
Periodista deportivo y creador de contenido en redes sociales. Mi objetivo es hacer del deporte algo accesible y divertido para todos. Porque aquí el tiempo extra siempre es emocionante.
Este viernes, el Real Betis Balompié se despide de algo más que una temporada. A las 21:00 horas, frente al Valencia CF, el Benito Villamarín vivirá su último partido oficial antes de iniciar su transformación definitiva. El encuentro cerrará la campaña liguera para ambos conjuntos, sin alicientes clasificatorios en juego. El Betis ya tiene asegurada su plaza en la UEFA Europa League y el Valencia, de la mano de Corberán, logró sellar la permanencia en jornadas anteriores. Pero más allá de lo deportivo, la verdadera trascendencia del partido está en el escenario que lo acoge por última vez en su forma actual.
El estadio verdiblanco, corazón palpitante de Heliópolis, se prepara para un proceso de modernización que comenzará este verano con la demolición de la grada de Preferencia. Será el primer paso para dar vida al nuevo Villamarín, un coliseo del siglo XXI que pretende estar a la altura de un club en crecimiento constante. Pero antes de que las máquinas tomen el relevo, el viejo Villamarín vivirá su último baile.
Un duelo sin presión… y con la final en el horizonte
En lo futbolístico, el choque ante el Valencia no trae urgencias. Manuel Pellegrini podría optar por dar descanso a varios de sus titulares habituales, con la mirada puesta en la gran cita del próximo 28 de mayo, la final de la UEFA Conference League ante el Chelsea. Será el partido más importante de la historia reciente del club, y cualquier decisión en este último encuentro liguero estará condicionada por la necesidad de llegar con el equipo fresco pero en ritmo competitivo a Wroclaw.
Del otro lado, el Valencia cerrará una temporada de luces y sombras, con la tranquilidad de haber evitado el descenso y ya con vistas a planificar el futuro. El equipo che llegará sin presión, pero con la oportunidad de cerrar el curso con buenas sensaciones.
El Villamarín que se queda en la memoria
Pero ninguna estadística ni planteamiento puede eclipsar lo que verdaderamente marcará este partido, la despedida del Benito Villamarín tal y como lo conocemos. Ese estadio que ha sido testigo de generaciones de béticos, que ha vivido ascensos y celebraciones europeas, que ha visto crecer a leyendas, a niños convertirse en hinchas para siempre y cuyo cuarto anillo es uno que siempre mira con orgullo a los suyos.
Un estadio que ha rugido en noches mágicas, que ha llorado en días grises, pero que nunca ha dejado de ser casa. Preferencia, esa tribuna que ha sido testigo privilegiado de cada latido verdiblanco, desaparecerá pronto para dejar paso a una nueva era. Pero su recuerdo permanecerá intacto en cada historia, en cada padre que llevó a su hijo, en cada abono compartido y en cada gol abrazado con desconocidos que parecían familia.
Este viernes no se despide un campo. Se despide el hogar del beticismo. Y aunque el club camine hacia el futuro, con un estadio moderno y una ambición europea cada vez más firme, será imposible no mirar atrás y sentir un nudo en la garganta. Porque el Benito Villamarín no es cemento ni butacas, es historia, identidad y emoción. Y este viernes, por última vez, el viejo coliseo se vestirá de verdiblanco para decir «hasta luego».

Periodista deportivo y creador de contenido en redes sociales. Mi objetivo es hacer del deporte algo accesible y divertido para todos. Porque aquí el tiempo extra siempre es emocionante.