La lectura de la obra de Alejo Carpentier (1904-1980) resulta valiosa para cualquiera. Su prosa, sensual, solo puede entenderse por la influencia caribeña: es luminosa, fragante, sonora. Una sola de sus frases puede dejar en el alma un poso cálido y dulce, un temblor de la otra orilla. Y toda esa capacidad de expresión lingüística se pone a disposición de una aguda conciencia social.
