Real Betis – Jagiellonia Białystok | Arranca la conquista europea


Hay noches que parecen escritas para pasar a la historia. Noches en las que un estadio se convierte en teatro y cada jugador en actor principal de una epopeya. Este jueves, el Benito Villamarín se prepara para una de esas citas: la ida de los cuartos de final de la Conference League ante el Jagiellonia Białystok, un duelo que puede marcar el rumbo continental de un Betis que vive uno de los momentos más esplendorosos de su historia reciente.
Un equipo tocado por la gracia
El conjunto verdiblanco llega a este choque con la confianza por las nubes y la convicción de quien se sabe capaz de todo. La racha de seis victorias consecutivas en Liga, el reciente empate de mérito en Montjuic ante el FC Barcelona y la clasificación para estos cuartos de final no son una casualidad, sino la consecuencia lógica de un equipo que ha madurado, crecido y aprendido a competir en todos los escenarios.
Pellegrini ha construido un bloque sólido y polifacético, capaz de ganar desde la inspiración o desde el orden. Un equipo donde el talento de Isco, la solidez de Bartra o el gen competitivo de jugadores como Ruibal o Cardoso conviven con la aparición de jóvenes como Jesús Rodríguez. Para este partido, el técnico chileno podría introducir rotaciones necesarias, tanto por desgaste físico como por acumulación de partidos. Vieites apunta a la portería, Bakambu será el nueve de referencia ante la ausencia de delanteros naturales, y jugadores como Llorente, Altimira o Lo Celso podrían asumir protagonismo desde el inicio.
Jagiellonia: un rival modesto, pero peligroso
Enfrente estará el Jagiellonia Białystok, una de las revelaciones de la temporada en Europa. Un club que hace apenas dos años coqueteaba con el descenso en la liga polaca y que hoy está en plena pelea por el título doméstico tras conquistar su primera Ekstraklasa la pasada campaña. Su camino hasta estos cuartos de final es ya histórico, y eso lo convierte en un rival especialmente peligroso: jugarán sin presión, sin miedo, con la ilusión como escudo.
A nivel táctico, el Jagiellonia es un equipo alegre y vertical. Suele utilizar un sistema 4-2-3-1, con una defensa sólida pero algo lenta, y un ataque dinámico que se apoya en figuras muy marcadas. El español Jesús Imaz es su brújula y su corazón, un mediapunta exquisito, con visión, pausa y gol (22 tantos esta temporada). Imaz representa esa clase de jugador que no necesita correr más que nadie, porque piensa más rápido que todos. Su socio ideal es Afimico Pululu, un delantero pequeño pero eléctrico, poderoso y letal en los últimos metros. Ocho goles en diez partidos europeos avalan su instinto. Juntos forman una pareja que puede hacer daño a cualquier zaga.
En el centro del campo destaca el capitán Taras Romanczuk, pulmón y alma del equipo. Un pivote experimentado, con presencia y orden, que equilibra el juego del ‘Jaga’. Detrás, el joven portero Abramowicz, seguido por clubes como Lens o Roma, intentará blindar una portería que no siempre ha sido fiable en las alturas. Su juventud es talento, pero también riesgo.
Una cita con el destino
El Benito Villamarín será más que un escenario. Será catedral y campo de batalla. Porque el beticismo intuye que este equipo está para grandes cosas. La Conference League no es un torneo menor cuando se huele tan de cerca. Y la Champions tampoco es una quimera cuando el equipo pelea cada jornada por mantenerse en los puestos nobles de LaLiga.
Pero nada será sencillo. El Jagiellonia no viene a pasear por Sevilla. Viene con hambre, con orgullo, con un once comprometido y con una historia que está escribiendo a cada paso. El Betis, por su parte, está obligado a mostrar su mejor versión. Porque esta eliminatoria no se ganará con nombres, sino con fútbol.
Este jueves no es un partido más. Es el inicio de una batalla a doble asalto por la gloria europea. Una oportunidad dorada para el Betis de dar otro paso en su transformación de club soñador a club conquistador.
Y si hay un lugar donde todo es posible, ese es el Villamarín. Con su mística, su fuego y su gente. Porque cuando el Betis ruge en casa, Europa tiembla.
