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Vendo IPhone 13

Vendo IPhone 13

Esta semana he ganado cuatro iPhones sentado en el sofá. Como todo lo que se consigue sin esfuerzo, al principio me alegró, luego fue dejándome un hueco culpable en el espíritu, sobre todo cuando vi a Nadal montarse en una bici después de su gesta de cinco horas y pico. Entonces, me invadió un sentimiento culpable y un afán justiciero y le escribí a la amable Josephine_1597 para decirle que no podía aceptar sus obsequios. No obtuve respuesta de ningún tipo, llegué a pensar que le había sentado mal, que estaría diciendo que de qué coño iba este fulano con el apellido italiano. Si estás leyendo esto, te pido disculpas Josephine, pero de chico me enseñaron a no aceptar caramelos de desconocidos, imagínate un móvil con tres cámaras que vale lo que probablemente jamás ganaré en un mes.

Al igual que los pibes de ahora ya no son unos gamberros, sino que tienen TDH, tampoco estilan lo de los amigos imaginarios, ahora charlan con Siri y chatean con los bots de Instagram. Por lo visto, la mayoría de bots son rusos, vaya movida, lo mismo un día de estos se planta la Joseph con sus primos en la puerta de mi casa armada hasta los dientes y se queda en el descansillo intimidándome hasta que acepte los terminales. O quién sabe, quizás me responde y zanja airada que es que le tengo miedo a esas enormes tetas que se intuyen en su foto de perfil.

Lo de Eurovisión sí que ha sido un buen quilombo, menos mal que hemos echado mano rápido de nuestra habilidad nacional para el trazo gordo. El feminismo radical echaba por tierra el gran himno feminista de Bandini mientras que le daba con el mazo inquisidor a la pobre Chanel, que se vio favorecida por un chanchullo orquestado por RTVE. En cuanto se instaló en la arena pública la polémica con la votación del festival de Benidorm, las fuerzas políticas corrieron como hienas a repartirse la presa de la indignación y pronto armaron sesudos argumentos para sacar tajada del tema y convertirlo en un asunto de Estado.

Ridículo llama a ridículo, y fue por eso por lo que el lío eurovisivo acabó en el Congreso. Sus señorías escucharon votos y fueron detrás de la melodía que salía de la flauta twittera. Pero como es costumbre, nuestra impredecible nación, representada por nuestra clase política, se guardaba en la manga un nuevo giro de guion. La reforma laboral saldría con el voto de un diputado del PP que se equivocó al votar telemáticamente, después de que dos diputados díscolos de UPN decidieran romper la disciplina de voto. Y eso que Batet al principio dijo que no, provocando el alboroto en la bancada de la derecha, para luego decir que sí, despetrificando así los rostros de la SDC (Sánchez, Díaz, Calviño). La rosa obrera no deja de ser una flor y Sánchez, sin duda, la tiene en el culo. Ahora, supongo, toca explotar esta línea creativa y alargar por la vía judicial la nueva temporada de La Política en España. Tenemos lo que nos merecemos. Vendo Iphone 13.

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Santi Gigliotti
Twitter: @santigigliotti
Fotografía: Unsplash.

 

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