Utrera, a un paso de su día grande: El Santo Entierro Magno coronará su Semana Santa

Ya queda menos. En Utrera se cuentan las horas para recibir la semana de las 14 estaciones y las mil emociones: la de la levantá al cielo utrerano, la de la cultura y la historia, la de la fe inamovible, la de los hermanos de trabajadera que arrastran sus pies por las calles empedradas de la ciudad milenaria. Queda poco para que no quepa un alfiler en la Plaza del Altozano, quedan minutos para que Utrera se haga pasión y se haga muerte. Para que Utrera crea en la resurrección más que nunca, para que el campanero se asome al abismo de los campanarios de Santa María y Santiago. Queda nada para una Semana Santa llena de imborrables recuerdos en la memoria de los utreranos.
Ya llega esa Utrera que se impregna de incienso, de túnica, capirote y cera; que escoge entre todas sus variantes lo más sentido del flamenco, y la oración hecha saeta. Ya llega el Santo Entierro Magno. Ese momento esperado que coronará una Semana Santa incorruptible, conmemorando los 350 años del patronazgo de la ciudad por el Cristo de Santiago, que presidirá la estación de penitencia para que todos contemplemos la Pasión según Utrera.
Una semana declarada de Interés Turístico, en la que el Ayuntamiento mima cada detalle, que la pone en valor en la Feria Internacional del Turismo (FITUR), que la coloca en el foco de la gastronomía dentro de la Ruta Caminos de Pasión, mostrando el éxito de unos platos que alegran el estómago y revitalizan el alma.
Llega el estallido de la primavera incomparable de Utrera, abre la Trinidad con el paso de Nuestro Padre Jesús en su entrada en Jerusalén, atardece con la Oración de Cristo en el Huerto y cierra la madrugada del domingo la Piedad, con el cuerpo de Jesús muerto sobre su regazo y la Reina de los Ángeles bajo palio.
El lunes abre sus puertas el Santuario y, ante la atenta mirada de la patrona, la Virgen de Consolación, nazarenos negros cruzan el paseo en su caminar sobrio junto al Cristo del Perdón, que mira al cielo pidiendo misericordia sobre respiraderos de plata. Le sigue María Santísima de la Amargura, con calma y elegancia sublime.
El martes Utrera es más salesiana que nunca. En las puertas de la Basílica de María Auxiliadora se desborda el rojo de “Los Estudiantes” para hacer catequesis por las calles con el Santísimo Cristo del Amor, representando el momento de la lanzada. Nuestra Señora de las Veredas deslumbra con la grandilocuencia de un palio y un manto rojos, y la dulzura de su rostro.
En el ecuador de la semana se representa el dolor solo soportable mediante la fe. “Los Aceituneros” muestran los 39 latigazos, con Nuestro Padre Jesús Atado a la Columna, mecido con un arte que confluye en el paso largo. A él le sigue la Virgen de la Paz, de blanco inmaculado, con lágrimas de madre dolorida que siente el daño que le causan a su hijo, sosteniendo una ramita de olivo.
El Jueves Santo, la Trinidad vuelve a las calles con el paso del Santísimo Cristo de los Afligidos, que se alza al cielo en soledad, erigiéndose sobre un monte de pétalos rojos. Y tras él, la pureza de Nuestra Señora de los Desamparados, a la que le llueven pétalos desde los balcones hasta que regresa a su barrio.
El contraste de la noche utrerana se vive al pasar de la música al más absoluto silencio, roto por el crujir de las cadenas sobre el suelo y el racheo del esparto. Nuestro Padre Jesús Redentor Cautivo avanza en trono de plata con la única música del tintinear de los inciensarios que sostienen los ángeles en las esquinas de su paso. Nuestra Señora de las Lágrimas, obra de Luis Álvarez Duarte, le sigue tras la larga fila de nazarenos de negro ruán y cinturón de esparto.
