Televisión progresista
Progresistas. De izquierda y progresistas. Así se autodenominan. Un GOBIERNO DE PROGRESO cuyo principal objetivo es mejorar la vida de los ciudadanos y ciudadanas de este país. No dejan de repetir estas palabras aquellos que, a día de hoy, gobiernan esta nación llamada España. Y lo dicen con total tranquilidad, seguridad y una sonrisa cada vez que se presentan ante una cámara, para que su mensaje llegue, a través de la televisión pública, a todos los hogares españoles. La misma televisión que, este pasado verano, ha emitido un reality titulado Los Iglesias. Hermanos a la obra.
Casi dos millones de euros ha costado el paquete completo. Para ser exactos: 1.957.319,88 euros. Cada capítulo ha salido por un cuarto de millón, concretamente, 244.664,99 euros. Todas estas cifras para un docu-reality de reformas domésticas presentado por los hermanos Chabeli y Julio José Iglesias, emitido por RTVE. Según confesaron los susodichos en los vídeos de promoción, la presentadora lleva décadas dedicada a la decoración, y su consanguíneo, el presentador, dice de sí mismo, martillo en mano, que es “un manitas”. Tras estas declaraciones, comenzaron su labor en el ramo de la remodelación del hogar. Pero no en cualquier hogar. La pareja de presentadores, junto al equipo de grabación, ha visitado viviendas para rediseñarlas, como las de Isabel Preysler, Arantxa Sánchez Vicario; Emilio y Gloria Estefan; Fonsi; Beatriz Luengo y Yotuel, Ana Obregón, Norma Duval y Omar Montes. ¿Les gustaría saber cuánto ha cobrado cada Iglesias por capítulo? Para ello, lean el artículo publicado en el diario PÚBLICO el 30/06/2024. Su autora es la periodista Marta Nebot, y lleva por título ¿Todos queremos ser ricos?. De esta columna de opinión he extraído las cifras antes mencionadas. Nebot reflexiona sobre la derechización cultural en la que vivimos y se pregunta cómo es posible que un programa así parezca una buena idea a un consejo de administración, en teoría, dirigido por un Gobierno de coalición de izquierdas.
Lo merecemos. Tenemos los políticos que merecemos. Lo mismo sucede con la televisión, la prensa, las radios y, ahora, también con los programas subidos a YouTube. Todos somos responsables de algún modo. Los espectadores y oyentes, por aceptar como verdadero todo lo que nos cuentan; y otros, reporteros o tertulianos situados ante los micrófonos, por temor a perder su trabajo. No la mayoría, claro está, pero sí algunos. Y es comprensible. Si expresas tu desacuerdo ante alguna decisión de un partido de izquierda, automáticamente te ponen en el bando opuesto. O viceversa: si criticas a un político de derechas, te tachan de fiel servidor del presidente Maduro. Una vez que muestras tu disconformidad, ya no eres de los nuestros. De ahí que ciertos participantes en debates televisivos, radiofónicos o podcasts, ante la emisión de un programa como el mencionado, callen. Mantienen la boca cerrada porque no deben morder la mano que les da de comer, o la que esperan que lo haga en el futuro. Una mano que, a primera hora de la mañana, asiente ante la retransmisión de Los Iglesias. Hermanos a la obra, y luego, por la tarde, sin rubor, se emociona al oír hablar de políticas de izquierda y progreso.
CON LA PALABRA EN LA BOCA
Lector fiel de las páginas escritas por Virginia Woolf, Dulce Chacón, Pérez Galdós, Buero Vallejo y Ramón J. Sender. Licenciado en Escenografía y Dramaturgia por las escuelas de Arte Dramático de Sevilla y Madrid respectivamente. Máster en Creación Literaria por la Universidad de Sevilla. Máster en Estudios Feministas y de Género por
la Universidad del País Vasco. Docente en Escola Superior de Arte Dramática de Galicia. Cursando estudios de doctorado en el Instituto de Investigaciones Feministas de Madrid.