Vallejismo

Se está empezando a precipitar todo. Es estrenar la manga corta, ponerte unas gafas de sol y empezar a mirar a la monotonía por encima del hombro. Así es, lo estábamos esperando, como una de esas dejadas eternas de Alcaraz en las que el primer bote es a cámara lenta y el segundo no se sabe cómo, pero se acelera. Sus rivales saben que la va a hacer, cuentan con ello, están preparados, pero no llegan. Es el misterio del talento, capaz de descuadrar a la previsión. Hay cosas que uno debe aprender a asumir y, por ende, a disfrutar. Aprender es amoldarse a lo inevitable. De nada sirve tratar de explicar lo de Modric cuando le da con el exterior, igual que tampoco es necesaria ni apetecible una justificación teórica de por qué hay ciertos días en los que a Morante le apetece arañarnos el alma. 

Ya está, hay veces que simplemente toca solapar los labios, ya sea para disfrutar o para demostrar que no eres ese tipo de persona que necesita decir algo por obligación, aunque sepas que tu aportación es nula. Lo de la turra del cigarrillo electrónico y sus innumerables beneficios lo aguanto si llevo dos cubatas encima, pero no vayas a la horita y media pidiendo cigarros, mamón. Hay gente que habla de más, saber enrollarse puede ser una virtud para las relaciones sociales, todo depende del oído que te escuche. En muchas ocasiones, esta incontinencia absurda se debe a que hay personas que necesitan tener ese murmullo continuo de fondo, aún no se han dado cuenta de que el silencio puede ser más interesante que una conversación sin fondo.  

Defiendo la improvisación como recurso, no como estrategia. Justifico la estupidez casi siempre, cuando nace del humor, del error o de la falta de reflejos, pero no puedo con ella cuando veo que es sistemática. Por eso, a veces, no siempre, decido divertirme con mis estupideces en la cabeza antes de soltarlas o hacerlas. Por eso, no tengo los santos cojones, nunca mejor dicho, de hablar de la menstruación femenina como si lo hiciese con conocimiento de causa. Por eso, me dan mucha pena los que, sin informarse, toman como doctrina las estupideces que sueltan una tribu de vendedores de humo sin escrúpulos que les incitan a arriesgar sus ahorros con la promesa de que si “holdean con cojones” el mes que viene serán ellos los que estarán tributando en Andorra. Hay personajes que se merecen una buena mascá de Doña Letizia. Poca broma el brazo que gasta la Reina. 

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Aunque no lo crean deberíamos afiliarnos todos al Vallejismo, la ideología sonriente y muda del jugador del Real Madrid. Vallejo está ahí, tranquilo en el banquillo, con su cara de chaval que sale en las fotos de los ejercicios del Workbook, con su disposición y buen hacer almacenados en la despensa. A Vallejo le dan la oportunidad y salta al campo con la ilusión rebotando en sus rizos. Vallejo se lleva por delante a un delantero; sonrisa, la mano y seguimos, Vallejo hace penalti; protesta educadamente, sonrisa, ánimos a Courtois y para delante. Benzema mete un gol, allí está Vallejo para abrazarle. Mete Vinicius, igual. Cuando Vallejo gana un balón dividido lo celebran todos, cuando gana un duelo aéreo, también. Vallejo es Campeón de Liga y veremos a ver si de Champions. Vallejo cuando le toca habla en el campo y cuando le toca calla en el banquillo.

Santi Gigliotti
Twitter: @santigigliotti
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