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Susurros entre rotondas

Susurros entre rotondas

Paseando una noche de madrugada por la calle Alfonso XII, se movió una leve y susurrante brisa. Solano, pensé; volvieron la brisa y el susurro otra vez. Y ahora pude oir claramente palabras entremezcladas. Los surtidores de la nueva fuente de la plaza del Cuartel, saltaban arriba y abajo tristones, tan tristones como su madre la fuente, que a simple vista parecía parirlos con bastante trabajo.

Me paré porque de verdad que de aquella profundidad triste y oscura de la fuente brotaban además de agua, palabras:

Compañeras rotondas, ¿cómo os va con este trabajo?

Pues ni fu ni fa -se escuchaba allí arriba- para el dineral que se han gastado en nosotras, nos va bastante mal –replicó la rotonda de El Boni-, yo misma pensando que los arquitectos, ingenieros (o lo que sean) que me diseñaron tendrían que ser muy buenos, porque después de esas carreras tan largas y según dicen tan trabajosas, me tendrían que hacer perfecta. Pero, ¡oh sorpresa! ¿Será que las matemáticas no las interpreta todo el mundo igual? No, eso no puede ser, pues le dicen Ciencias Exactas. Pero a una circunferencia a la que tienen que rodear camiones de gran tonelaje, según estas ciencias, si le tocan, sería sólo tangencialmente, y ni tan siquiera esto. Pero ¡horror! Me tocan con una línea secante, y tan secante que sus ruedas dejan el surco en mi jardín. ¡Qué pena, con lo bien que estaba este sitio con su STOP y su CEDA EL PASO!

Ah, pero lo mío es peor -habló la oscura fuente del cuartel-. En esta hermosa plaza hubo una vez un pequeño, pero bonito y adecuado a este lugar, monumento a la familia; las figuras metálicas, representativas de tantas y tantas familias ursaonenses que a diario pasan por allí, se sentían muy orgullosas y algún niño decía a su madre que sonreían. Pero ¿de quién sería la idea de quitarlas de aquí y colocarlas frente a un lugar tan triste como es el que ahora están? Después hicieron una rotonda, pues eso ya sabemos que está ahora muy de moda. ¡Vuelta otra vez los arquitectos, ingenieros( o lo que sean) a equivocarse! ¿O no? A todo correr la destruyen y me levantan a mí en su lugar. Me podrían haber hecho bonita, alegre, cantarina, como debe ser una fuente; pero no, me hicieron oscura, triste, sosa, aburrida. Para colmo llevo días con varias personas dentro de mi seno y se han llevado mi agua. ¡No quiero ni pensar que se hayan equivocado otra vez estos señores-as!

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Así en esta noche estrellada y clara me convertí en mudo y asombrado testigo de esta conversación entre las rotondas de la calle Alfonso XII de Osuna.

Martia


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