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Un amor

Un amor

Sara Mesa (1976) es una autora que se lee con gusto. Nacida en Madrid y criada en Sevilla, sus textos parecen producto de una aguda conciencia social. Su nueva novela es un relato en tercera persona de la breve temporada pasada por Nat, una mujer de ciudad, en una población de caserío disperso, mala tierra y nombre ficticio. Allí ha alquilado una casa, rodeada de una pequeña parcela, donde quiere pasar unos meses trabajando en una traducción literaria. Desde el primer momento, por la manera que tiene de tratar con el arrendador de la casa, quedan patentes su falta de carácter, empuje y asertividad, productos todos de la carencia de autoestima. Esta, como en tantas otros ocasiones, parece consecuencia de una infancia de la que entrevemos muy poco pero suficiente para confirmar situaciones de abuso que no ayudan, precisamente, a la configuración de personalidades fuertes e independientes. La protagonista intenta ser una mujer empoderada, capaz de abrirse camino sola en un mundo tradicionalmente masculino, pero le faltan los mimbres para conseguirlo al haber sido debilitada previamente. Como otros personajes de narraciones de Mesa —los Casi y Viejo de Cara de pan—, Nat es una persona ensimismada, de buen fondo, que se refugia en un lugar huyendo de algo, a menudo un pasado censurable, lo mismo que podría decirse del doctor Tejada de Un incendio invisible, aunque con esta novela existen otros llamativos puntos en común, sobre todo los referidos al escenario de la acción, una comarca o ciudad depauperada habitada por personas de apariencia y trato hostil. En el haber de Un amor deben anotarse igualmente el uso de un lenguaje llano, de ritmo trabajado, y una reflexión casi omnipresente sobre la comunicación, patente en las habituales dudas en la traducción sobre la que Nat trabaja, en el aislamiento en el que vive y en las palabras de un personaje alusivas a la falta de entendimiento entre las personas en aquel lugar (Roberta, pág. 166), donde «nadie entiende a nadie» porque allí no ha nacido nadie, «todo el mundo viene de fuera». La Escapa, nombre de la aldea, se convierte así en compendio de los grandes núcleos de población, donde la comunicación, sobre todo entre desconocidos, es realmente escasa, y fundamental el fenómeno de la inmigración.

Pero esta novela de Sara Mesa posee carencias, de hecho es la narración suya más comercial. Su estructura es muy predecible, está divida en tres partes perfectamente correspondientes a los habituales planteamiento, nudo y desenlace, y parece escrita siguiendo los pasos descritos por Vogler para el camino del héroe, una técnica que, a estas altura —y para las facultades de Mesa—, parece infantil. Además, se echa de menos la riqueza imaginativa de la autora, más desarrollada en otros relatos que llevan su firma. En cualquier caso, una novela recomendable: la excelencia continuada resulta imposible.

Sara Mesa, Un amor, Barcelona, Anagrama, 2020.

Imagen: Imagen de Sara Mesa recogida en ieturolenses.org.

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