Se puede ser Pasolini

Tengo la mentalidad de un animal herido, expulsado de la manada.

Se puede ser escritor, cineasta, poeta, filósofo, pintor y sentir la llamada primitiva e instintiva de la vida. Se puede ser comunista y rehusar el estalinismo y pasearse por los bajos fondos con un Alfa Romeo plateado en busca del ventarrón de un coito joven. Se puede ser homosexual y libre y abominar de la promiscuidad y hallar en el sexo un relámpago salvífico y liberador que te penetre por los cinco sentidos en las noches furtivas de la marginalidad cuando el placer y la angustia se necesitan y se cogen de la mano y se hermanan como en un rezo franciscano. El ayuntamiento carnal debiera ser un acto sagrado como debiera serlo también y a la misma altura para los habitantes de este planeta el hecho de sentarse a la mesa para comerse el pan nuestro de cada día sin que nadie te lo niegue. Se puede ser ateo y realizar la película más hermosa y auténtica sobre la figura de Jesús de Nazaret. El artefacto de Dios vuela libre como un pájaro en manos de un ateo justo antes de que los inquisidores y los fanáticos se lo arroguen y lo enjaulen en el dogma para que emita un chillido estridente en vez de un canto armónico. Se pueden tener muchas dudas y tener muy clara la elección de tu propia madre para hacer el papel de la Virgen María en El Evangelio según Mateo. La madre es el alfa de todo, incluso su omega, como el agua es el principio de la vida. Lo del macho alfa no es más que un cuento biológico con éxito para explicar el útil mecanismo de la reproducción. Se puede ser progresista y considerar el aborto un “homicidio legalizado”. Se puede ser valiente e incómodo y esperar a que te maten, que es la única manera de acabar con tu pasión de sentirse vivo. Se puede ser sublime sin interrupción y que te asesine despiadadamente un chapero en un descampado el mismo Día de los Difuntos cuando la muerte tiene que ser bella memoria serena y no acto infame. Se puede defender a los pobres y los desfavorecidos y aparecer con el cuerpo destrozado y como un cadáver anónimo en el centro de la miseria. Se puede predicar que el consumismo es el nuevo fascismo de la sociedad y que compren tu rostro en serie estampado en una camiseta.

En Pasolini se cumple el adagio de Nietzsche de que si mucho miras al abismo el abismo termina mirando dentro de ti. El creador italiano ahondó en el abismo y el abismo se adentró en él tanto en su vida artística como en su vida privada y con el doble sentido de profundidad y caída. Su crimen en Ostia, en noviembre de 1975, se asemeja al desenlace trágico de una trama novelesca y continúa transpirando el sudor pegajoso del enigma y la truculencia.

Se puede ser Pier Paolo Pasolini frente a la homogeneización brutal y desesperante que están perpetrando con la especie. Cada vez quedan menos seres humanos. Abunda la tribu o la masa. “La verdad debe decirse a cualquier precio”. La siguiente mala noticia será que la uniformidad termine siendo deformidad.

Francis López Guerrero

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