Todo está bien
Ya se marcha el 24 al sarcófago de las fechas. Que arda a gusto. Que sude cada gota de nuestros lagrimales. Que grite lo que nos roba, que reclame lo que le debemos. Ahora le hago bizum. Que vaya buscando sitio por las azoteas, que se estruje como pueda en los cerebros. Vamos a por otra vuelta de campana, a por otro número coronando documentos, poniendo sellos en nuestro transitar. Vamos a por lo que salga de toriles, a ver cuántas tandas nos regala el morlaco.
Trucar el ábaco de los días, hackear la máquina de las expectativas, quitarle méritos o añadirle culpas al destino según la putadita o la bicoca. Todo está bien, que dijo el rockero que se conformaba con lo que viniera. Qué remedio, ¿te vas a poner a compadecerte? ¿vas a pedirle explicaciones al techo de tu cuarto? ¿vas a flagelarte con el látigo de los remordimientos? Es el péndulo de la existencia, son los tics del minutero, los cigarros apagados en el cenicero del tiempo. Cerillas consumidas, cabezas de gambas, migas en la encimera de la cocina. Confeti, serpentinas, venas en el cuello. Suero, traiciones, camas de hospital. Caballos galopando, aviones en las nubes, motos con el tubo de escape trucao. Piel dentro de las costillas, agua turbia, muebles con polvo. Vasos de sidra con pintalabios en el filo, semáforos en verde, cualquier muestra de complicidad. Sirenas, despertadores, paladas de barro. Un niño riéndose, una abuela temblando, una bici con ruedines, un andador. Y en medio, el caos y el paraíso. Creerte dueño de una situación que se esfuma dejándose apreciar, que de ser compacta y tangible se convierte en un regusto en apenas dos mordiscos.
¿Qué hace Margot Robbie mirándome así desde la marquesina? Vende colonias. Todo está bien. Y si está mal podría ser peor. Y también es susceptible de mejorar, tampoco lo vamos a obviar. Así que todo está en orden, y si no lo está que no puedan decir que no recogimos nuestros platos, que no quitamos las pelusas del suelo. Y si se parte la vajilla o me llevo por delante un jarrón que soliciten otro bizum. Pagaré los platos rotos. Hay políticos malnacidos y ciudadanos que los quieren y los idolatran como si fueran sus padres. Se ha puesto de moda discutir sin argumentos, no teniendo muy claro lo que se defiende, pero sabiendo siempre cuál es la postura: arrodillado delante de los profetas de la mentira. La gente juega a hacerse la ciega mientras presume de la nitidez con la que lo ve todo. Se han agotado las vendas para los ojos. Mañana traen más de china en los mismos containers que las mascarillas. Todo está bien, todo está en orden. O no, pero tampoco lo vamos a arreglar haciendo activismo por los que hacen activismo, que son los empleados de los que practican el actimismo. Los que hacen activismo por y para ellos mismos. Nada va a cambiar por dos bravuconadas nuestras, por cuatro hilos en X, por dos posts en insta. Los únicos que cambiaremos seremos nosotros, que pasaremos a ser un poquito más gilipollas, algo más lamentables.
“No me gustan las personas que trabajan de ser buenas personas”, dice Francella en El Encargado. No confío en la bondad forzada de los que sobreactúan, en los que aspiran a caerle bien a fulanos que ni siquiera saben cómo son. Tampoco las que piden votos o venden motos, aunque acepto el juego. Las personas que merecen la pena nunca tratan igual a dos individuos distintos. Están los que tienen mucha cara, y los que dan la cara, la que tienen, con la que se les plantó en este lugar. Da igual si para que la partan o se la coman. Yo siempre con los segundos. La gente buena es lo suficientemente buena como para mostrarte su peor perfil. Explota, insulta, se cabrea, se encela, llora, se ríe con el estómago y se comunica con los ojos.
Hay quien dice que al mundo lo mueve el odio, poentonce yo digo que lo sostiene el amor. Queda cursi soltar amor aquí de free, pero está bien dicho. Amor en el amplio sentido de la palabra. No me naden en la superficie. El odio es el cariño mal canalizado de los granujas. Y esos arrebatos de inmundicia, de miseria, de orgullo envenenado, esas guerras, esos atentados, esos hijos de puta tan resultones, esas derrotas como especie, deben de formar parte del equilibrio que nos rige. El que tiene en constante lucha a la fealdad y a la belleza, a lo trágico y a lo maravilloso. Todo está bien. Todo está en orden. Hay veces que me parece un milagro que siga moviéndose el corazón. Pararte a pensarlo es pasar un mal rato. Quién coño le da cuerda a este pulpo que bombea tinta del color de la pasión y del miedo. Del caldo y de la sangre. Quién me manda a mí a pensar que algún día, la faena es que no se sabe cuándo, se parará. La única certeza es que no es ahora. Todo está bien. Todo está en orden. Cantaba con la Tía Feli que la vida es una tómbola. Y también una ruleta. Y una lotería. Ojo, que el veinticinqui lleva premio.
Pd: Feliz año a todos los que os sentáis en el poyete. Muchas gracias por dejaros caer los sábados por aquí.
EL POYETE
Sevilla, 2001. Caballo de carreras de fondo, escritor de distancias cortas. Periodista, bético, sevillano.