
Licenciado en Filología Románica. Profesor en Lora del Río, Fuengirola y Málaga, donde se jubiló. Participó en experiencias y publicaciones sobre Departamentos de Orientación Escolar. Colaborador de la revista Spin Cero, galardonada en 2003 con el Reconocimiento al Mérito en el Ámbito Educativo, e impulsor de la revista-homenaje Picassiana. Editor de Todos con Proteo, publicación colectiva en favor de la Librería Proteo tras su incendio. Desde 2006 mantiene el blog La Agenda de Zalabardo.
Autor de cuentos y novelas, de las que ha publicado tres, una permanece inédita y una quinta está en proceso de creación. Reside en Málaga.
A veces te creas unas expectativas que acaban en decepción. Me pasó con La Alberca, capital de la comarca salmantina de la Sierra de Francia. La Alberca, pueblo bellísimo y primer municipio de España declarado Conjunto Histórico-Artístico, ha acabado cayendo ―no es el único lugar― en el agujero negro del turismo masivo y desaprensivo que todo lo engulle y ha convertido sus calles en mercadillo de venta de recuerdos y baratijas.
La Sierra de Francia, en su conjunto, es un lugar que embruja. Nosotros nos alojamos en Mogarraz, justo al lado de La Alberca, pero, por suerte, aún sin contaminar. Con apenas 250 habitantes ―hablo de hace unos diez años― conserva la pureza de la arquitectura tradicional de la sierra salmantina. Un romance tradicional de la zona dice: «En Pineda matan chivos; en el Molinillo, cabras; / en Los Llanos, las gallinas pa los galgos de Miranda. / En Cepeda, los matones, que hasta a las mujeres matan; / en el Soto, los ñisqueros; en la Herguijuela, la lagaña; / en el Madroñal, los papúos; en Mogarraz, la fanfarria; / en Monforte, mortereros; en La Alberca, la castaña».
Tiene, pues, Mogarraz fama de alegre. Pero, además, se ha hecho mundialmente conocido por sus caras. No hay fachada del pueblo que no presente una o varias imágenes de personas, habitantes que fueron del pueblo. La historia es simple y ellos se muestran orgullosos. Nos la contó Mari Carmen, santera de la ermita del Humilladero, a cuyo lado estábamos alojados. Cuando en 1967 se hizo obligado que todo el mundo dispusiera de DNI, un vecino, Alejandro Martín, aviador militar jubilado y aficionado a la fotografía, tuvo la ocurrencia de hacer la foto de los 388 habitantes de entonces que tenían que hacerse el DNI para evitarles tener que desplazarse a Salamanca.
Bastantes años después, su viuda encontró los negativos guardados en una caja y se los dio a un pintor oriundo del pueblo, Florencio Maíllo, que pidió permiso para realizar un cuadro sobre cada una de las fotos. La idea gustó. Como soporte, empleó láminas metálicas procedente de viejos bidones, y para los retratos se sirvió de la técnica llamada encáustica ―óleo mezclado con cera de abeja caliente― con lo que se conseguía una pintura resistente a las inclemencias climáticas.
En 2012 se hizo una exposición, Retrata2, y los cuadros se expusieron sobre las fachadas de las viviendas de los fotografiados. Los de aquellos que no tenían casa propia, se colocaron sobre la fachada y el campanario de la iglesia. Concluida la exposición, se preguntó a los habitantes de Mogarraz qué hacer con aquellos cuadros. Por unanimidad, decidieron que se quedasen donde estaban. Y allí siguen. Yo pude hablar con alguno de los protagonistas.
Pero Mogarraz ofrece aún más. El pueblo se puede considerar punto de partida del Camino del Agua, sendero circular de unos siete kilómetros que une esta localidad con Monforte de la Sierra y que discurre entre una exuberante vegetación y el sonido inseparable del agua. Lo que comenzó como sendero ha terminado como museo a cielo abierto, pues esculturas de prestigiosos artistas han ido jalonando el recorrido, logrando una perfecta simbiosis con el paisaje. Es Mogarraz, igualmente, lugar ideal para realizar diferentes excursiones. La Alberca está a 7 kilómetros; Miranda del Castañar, a 10; Casas del Conde, a 5; Sequeros, a 10…

Y, hablando de Sequeros, se hace obligado hablar de la Peña de Francia y de la leyenda de Simón Vela y Juana Hernández, la Moza Santa, cuyas reliquias se conservan en la bella Ermita de la Virgen del Robledo, en Sequeros. Simon Roland, monje francés ―hablamos del siglo xv― oyó en sueños una voz que decía: «Simon, vela y no desmayes; en las peñas de Francia encontrarás una imagen de la Virgen y erigirás un monasterio». El monje recorrió sin desmayo cuantos montes franceses pudo sin obtener más que fracasos. Pero el sueño se repetía: «Simon, vela», oía una y otra vez.
En 1434, Simon, desengañado de hallar nada, emprendió el Camino de Santiago. Ya de regreso, le sorprendió oír a unos carboneros hablar de un lugar llamado Peña de Francia, en Salamanca. Se fue con ellos hasta San Martín del Castañar. El sueño se le repitió: «Simon, vela. Sube a la Peña de Francia y allí encontrarás la imagen». Simon subió y en la cima, en una cueva, encontró la imagen que hoy se venera en el santuario que allí se levantó, en el municipio de El Cabaco, y que, desde su fundación rigen los dominicos. El monje francés, desde aquel momento, cambió su nombre francés, Simon Roland, por el de Simón Vela.
Este encuentro milagroso trajo a la memoria de la gente un prodigio acaecido diez años antes, en 1424, en Sequeros. Allí, mientras se velaba el cadáver de una joven tenida por muy piadosa, Juana Hernández, sucedió algo que admiró a todos. La difunta despertó de la muerte y pronosticó que en la Peña de Francia se descubriría una imagen de Nuestra Señora, junto a otras profecías. Desde entonces se la comenzó a llamar la Moza Santa. Simón Vela, a su muerte, fue sepultado en el Santuario, en el lugar preciso del hallazgo. Pero poco después, sería trasladado a la Ermita de Sequeros, donde sus restos descansan junto a los de la Moza Santa.

Licenciado en Filología Románica.Profesor en Lora del Río, Fuengirola y Málaga, donde se jubiló. Participó en experiencias y publicaciones sobre Departamentos de OrientaciónEscolar. Colaborador de la revistaSpin Cero,galardonadaen 2003conel Reconocimiento al Mérito en el Ámbito Educativo, e impulsor de la revista-homenajePicassiana. Editor deTodos con Proteo, publicación colectiva en favor de la Librería Proteo tras su incendio.Desde 2006 mantiene el blogLa Agenda deZalabardo.
Autor de cuentos y novelas, de las que ha publicado tres, una permanece inédita y una quinta está en proceso decreación. Reside en Málaga.