Una novela de Rafael Azcona
Ya sé que las elecciones son muy personales, que cada uno tiene sus gustos, en los libros también, pero eso no quita que considere oportuno recomendarles un título curioso. En este caso no se trata de una obra reciente, ni siquiera de una que haya estado de moda en algún momento. Les voy a hablar de un libro publicado por primera vez hace más de sesenta años y que en su época pasó completamente desapercibido.
Seguro que el lector recuerda Los detectives salvajes. Como la novela del autor chileno, donde Roberto Bolaño hace el relato de sus años mozos, cuando empezaba su actividad literaria y parte importante de la misma consistía en verse con personas más o menos de la misma edad y con las mismas inquietudes creativas, existen muchas. La novela Los ilusos, de Rafael Azcona (1926-2008), pertenece precisamente a ese subgénero temático, el de los grupos literarios que se forman alrededor de una revista, un domicilio o un bar, establecimiento donde habitualmente se consume poco, se escribe algo, se habla mucho, se fuma de prestado y se ocupan las mesas durante más tiempo del deseado por el dueño. Son años de grandes ilusiones y de bolsillos vacíos en los que se forjan amistades para toda la vida y se viven experiencias a menudo inolvidables por la sensibilidad de la piel.
Los ilusos, novela en buena parte autobiográfica, narra la llegada de Rafael Azcona a Madrid desde su Logroño natal a principios de los años cincuenta y la manera que tuvo de sobrevivir aferrándose al sueño de comer de la escritura, afán que le llevó a convertirse en uno de los guionistas más importantes de la historia del cine español. Por si hay alguien despistado aún recuerdo algunas de sus películas: El verdugo, La escopeta nacional, La vaquilla, Belle époque, El bosque animado o La lengua de las mariposas. Pero antes de eso —y con el pseudónimo de Jack O’Relly—, Azcona escribió novelas mercenarias de las cuales no se sentía muy satisfecho y otras, como esta, muy aceptables al estar redactadas por amor a la escritura misma, la única forma, seguramente, de conseguir textos realmente válidos, capaces de impresionar la sensibilidad del lector. Cansado como esta uno de leer relatos de los años cincuenta en los cuales todo es oscuro y triste, en Los ilusos encontramos un grupo de poetas, más bien versificadores, dados a la picaresca y a la ampulosidad, que ven sus veladas de los «Versos Sabáticos» como oportunidades para descollar entre otros poetas llegados de provincias o para sacar algunas pesetas a alguien con alguna desgracia inventada, pero todo contado con ese gran sentido del humor que tenía Azcona, hombre tímido e inteligente donde los ha habido, que prefirió la actividad de guionista cinematográfico a la de escritor para no ser asunto de titulares ni objetivo de fotógrafos de prensa. Tuvo una larga y feliz vida como un ser anónimo más, disfrutando de la calle y los paseos sin ser objeto de la atención de nadie, yendo a comprar el pan como cualquiera, libre. Por suerte para la creación artística y para todos nosotros, resistió en esa postura lo que tuvo que resistir y siguió toda la vida siendo uno de esos ilusos anónimos e inidentificables sin los cuales el arte y la creación no existirían.
Los ilusos fue publicada por primera vez en 1958 y revisada por su autor para esta edición (La Coruña, Ediciones del Viento, 2008), que contiene decenas de ilustraciones de su amigo Antonio Mingote. Esta revisión fue, quizá, el último trabajo de la vida de Azcona, que todavía, ahora desde las alturas, sigue haciéndonos reír.
CUADERNO DEL SUR
(Madrid, 1961). Novelista y narrador en general, ha visto publicados también ensayos históricos y artículos periodísticos y de investigación. Poco amante de academias y universidades, se licenció en Filología Hispánica y se dedica a escribir. Cree con firmeza en los beneficios del conocimiento libre de imposiciones y en el poder de la lectura.