
Días como este reafirman pensamientos catastrofistas sobre una nación perdida en su propia identidad. Una identidad construida sobre los cimientos de la que verdaderamente nos caracterizaba como país. Sánchez sería un gran «capo» de este sistema taurino que nos gobierna. Tiempos en los que la decencia y el decoro brillan por su pesada ausencia. Ortega y Gasset dejaba, hace años, una frase que no se escribiría con el sentimiento de haberse quedado en las antípodas de esta actual fiesta: «Para entender la historia y la realidad de España no se puede perder de vista lo que acontece en las plazas de toros». Ahora es al revés. Nosotros parece que fijamos las acciones según lo que ocurre en el Congreso de los Diputados. Que a los ganaderos no les preocupe la grandiosa decepción que provoca venir a Sevilla con un conjunto de erales para cubrir el cupo de novillos con picadores da para pensar mucho. Sevilla. La Real Maestranza de Caballería de Sevilla por mucho «desecho de tienta o defectuoso» que rece en un cartel. Y esta no era la más indecorosa. Fermín Bohórquez, en su tercera comparecencia si contamos los rejones, terminó de apuntalar la palabra fracaso en su hierro con una novillada podrida, sin vida y muy mansa. Fue la que mejor venía desde la que lidió Talavante para Marco y Zulueta, que fue modélica en todo: comportamiento y hechuras.
Miguel Uceda Vargas regresó a su plaza en la puerta de los sustos para recibir a un utrero cabezón, que se movía más que embestía hasta que en la muleta, asentado ya el torero, regaló pequeñas dosis de clase para después descomponerse en numerosas ocasiones. Algún esbozo y una estocada magistral celebrada con justicia en el tendido. Alargó en demasía un trasteo sin trascendencia. Parecido en hechuras al primero, el segundo manseó hasta que se le despidió por la boca del desolladero. Tuvo Luque Teruel que ordenar al pueblo -nunca mejor dicho- a ver que aquello tornaba en triunfo de talanqueras tras la desordenada faena de Cristiano Torres al segundo. Brindó a Paco Ojeda -casi ná- para plantear bien, quedarse sin novillo después y sufrir un espeluznante percance antes de irse a por la espada. Prendido por la parte posterior de la rodilla durante unos segundos interminables, se levantó sin mirarse. El público, en volandas del riesgo, pidió una oreja del peso de una mota de polvo. El aficionado guardó las manos en los bolsillos y no hubo suficiente petición. Dio una vuelta al ruedo. Seguía el despropósito con el infumable tercero y empezaban los tendidos a ponerse ‘mosca’. Aparecían las caras de desencuentro. Ni pudimos ver a El Mene. El cuarto olió la muleta y salió disparado a tablas, como los hermanos que se habían lidiado hasta ese momento. Porfió Uceda Vargas sin más recompensa que la resignación de lo que veníamos sufriendo todos. Fermín Bohórquez, flanqueado por Álvaro Montes y el ya citado Paco Ojeda, veía como, uno tras otro, sus animales cercenaban de un tajo las ilusiones de la tarde. Con el quinto, paletón y enseñando puntas, Cristiano Torres aprovechó las sosas inercias del torillo para intentar un mínimo lucimiento que aderezó rápidamente Tejera. No había razón para ello. Sopor era la palabra. Le cortó una oreja. A saber con qué argumentos. Para el sexto y último, el mejor presentado de la noche. Lució fachada el último de Fermín. Jose Manuel Hernández saludó una ovación tras parear maravillosamente bien al novillo. El Mene, con apuntes de torería innata, no tuvo opción con el mal aire que también traía su segundo.
Debe brotar una reflexión en los despachos de Ramón Valencia. Dar lustre, categoría a las novilladas de un coso capital de la temporada taurina. Subir el trapío así como conformar un elenco ganadero de verdaderas posibilidades para que, quienes vengan a esta plaza, no acudan a Sevilla como si de una cualquiera se tratase. No se trata de perder el carácter de oportunidad que siempre ha tenido la Maestranza, pero de ahí a este espectáculo, hay un trecho notable. No es pasar un fielato con aires de inquisición. Simplemente, hacer que una plaza de primera categoría tenga dicho cartel y no sea únicamente fachada y romanticismo. Sería tan positivo como necesario.
Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla
19ª de abono. 1/3 de plaza.
Novillos de Fermín Bohórquez: Desigualmente presentados y de imposibles opciones.
Uceda Vargas: Ovación en su lote.
Cristiano Torres: Vuelta al ruedo tras aviso y petición y oreja.
El Mene: Silencio y palmas de despedida.
Se desmonteró en el 6º Jose Manuel Hernández.
