peso como has visto está todavía, pero sobre todo la ilusión y las ganas de aprender. Aprendo mucho de mis compañeras y de mis compañeros cada día. De pequeño tuve otras inquietudes que mis compañeros no tenían y sigo teniéndolas. Es muy bonito ese email que te va a llegar con ese nuevo proyecto. Esa ilusión de ver un folio en blanco… Todavía tengo esa ilusión y espero que no se me pierda nunca.
La primera vez que viniste a Osuna acabaste en el Museo del Juguete. Eres un auténtico amante de la época de los 80-90…
Soy de esa época. Todos tiramos del pasado siempre. No sé si yo más que otros, pero sí que tengo un punto bastante nostálgico y siempre miro hacia detrás sin dejar de mirar hacia el presente y el futuro. Me alimento del pasado sobre todo como agradecimiento de lo que tengo ahora gracias a mis vivencias y sí que es verdad que me identifico mucho con lo que es todo ese universo de los años 80-90, todo lo vintage.
¿Cómo ha influido en tus ilustraciones la necesidad de comunicar a través de redes sociales y formatos digitales?
Yo llegué tarde, me hice Instagram en 2016-2017 y fue todo muy vertiginoso. Fue totalmente gracias a las redes sociales por lo que yo hoy tengo el trabajo que tengo. Al final Instagram no deja de ser el mejor portafolio que existe, sobre todo en imagen. Fue gracias a Instagram, esa ventana abierta al mundo, donde EEUU pudo ver mi trabajo y a partir de ahí poder trabajar con ellos.
¿Es más difícil crear hoy en día donde parece que todo molesta y la sociedad está tan polarizada?
El último ejemplo es el cartel de la Semana Santa de Sevilla. Sí que lo es. Tenemos que tirar con hilos, como el equilibrista del cartel. La línea es muy delgada, te caes para un lado o para otro. Ya no solo somos creativos, ni dibujantes, sino que somos como trabajadores sociales incluso. Tenemos que ver si con lo que vamos a hacer no hay ningún ofendido u ofendida. Cada vez es más complicado. Pero es verdad que también esto nos ha hecho aprender mejor de cosas que no eran correctas. Pero no es fácil. Al final los que nos exponemos al público estamos en el punto de la crítica.
Un año más has diseñado el Cartel del Festival de Jerez de Flamenco, ¿qué supone para ti?
Es el octavo año y para mí es un regalo. Mira que he trabajado en EEUU, Francia y muchos países, pero siempre que haces algo por tu tierra es como que tiene un punto más bonito y entrañable y para mí es un regalo cada vez que hago el cartel del Festival Flamenco. Siguen contentos conmigo, así que algo bien estaré haciendo.
¿Tiene algo de parecido el flamenco y el dibujo?
Sí, todas las artes creo yo que tienen similitudes. Al final cualquier disciplina artística y cualquier arte como el flamenco, que es arte mayúsculo, tiene relación. En expresividad, en el estilo, en las formas, en la forma de llegar al público… Yo creo que todas las artes están conectadas.
¿Cómo resumiría en una portada la sequía?
Auxi Alba, una diseñadora gráfica y animadora, que también estará en las Jornadas de El Folio en Blanco, es la que me anima todo mi trabajo y hace poco hicimos una animación para El País sobre el impacto del cambio climático y la animación consistía en un lago que se iba secando y agrietando y una gota de agua cayendo donde estaba escrita la palabra help (ayuda). El medioambiente pidiendo ayuda, porque esto se nos va de las manos.
¿A quién le harías un pespunte?
A mí pespunte me suena como algo positivo. Es una palabra bonita. No me resulta una grieta o un roto. Para mí el pespunte es coser un roto, es construir. Construiría entre los artistas andaluces, entre nuestro gremio. Y, por supuesto, también entre políticos, empresas privadas, etc. Veo mucho la diferencia de Andalucía con España, con el resto de otras ciudades. Tenemos mucho que aprender, sobre todo para valorar más nuestro oficio, nuestro trabajo. No está valorado de la manera que debería estarlo. Se ve todavía como que es algo que nos gusta hacer, como si fuera un hobbie y como “hazme un dibujito”. Y ahí sí haría un pespuntito, para trabajar un poquito más de educación cultural y gráfica. Del reconocimiento a nuestro oficio, a nuestro trabajo como diseñadores e ilustradores. Que esté mejor valorado, mejor pagado y que la gente lo considere como un trabajo igual como puede ser el de un panadero o un farmacéutico.
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