Rigoberta Bandini exhibe músculo con un concierto espectacular en Icónica Santalucía Sevilla Fest

Fernando Rodríguez Murube

Rigoberta Bandini está de vuelta, y lo hace pisando con la fuerza de un bisonte. Visto lo visto anoche sobre el escenario de Icónica Santalucía Sevilla Fest, donde estrenó por todo lo alto su esperadísima nueva gira, pueden apostar desde ya a que este nuevo testamento en la carrera de ‘Jesucrista Superstar’ –así se llama su esperadísimo nuevo disco que vio la luz hace apenas dos meses– va a dejar huella en cada una de las 14 ciudades que va a recorrer con esta primera parte de su anhelada gira.

Y es que si la noche antes Justin Timberlake había dado el pistoletazo de salida por todo lo alto a la quinta edición del festival boutique que se celebra en la bellísima Plaza de España, ofreciendo un concierto espectacular y lleno de carisma, el show de Rigoberta Bandini, seudónimo bajo el que se agazapa Paula Ribó, una barcelonesa tan inquieta como interesante de 35 años cuyo apellido ficticio toma prestado de Arturo Bandini, personaje novelístico del escritor John Fante, no le fue a la zaga en absoluto al del estadounidense.

Llevaba dos años y medio sin ofrecer un concierto, porque así lo decidió ella, un tiempo más que arriesgado para hacer mutis por el foro en una industria como la musical, donde la inmediatez y el consumismo devoran artistas, grupos, estilos y todo lo que se ponga por delante con la misma facilidad con la que un león hambriento da buena cuenta de un despistado ñu. Pero Paula, o sea Rigoberta, juega en otra liga.

Una de las grandes estrellas pop del país

Su corta pero intensísima carrera nunca se ha regido por los parámetros establecidos, tanto es así que se dio a conocer con canciones subidas a Youtube desde casa para más tarde autoeditar algunos temas y su disco ‘La Emperatriz’ (2022). Tan sencillo y tan difícil a la vez. En un abrir y cerrar de ojos se había convertido en una de las grandes estrellas pop del país.

Por eso la catalana sabía perfectamente que este silencio de dos años por agotamiento no le iba a pasar factura. Más bien todo lo contrario. Así lo demuestra sin ningún género de dudas el hecho de que en 2022, en plena fiebre Bandini, asistieran a su concierto en Icónica 3.600 personas; mientras que anoche se dieron cita en el mismo espacio más de 8.000. Rigoberta marca los tiempos como pocos.

La cita en Sevilla, con el mercurio sobrepasando los 30 grados cuando inició su show, justo a la medianoche, tenía todos los ingredientes para que fuese una noche inolvidable. Inicio de gira, nuevo espectáculo, nuevo disco, pero las mismas ganas de antaño de pasarlo bien.

Salto de calidad en la producción, en la escenografía y en el sonido

Porque los directos de Rigoberta Bandini eran, son y siempre serán una verdadera fiesta. Si algún lector me permite el consejo, elijan uno de sus conciertos por España, disfrutarán en grande. Pero a esta condición sine qua non cabe añadir un salto de calidad en la producción, en la escenografía y en el sonido, aunque en esto último creo que tiene mucho que ver la apuesta top de Icónica para esta edición en ese sentido.

Este nuevo tour, además, remarca mucho más la figura de la propia Rigoberta, algo que puede parecer una perogrullada pero no lo es, ya que en las giras anteriores el funcionamiento de los conciertos era más parecido al de una banda que al de una artista solista. Eso ha desaparecido, Paula es la líder suprema y el resto acompaña, aunque su inclasificable prima Belén Barenys sigue partiendo el bacalao como jefa del cuerpo de baile.

La intencionada sofisticación conceptual de la escenografía, hasta el punto de parecerse a un musical –inconexo y caótico pero musical–, no ha restado un ápice de frescura a la misma propuesta original, exenta de prejuicios, bizarra, canalla e, incluso, gamberra por momentos de siempre.

Visceral versión de ‘El amor’ de Massiel

En lo estrictamente musical, destacar la versión visceral y emocionante que hizo del ‘El amor’ de Massiel, que ya estrenaron en la última Gala de los Goya, y que las canciones del nuevo álbum encajan a la perfección desde el inicio con el resto del repertorio. Cortes como ‘Pamela Anderson’ y, sobre todo, ‘Kaimán’ pusieron a bailar al personal como si fueran auténticos clásicos rompepistas.

Esta última, elegante autocrítica acerca de la aceptación que necesitamos de los demás (“Dime si estoy guapa y si lo hago bien, dime si te gusto o no me puedes ni ver, dime si me amas, si está todo OK, dime si soy alguien o si soy solo un fake”), formó parte de un último tercio de concierto (que duró apenas una hora y media, exactamente igual que el de Justin Timberlake) de auténtica traca que caldeó el ambiente hasta el punto de convertir la soberbia creación de Aníbal González en una suerte de discoteca rave (hubo hasta flirteos con el bakalao).

‘Perra’, ‘Too many drugs’ y ‘Ay mamá’, un trio de ases incontestable

‘Perra’, ‘Too many drugs’ y ‘Ay mamá’ conformaron un trío de ases incontestable. Especialmente poderosas fueron las coreografías de ‘Perra’, que no por haberla visto en anteriores giras deja de llamar la atención (“¡Qué bonito comprobar que Sevilla sigue llena de perras!”, dijo), y sobre todo la de la canción con la que Rigoberta presentó su candidatura a Eurovisión, con aquella teta gigante sobre el escenario. Anoche, tanto Paula Ribó como Belén Barenys y el resto de bailarinas se descubrieron el torso para cuestionar al mundo de manera muy gráfica aquello de “¿por qué dan tanto miedo nuestras tetas?”.

No faltó la buena costumbre de abrochar sus conciertos con el ‘Yo quiero verte danzar’ de Franco Battiato, que sigue siendo el elegante final con el que despiden la juerga un poco más organizada que antaño que montan sobre el escenario.