Real Betis – Villarreal CF | Domingo de Ramos, domingo de Betis


Sevilla se despertará mañana con los primeros cirios encendidos, con el incienso acariciando las calles, con la fe colgando de cada balcón. Es Domingo de Ramos, el día que marca la entrada triunfal en la semana más sagrada del año, y también puede ser el día en que el Real Betis inicie su propia procesión hacia la gloria europea.
Porque a las 18:30 horas, cuando el sol caiga lento sobre Heliópolis, el Benito Villamarín será un templo lleno de palmas verdes, de gargantas listas para alzar una esperanza que lleva tiempo fraguándose en el corazón de los béticos: ver a su equipo en la próxima Champions League.
Una final con sabor a Europa
El rival no es cualquiera. El Villarreal llega igualado a puntos (48), aunque con un partido menos. Son dos trenes veloces en una misma vía, y solo uno podrá acelerar hacia el destino dorado que marca la UEFA. Una auténtica final en abril, sin necesidad de títulos aún, pero con la promesa de un futuro espléndido para quien salga vencedor.
Ambos equipos llegan en buena dinámica. El Betis, tras su gran victoria europea ante el Jagiellonia, vive un momento dulce. Su fútbol es fluido, elegante, y aunque ante los polacos se quedó corto en el marcador, demostró que está en plena comunión con su estilo y con su gente.
El Villarreal, por su parte, ha levantado el vuelo en las últimas semanas. Ha recuperado su identidad ofensiva, su agresividad en campo rival, y llega al Villamarín con el cartel de rival directo y amenaza real. Pero si hay un lugar donde se rompen los guiones, es en Sevilla. Y si hay un equipo que juega con el alma cuando más lo necesita, ese es el Betis.
Una ciudad, una ilusión
El beticismo siente que el momento es ahora. Que esta generación liderada por Isco, apuntalada por la experiencia de Bartra, la seguridad de Llorente o la aparición fulgurante de Jesús Rodríguez, puede marcar un antes y un después en la historia reciente del club. Pellegrini ha construido no solo un equipo competitivo, sino un escudo emocional para una afición que ya no sueña a escondidas.
¿Quién no se emociona al pensar en el Betis escuchando el himno de la Champions? ¿Quién no imagina un Villamarín de gala, de estrellas, de noches eternas? Pero para que eso ocurra, hay que ganar este tipo de partidos. Hay que salir mañana con el paso firme de los costaleros que se abren camino entre la multitud, con la elegancia del palio que no tiembla, con la fe inquebrantable del que cree incluso cuando otros dudan.
Domingo de Ramos… Domingo de Betis
El fútbol, como la Semana Santa, se vive con los cinco sentidos en Sevilla. Mañana será un día de pasos y de pases, de cofradías y contragolpes, de incienso y de ilusión. El Betis se juega más que tres puntos: se juega el derecho a seguir soñando con la máxima competición continental, a dar un golpe en la mesa y a gritarle al continente que está preparado.
El camino será largo, pero mañana es el primer tramo. Como ese primer Domingo que abre la semana grande. Y ojalá que también abra la puerta a una primavera eterna para este Betis que no se cansa de crecer.
