Va de deportes: Lorenzo Brown

Definitivamente creo que me declararé en huelga de baloncesto –por llamarlo de alguna manera-. ¡Y mira que me gusta el baloncesto! Cuando chaval lo jugué un poco, aquí en Osuna, cuando se inauguró el Polideportivo o en sus primeros años. Incluso nos dieron una medalla, la cual nos entregaron en Feria, en un tablado que montaron en el parque San Arcadio. No recuerdo por qué nos dieron la medalla, supongo que por la participación, porque, que yo recuerde, no había más equipo que el nuestro; bueno, el nuestro y el que formaban los carmelitas, los estudiantes que residían en el convento de El Carmen. Siempre estábamos deseando enfrentarnos a ellos porque, para nosotros, eran como los Harlem Globetrotters; ellos tenían su pista en el convento y se supone que “entrenaban” allí o, simplemente, jugaban. Total, que por quedar segundos o por la participación, subimos al tablado y recibimos una medalla, medalla que, por cierto, se encargaron de perder mis sobrinos –siempre es bueno que haya niños para echarles la culpa de lo que sea-.
Y desde entonces, desde que era un chavalote, me gusta el baloncesto. Claro, hace mucho que dejé de practicarlo –es más, nunca más volví a practicarlo- y me dediqué a verlo en la tele. Y como, solo en deportes hay muchas cosas que ver en la tele –fútbol, baloncesto, balonmano, atletismo,…- y no era cosa de convertirse en otro “hombre cojín”, limité lo de ver baloncesto a los partidos de la selección. De la selección intento no perderme ninguno. En cuanto tengo información de partidos amistosos, de competiciones oficiales, de la selección titular o de la “segunda unidad”, lo anoto doblemente: en la agenda y en el calendario.
Hace muy poco me enteré de que muy pronto, en septiembre ya, teníamos nada más y nada menos que el Eurobasket, lo que me dio un alegrón pues no sabía nada. Pero casi al mismo tiempo me enteré de que se iba a nacionalizar por vía de urgencia al jugador estadounidense Lorenzo Brown, lo que me produjo lo contrario de un alegrón. Vamos a ver: que nacionalizados ha habido siempre, en España y fuera de España. Los más antiguos que recuerdo son aquellos Wayne Brabender y Clifford Luyk, ambos estadounidenses también y que jugaron en la selección española 190 y 150 partidos respectivamente. Porque es que Lorenzo Brown no tiene nada que ver con España, absolutamente nada: no tiene ascendencia española, ni tiene familia aquí, no ha vivido aquí, no ha jugado aquí,… Se le “compra”, se le nacionaliza para que venga ¿a qué?, ¿a salvarnos de qué?, ¿a sacarnos qué castañas de qué fuego?
Estoy esperando a que Sergio Scariolo –quien, dicho sea de paso, me parece y es un gran entrenador- dé el 1 de agosto la lista de convocados para el Eurobasket –o, mejor dicho, para el Campeonato Europeo de Baloncesto Masculino- de septiembre. Y si convoca a Lorenzo Brown –que lo va a convocar, porque lo de la nacionalización por vía discrecional y urgente del Gobierno español ha sido cosa suya-, no pienso ver –con todo el dolor de mi corazón- ni un solo partido de la selección, ni medio, ni un cuarto. Y, además, animo a que nadie vea estos partidos. Y, además, animo a los jugadores españoles convocados por Scariolo a que se nieguen a jugar.
Y esto no es cosa de patriotismo, ni es cosa de racismo. Es que esto no se hace. España tiene muchos y muy buenos jugadores y si Ricky Rubio está lesionado, si Sergio “el Chacho” Rodríguez anunció su retirada de la selección, si José Manuel Calderón también está retirado,… pues se va con los que tenemos –que, insisto, son muchos y buenos jugadores-, y si perdemos antes, pues nos volvemos para casa, pero nos volvemos con la cabeza muy alta, porque hemos mandado a nuestra selección nacional y porque no hemos “comprado” a un extraño, sin vinculación ninguna con España, un extraño que en nuestra selección sería un pegote, una humillación. Dicho sea con todo el respeto por el señor Lorenzo Brown, como persona y como baloncestista.
El Gobierno español puede conceder, discrecionalmente, la nacionalidad a los extranjeros en los que “concurran circunstancias excepcionales”. ¿Si? ¿Qué circunstancias excepcionales concurren en este caso? ¿Y no concurren “circunstancias excepcionales” en los entranjeros que llegan por el Estrecho y por las vallas de Ceuta y Melilla?