Tratamiento de la ‘gripe de 1918’ en El Paleto
Para la mayoría de los españoles, el año de 1918, hasta poco antes del mes de marzo del presente, se relacionaba, históricamente hablando, con el final de la I Guerra Mundial. Hasta que el concepto COVID – 19 apareció en nuestras vidas. Fue entonces cuando comenzamos a conocer más sobre otros acontecimientos que habían tenido lugar en el mundo y, especialmente, en nuestro país. Me refiero a la GRIPE DE 1918, más conocida como gripe española debido a que el nuestro fue el país que, al no estar en guerra como gran parte del resto del mundo, informó sobre lo que estaba ocurriendo y de las bajas que esta epidemia estaba causando entre sus ciudadanos. Así, a pesar de que España no fue el origen de esta gripe, pasó a conocerse como GRIPE ESPAÑOLA.
Prácticamente cien años después, el mundo se enfrenta a una pandemia que nos ha hecho modificar nuestros estilos de vida así como volver la vista al pasado para ver que, triste y nuevamente, la historia parece volver a repetirse. Una vez más, El Paleto, al igual que la prensa del momento, volvía a hacerse eco de la situación y, cuatro años más tarde, continuaba reflexionando sobre la idoneidad o no del uso de la vacuna para hacer frente a la enfermedad. Así, en la segunda página del número publicado el 10 de febrero de 1922, el doctor García- Andrade comenzaba su disertación de la siguiente manera:
“Creo muy interesante, dada la extensión que ha adquirido la actual epidemia gripal, ocuparme hoy del tratamiento de esta afección. Han sido muchos los procedimientos y medicaciones que se han propuesto para curar esta enfermedad, tan frecuente todos los años, y que en algunos, por desgracia, adquiere los caracteres de verdadera peste, como llamaban los antiguos a las epidemias intensas y de gravedad.
En la última epidemia, la que hubo el año 1918, tristemente célebre por la extensión que adquirió, pues recorrió todo el mundo, y además por la mortalidad que ocasionó, dió [SIC] motivo para que se hiciesen grandes estudios sobre el tratamiento y que la práctica confirmase o desechase la utilidad de ellos. […]”.
Tras exponer e introducirnos en lo que acaecía en España como consecuencia de la gripe de 1918, el doctor García – Andrade, exponía los remedios adoptados, para paliar sus efectos, tanto en Francia o Alemania como en nuestro país así como su postura ante el uso de la vacuna:
“[…] pero en los casos graves y con complicaciones uso, y cada día con mejores resultados, las vacunas antigripales curativas, que varios laboratorios nacionales preparan muy bien; pues considero, como la mayoría de los médicos, tanto extranjeros como compatriotas, que fuera de la vacuna no hay nada específico para el tratamiento de la gripe. […]”.
Asimismo, el propio doctor, y a pesar de que su postura final mostrará su inclinación hacia el uso de la vacuna, delibera sobre los dos tipos de vacuna existente: la preventiva y la curativa:
“[…] Las vacunas antigripales empezaron a prepararse, durante la epidemia de 1918, en varios países a la vez, siendo el nuestro uno de los primeros. Los investigadores se ocuparon desde el primer momento del germen o gérmenes causantes de la gripe y sus complicaciones, buscando un remedio específico que evitara la enfermedad y que sirviera de tratamiento una vez aparecida, obteniéndose, por tanto, dos vacunas antigripales: la preventiva y la curativa. Con respecto al poder de la vacuna para evitar la enfermedad, no están conformes todos los autores, y por ahora no hay fundamento para aconsejarla, aunque no ocasiona de ningún modo perjuicio alguno. […]”.
Como podemos comprobar y aunque, a pesar de que pasaran cuatro años desde la GRAN EPIDEMIA DE GRIPE DE 1918, y aún hoy – eso sí, sin ese poder destructor tan elevado como otrora – en febrero de 1922 se continuaba debatiendo sobre la adecuada aplicación o no de la vacuna para hacer frente a esta enfermedad. Por su parte, el doctor García- Andrade, finalizaba su artículo asegurando que:
“[…] En realidad, no hay ninguna contraindicación para el tratamiento por la vacuna. El éxito de la vacunación como procedimiento curativo en los casos graves es tanto mayor cuanto más precozmente se emplee.”.
Casi un siglo después, los escenarios parecen ser muy similares y las dudas entre ciudadanos y los propios científicos e investigadores también afloran al opinar acerca del uso de un remedio u otro. Mientras tanto, nos tocará esperar ante una situación, en este caso, con precedentes y en la que todos tenemos mucho que aportar.
María Jesús Moscoso Camúñez
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