Vivir como las gitanas


Ágatha Ruiz de la Prada se dejó caer el sábado 18 de enero con un comentario que le acompañará una buena temporada. Sí, ése en el que dice que “estoy viviendo como las gitanas” porque tiene la casa desmantelada, sin cocina ni lavabo. Las cositas del destino, lo hizo pocos días después de que el 12 de enero se comenzará a celebrar el VI centenario de la llegada del pueblo gitano a España.
Es una historia preciosa pero desconocida. Resulta que el 12 de enero de 1425, Alfonso V de Aragón firmó en Zaragoza un salvoconducto a Juan, gitano y Duque de Egipto Menor, al que se le permitía atravesar la Corona de Aragón durante tres meses para que pudiese peregrinar a Santiago de Compostela. Y ahí empezó todo.
La curiosidad que despertaron esos peregrinos y comerciantes piadosos, de bellos rasgos orientales, pronto se trocó en desconfianza. Los catalogaron como mendigos errantes, con lengua, vestimenta y costumbres diferentes. Incluso en 1499 se promulgó una ley que pretendió acabar con todas esas características identitarias. Esta señal les ha acompañado en su peregrinar por la historia, por ello se han esforzado en conservar su identidad y sus valores, su fe profunda y su sensibilidad, aunque el precio haya sido muy alto: marginación, prejuicios, nomadismo.
Hoy, seis siglos después, en España hay unos 750.000 gitanos. Aunque viven en situaciones muy diversas, siguen dándose grandes bolsas de pobreza y marginación porque persisten actitudes racistas que les excluyen. Tenemos ya tantos chistes, tópicos y frases hechas que revisar, que no podemos pensar que son “inocentes”. Más bien son expresión de una visión secular despreciativa. La estrategia que brota de un posicionamiento semejante siempre será equivocada: “enseñarles” a vivir como nosotros (integración forzosa), es decir, descabellar lo que les queda de genuino a pesar de tantos siglos de marginación.
El Papa Francisco ha felicitado al pueblo gitano español por su aniversario. Les invita a sentirse parte de “una Iglesia en la que los gitanos podáis crecer en vuestra fe cristiana sin renunciar a los mejores valores de vuestra cultura”. Entre esos valores destaca el aprecio a las personas mayores y el sentido de familia, el cuidado por la creación, la capacidad para mantener la alegría, el significado del trabajo como un medio para vivir y no tanto para acumular… Y apostilla: “Muchos de los valores que os identifican como pueblo no solo son profundamente evangélicos, sino también especialmente proféticos y contraculturales en estos momentos”.
La inclusión respetuosa es siempre un enriquecimiento mutuo en el que sobran expresiones como la de Ágatha Ruiz de la Prada y faltan voces como la del Papa Francisco. Así que la próxima vez que esta señora diga que vive como las gitanas, tendrá que hacer gala alguno de esos valores proféticos a los que se refiere el Papa porque, no lo olvidemos, el amor a la familia, el respeto a los mayores o el valor de la palabra dada son hoy más contraculturales que el diseño de la ropa. Así que “Dlevlesa romá”… ¡Dios sea con los gitanos!

A DIOS ROGANDO
Teólogo, terapeuta y Director General de Grupo Guadalsalus, Medical Saniger y Life Ayuda y Formación.