Un perreito
Es muy complicado salir de un perreo cuando has criticado el perreo. Ayuso es esa canalla arrítmica, esa fiestera de barra, más de birra y cacahuetes con cáscara que de discoteca y cubata. Castiza que en un instinto reflejo salió de la incómoda situación sonriendo y haciendo la uve de victoria con los dedos. Y es que lo tiene muy interiorizado; por muy peregrino que sea el envite, siempre hay que mostrarse ganador. Se puede perder, lo que no se puede es reconocer que has perdido, ahí es cuando se desmonta el carisma.
En la política española todo el mundo perrea solo. Depende de quién perrée, el perreo puede significar empoderamiento, machismo, progresismo, refriegue de cebolleta, provocación o algo divertido. La izquierda perrea mejor dirá alguno. Bueno, depende. Según la ley de perreamiento 1567/2009 redactada en las escaleras de los bajos de Nuevos Ministerios, es mucho más licito que te perréen en el Wizink a perrear en un estudio de la Ser. El perreo es lo que es, el intento boomer por intentar captar el voto joven, la constatación Z del pseudoliberalismo en nuestro rito de apareamiento. La imaginación ya no es una herramienta útil, la erótica es un sándwich de gasolinera. El póker sin tahúres deja de ser póker, y ya hace tiempo que en esta partida uno puede jugar sin apostar.
Todo es cuestión de en qué lado del tapete te sientes. El perreo, Rosalía y Rigoberta Bandini. Eso y las cómicas que cuentan que de fiesta se fueron a casa de un chaval y que cuando entraron en su cuarto vieron que tenía una bandera con el aguilucho y salieron pitando. He escuchado a varias contar ese gag. Hakuna, Taburete y María Pombo. Eso y las Tamaras Falcó consumidoras de Zadig y Vejas que parece que han inventado lo que viene siendo rezar un rosario. Sin embargo, aquí, en contra de lo que pasa en los monólogos de las cómicas de izquierdas, a las pijas sí les mola el rollo de traspasar esa frontera y pastelear con el chaveita marxista o el malote con ínfulas, ellas no suelen huir, es más, muchas lo llevan como insignias de cosmopolitas. Como esas ricachonas que van a veranear a Kenia en busca de un precioso álbum de fotos con nenes negritos. Al igual que al más zurdo de los zurdos le gustan las mieles de la vida pija.
A todos nos gusta lo bueno que tiene lo contrario, lo que pasa que no solemos ser capaces de inhibirnos y darnos cuenta de que lo contrario es solo una posición mental. Le ponemos muchos límites a lo nimio y muy pocas barreras a quebrantar lo importante. Somos tan previsibles que somos iguales. Lo único que pasa es que todos acatamos nuestro rol. El de la izquierda, que es el de solo cuestionar el conservadurismo, y el de la derecha, que es el de escandalizarse con la izquierda para luego a escondidas acabar probando aquello tan escandaloso. Por eso Yolanda se viste de pija y por eso Ayuso va a lo de Ferreras. Porque ellas han recordado que si quieren sobrevivir deben quitarse las correas que las atan al palo, y perrear por libre y no en una parcelita. Se pierden muchos perreos cuando no se es capaz de ver más allá. Y no solo es cuestión de perrear, que a estas alturas es casi más trasgresor el no hacerlo. Solo se trata de que hagas lo que hagas, sonrías y hagas la señal de victoria.
EL POYETE
Sevilla, 2001. Caballo de carreras de fondo, escritor de distancias cortas. Periodista, bético, sevillano.