Y nuevamente el contraste utrerano, cuando llega “La Madrugá”. El Cristo de la Buena Muerte y Nuestra Señora de la Esperanza derraman el quejío y el compás. El pueblo gitano, que llegara a Utrera hace 600 años y que tanto ha aportado a esta tierra —que es ejemplo de comunidad y convivencia—, embriaga la noche de rezos, música y cante, en una estación de penitencia muy gitana, muy utrerana, aportando miles de matices a la idiosincrasia de esta noche.
Amanece el Viernes Santo sobre las piedras centenarias, y desde la pequeña capilla de San Bartolomé sale “El Señor de Utrera”, Nuestro Padre Jesús Nazareno, imagen de Marcos de Cabrera (1597), que, ayudado por Simón el Cirineo, carga una cruz de carey, plata y nácar, mientras va clareando el día. Tras los nazarenos morados, lo sigue el palio de Nuestra Señora de las Angustias, talla de autor anónimo del siglo XVIII.
Por la tarde, la Hermandad de la Vera Cruz y Santo Entierro, datada del siglo XIII, sale de la iglesia de San Francisco con Nuestro Padre Jesús Atado a la Columna, imagen atribuida a Ruiz Gijón, en un paso al que popularmente se le llama “El Portaviones” por sus grandes dimensiones, que lo hacen digno de ver en su recorrido por callejuelas, seguido de Nuestra Señora de los Dolores, llamada por sus devotos “La Reina del Altozano”.
En el barrio de Santa María, un coro fúnebre acompaña a la Hermandad del Cristo de los Milagros, la más joven de todas, que en esta forma de vivir la Semana Santa utrerana nos traslada a otra época, con la talla del Santo Crucifijo de los Milagros, que cuenta con más de 400 años en sus maderas.
El Sábado Santo, la Hermandad de la Veracruz y Santo Entierro vuelve a salir a la calle con el Santo Entierro del Santísimo Cristo Yacente, en urna de carey. Nuestra Señora de los Dolores ha cambiado toda la estética de su paso, manto y saya, para presentarse ante el pueblo: guipur y azabaches para la única dolorosa que procesiona de negro luto riguroso.
Y este año, tras más de 15 desde que se celebrara el anterior, 13 pasos compondrán el cortejo del Santo Entierro Magno, para ver en las calles “La Pasión según Utrera”.
Será un día grande, para el que se han previsto más de 5.000 sillas y un amplio despliegue de seguridad y servicios que garantizan que todo se llevará a cabo como está previsto.
Utrera, este año más que nunca, es un lugar para descubrir con los cinco sentidos, un punto de encuentro para la espiritualidad, el arte, la devoción, la música, la gastronomía, la cultura y la tradición. Es una experiencia que se queda para siempre en el recuerdo.
Y, estando todo concluido en las parroquias, iglesias y capillas, el domingo se celebrará la Resurrección de Cristo. Se podría decir que es el final, pero, realmente, es tan solo el principio de la siguiente Semana Santa utrerana.
Si te decides a vivirla en Utrera, recorre esta ruta:
Recorre la ruta de Cocina de Cuaresma de Caminos de Pasión.
- Goze Garito Gourmet : Lomo de bacalao con salsa de tomate y alioli de lima, y pastel fundido de pistacho.
- Zezeo Neotaberna : Soldaditos de pavía de bacalao y merluza, y torrija con pan brioche de leche de coco, crema de avellanas, chocolate blanco y helado de vainilla.
- Cafetería-Heladería L’Plaza Tapas : Coletas de bacalao y helado de torrija.
- Besana Tapas: Potaje de vigilia y torrijas con incienso y azahar.
- El Ambigú: Croquetas de cuaresma, bacalao con tomate, espinacas con piñones y gambas al ajillo, y torrijas caseras.
- Confitería Cordero: Leche frita, mostachonazo cofrade y lenguas de anís.
- Confitería Reyes: Torrijas, pestiños y leche frita.
