Tiempo de injertos en El Palomar (Paradas), el vivero de pistachos pionero en la provincia
- Está situado en una finca donde llevan más de una década apostando por un cultivo de una alta rentabilidad

Amanece en la finca vivero de pistachos El Palomar de Paradas. Juan Álvaro Lumbreras y su equipo, cortan las primeras ramas de las plantas madre y las envuelven en un trapo húmedo para conservarlas frescas. El calor del día ya a esta hora, en la que casi no ha amanecido, se presiente. Han anunciado los meteorólogos que proseguirá las altas temperaturas esta semana, la tercera ola de calor ha caído ya en el sur de Andalucía. Así que toca madrugar en este campo en el que 20.000 portainjertos esperan a ser injertados. En poco más de un mes tienen que estar todos convertidos en futuros pistacheros.
El vivero de Paradas es pionero en este tipo de cultivo en la provincia de Sevilla. Su propietario, Juan Álvaro Lumbreras, lleva más de una década peleando para que el pistacho se vea como opción importante en la agricultura, pero en el campo nada es fácil. No obstante, demuestra paciencia porque ve cambios en cada campaña. Ha pasado de vender unos 2.000 pistacheros el primer año a sobrepasar los 15.000 en la última cosecha. Síntoma de cambio a favor de esta opción.
Pistacheros que se hacen de oro
En Castilla-La Mancha, la región que va a la cabeza en plantaciones de pistachos, hay agricultores que comenzaron poco a poco y “se están haciendo de oro”. Por eso, Lumbreras tiene paciencia. El olivar y otros cultivos están muy arraigados en el campo andaluz y, este nuevo cultivo, se enfrenta a una hándicap, el tiempo que tarda el árbol en producir.
En empezar poco a poco está la clave. Por ejemplo, con una inversión inicial por hectárea de unos 3.000 euros lo que incluye la compra de 200 a 250 plantas y la preparación del terreno. Los gastos anuales ascienden a unos 1.500 euros. El pistacho en plena producción alcanza de 2.000 a 2.500 kilos por hectárea en tierras de riego, seis o siete años después de plantarse, y de 1.000 a 1.500 kilos por hectárea de secano, después de nueve años. El viverista resalta la palabra “plena” porque antes de este tiempo, los árboles ya empiezan a dar pistachos.
En este aspecto, tiene claro que lo que falta en Andalucía es “mucha información y asesoramiento, al agricultor le gusta ir de la mano de alguien que entiende”. Y la administración regional debe apostar por este cultivo, abrir canales de investigación y organizar jornadas para que el agricultor tenga todos los datos posibles sobre una oportunidad “que Andalucía no puede perder”, indica Lumbreras.
Sueño cumplido
En su finca se desarrolla un proyecto que es casi un sueño, aquel que empezó cuando Juan Álvaro todavía trabajaba en el sector del olivar y realizó una visita al Centro de Investigación Agroambiental El Chaparrillo, dependiente de la Consejería de Agricultura de Castilla-La Mancha, pionero en España en el conocimiento de este cultivo.
En la actualidad, además de sacar adelante miles de plantas que van camino de plantaciones ubicadas en toda la región y fuera de ella (también tiene clientes en Portugal), el viverista presta asesoramiento a un buen número de agricultores que se decidieron ya por este cultivo. Por eso se ha convertido en uno de los principales expertos en plantaciones de pistachos del sur de España.
La agricultura depende de las cifras, las mismas que convierten a los agricultores en empresarios. Y los datos hablan por sí solos, sobre todo, si se comparan con el olivar en un año normal cuya rentabilidad ha estado en unos de 300 euros por hectárea, salvo las dos últimas campañas en las que la escasa producción debido a la sequía ha provocado una subida importante de los precios. Según agricultores de la campiña sevillana, ha habido zonas con excelente producción en las que el precio se ha multiplicado por cinco. No obstante, esta situación es excepcional.

Productor de pistachos
En estos días miles de plantas de pistachos pasan por las manos del equipo que trabaja en la finca El Palomar, a seis kilómetros de Paradas. El vivero está dividido en varias partes. Lo que el propietario llama “la pista de tenis”, donde hay unas 4.000 plantas de distintos tamaños, las primeras que se ven cuando visitas el lugar.
Detrás, en un terreno arenoso, están las plantas madre y un pequeño invernadero para albergar aquellas que no se han vendido la temporada anterior. Y, junto a estas instalaciones, se ubica un extenso terreno, añadido posteriormente, donde Juan Álvaro quiere completar su proyecto que lo convertirá también en productor de pistachos. De momento, también está lleno, en parte, de los nuevos pistachos que, a principio de año, saldrán con otros destinos.
El ingeniero técnico agrícola aprende cada día con un método infalible, la prueba que se convierte en error o acierto. Esta temporada ha comprobado cómo los pistachos que puso junto a la pared de la pista de tenis son los que más han crecido. La razón: la luz se ha reflejado en la pared blanca para caer sobre los portainjertos. O explica por qué el pistacho tarda de seis a siete años en llegar a “plena producción”. Y es que “funciona como el ser humano, mientras es adolescente toda la energía la emplea en echar raíces y crear copa, el fruto llega cuando está preparado”.
La nuez feliz
Un paseo por la finca es una lección de aprendizaje sobre un cultivo que produce el fruto al que los chinos llaman “nuez feliz” y los iraníes “nuez de la sonrisa” debido a que, en la madurez presenta la cáscara semi abierta simulando sonreír.
El origen de la Pistacia vera se encuentra en Asia Oriental y, a partir de esa zona, se fue extendiendo su cultivo. No en vano, teniendo en cuenta el promedio de producción de los últimos 10 años, el continente asiático acumula el 69% de la producción mundial, seguido por el continente americano con un 28,5 %. El resto del mundo se maneja en valores prácticamente testimoniales en comparación con estos países (Europa es tercera con un 1,8%).
Más del 90 por ciento del pistacho que se consume en España entra de EEUU. Andalucía tiene las condiciones para convertirse en la despensa de Europa del pistacho. Y todo empieza por darle la primera oportunidad.
