San Ildefonso y la Virgen de la Paz de Osuna
La celebración de las fiestas de San Ildefonso y de la Virgen de la Paz son correlativas en el calendario del mes de enero, están relacionadas en su origen y comparten su emplazamiento en Toledo.
En el año 645 se celebró el IX Concilio de Toledo. Al terminar, el arzobispo de esa ciudad, Ildefonso, ardiente devoto de María y defensor de su virginidad, se dirigió a la Catedral en compañía de otros clérigos y encontraron una luz deslumbrante. Todos huyeron pero el arzobispo Ildefonso vio a la Santísima Virgen que le habló diciendo: “Tu eres mi capellán y fiel notario. Recibe esta casulla la cual mi Hijo te envía de su tesorería”. Habiendo dicho esto, la Virgen misma lo invistió con la prenda sagrada traída del cielo.
Tras la muerte del arzobispo Ildefonso, ocurrida el 23 de enero de 667 (día de su onomástica), la Iglesia de Toledo decretó que el 24 de enero se celebrase el memorable descenso de la Virgen María a la Iglesia Catedral.
En la Parroquia de la Ntra. Sra. de la Victoria de nuestra villa encontramos dos representaciones del hecho milagroso de la imposición de la casulla a San Ildefonso. Al llegar al presbiterio y girarnos al lado derecho, sobre el retablo de San Rafael Arcángel, hay un lienzo de finales del siglo XVII donde está pintado ese momento de la imposición. Justo al lado, en el retablo de San Francisco de Sales (curiosamente su onomástica es el 24 de enero) hay un pequeño relieve en escayola del mismo siglo que refleja esa misma iconografía.
Volvemos a la ciudad de Toledo pero en el año 1085, fecha de su conquista cristiana a los musulmanes. Una de las condiciones estipuladas por el rey Alfonso VI fue mantener la mezquita para los musulmanes que permaneciesen en la ciudad, mezquita construida sobre la anterior iglesia cristiana donde se apareció la Virgen. Entonces se reanudaron los enfrentamientos entre cristianos y musulmanes olvidando el tratado firmado. Sin embargo, los musulmanes repentinamente consideraron el peligro a que se exponían si mantenían el culto a Mahoma y prometieron devolver el edificio para el culto cristiano. Este hecho se consideró como un milagro y al día siguiente, un 24 de enero, se celebraron misas en acción de gracias a la Virgen María a la que, por haber restablecido la paz, se la veneraría en adelante con la advocación de Nuestra Señora de la Paz.
Regresamos ahora a la Parroquia de la Victoria. En el retablo de María Auxiliadora se encuentra un tabernáculo en cuyo interior se halla una pequeña y desconocida talla realizada en alabastro en cuya peana se lee N. S. DE / LA PAZ. Imagen de finales del siglo XVI, muestra una actitud frontal y una leve sonrisa, adelantando la pierna izquierda y dejando ver sus pies. Entre sus manos sostiene a un Niño Jesús muy dinámico, cubierto por un paño de pureza, con corona tallada sobre la misma cabeza y agarrando el manto de su madre en un entrañable gesto. El manto de la Virgen está salpicado de flores labradas y su vestido refleja un movimiento sinuoso. La onomástica de su advocación se venera el 24 de enero.