Una jubilación de diamantes
Nuestra calle Carrera acoge uno de los puntos comerciales de la villa donde aparecen, prosperan y desaparecen diversos negocios. Su importancia también es la de las personas que, trabajado en ellos, son testigos de la vida de nuestra población desde un mostrador.
Uno de los comercios que resisten es la Joyería Rodríguez: un refinado tocador donde adquirir joyas era un premio al duro trabajo diario que, desde época de nuestras abuelas, se iban pagando poco a poco. La Joyería está perfumada por el olor a las aldeanas recién hechas de la Confitería de Santo Domingo, justo enfrente, y el murmullo que comenta la actualidad fragante de la prensa que se vende en la Librería de Márquez, a su lado. Y tras el gran escaparate aparece la figura esbelta de María de los Ángeles Carreño Bellido, esbozando una permanente sonrisa, desprendiendo dulzura y prudencia en su trato mientras posa sus delicadas manos (acorde con la mercancía que ofrece) sobre el cuero rojo del expositor.
A María Ángeles la conoce todo el pueblo y se ha convertido en un emblema de este comercio. En este mes de junio, que ha comenzado su merecida jubilación, pone fin a una vida laboral que se reduce a una línea: más de 40 años, desde que apenas tenía quince, al servicio de esta empresa local. Casi toda Osuna ha desenvuelto, ilusionados, los regalos que con dos vueltas de papel azul y un lazo dorado rizado al aire, tan distintivos, ha preparado habilidosamente María Ángeles. Fidelidad a su trabajo, constancia de lunes a sábado, respeto y gratitud a la familia Rodríguez con la que ha trabajado en tres de sus generaciones. Se hace necesario resaltar estos valores en la persona de María Ángeles en el mundo laboral tan fluctuante que tenemos en el siglo XXI.
Las cadenas, los pendientes y la sortija de oro que las madres pagaban mensualmente cuando se trabaja en la campaña de la aceituna, para que sus hijas tuvieran sus joyas cuando se iban haciendo mayores; las medallitas por un nacimiento o la primera comunión; las listas de bodas. Psicología aprendida a base de horas de mostrador que le permitía acertar con el regalo ante unos clientes indecisos que se han guiado por sus consejos. Confidente de tantos novios y novias nerviosos que buscaban el anillo y el reloj de pedida con el máximo secreto en medio de una Carrera nada discreta. El choque de un camión con el alerón del escaparte. El “cuarto Rey Mago” que resolvía los regalos de última hora en la tarde del 5 de enero.
Meneses, Durán, Algora, Salvatore, Luxenter, Duward y Tissot han sido algunos de sus lujosos acompañantes durante varias décadas. Pero con las joyas que se ha quedado son la gran amistad de su compañera Mari, el agradecimiento a don Fernando y el cariño de sus clientes que la paran por la calle sorprendidos porque ya la echan de menos en la Joyería Rodríguez.
Antonio Morón
Periódico joven, libre e independiente.
Fundado el 24 de noviembre de 2006 en Osuna (Sevilla).